Miguel Poveda: «El flamenco es una música sexy»
Actúa el 1 de julio en el Teatro Coliseum de Madrid en Flamenco Diverso dentro del Festival World Pride Experience y coincidirá con la celebración del Orgullo Mundial
Actúa el 1 de julio en el Teatro Coliseum de Madrid en Flamenco Diverso dentro del Festival World Pride Experience y coincidirá con la celebración del Orgullo Mundial.
Cantaor. Y cantante. De Badalona. Payo. Y homosexual. No es que Miguel Poveda haya roto los moldes del flamenco, pero es cierto que se trata de un artista singular. Una voz con forma de hombre. Una atípica manera de actuar. Estará los próximos 29 y 30 de junio y 1 de julio en el Teatro Coliseum (Madrid) en Flamenco Diverso -el primer festival flamenco de la historia con una mirada LGTB-, que se enmarca en el Festival World Pride Experience y coincidirá con la celebración del Orgullo Mundial en la capital. Ahora está inmerso en su nuevo disco, con el que conmemorará sus 30 años de carrera profesional. Un trabajo íntimo y personal, con recuerdos de algunos álbumes de su madre, como el de Los Chichos, y poemas de Federico García Lorca. Lo lanzará, según lo previsto, en la primavera de 2018.
–¿El flamenco ha salido del armario?
–Ésa es una frase típica que se usó en su día para decir que alguien se había mostrado públicamente. El flamenco ni sale ni entra del armario. Es una música que ha crecido y evolucionado de la mano de la sociedad, y que se ha ido adaptando a los tiempos.
–¿Es una música sexy?
–Desde luego. Tiene su parte trágica, su parte alegre y festiva, su parte melancólica... Acapara todos los sentimientos del ser humano. En la danza hay sensualidad y sexualidad, por supuesto. Hay deseo y pasión.
–¿Los flamencos entienden a los homosexuales?
–Cada vez más. Conviven con normalidad, aunque todavía queda mucho por hacer. Hoy en día destacaría más un homófobo que un homosexual.
–¿Y los catalanes entienden de flamenco?
–Sí (risas). Los catalanes entienden de muchas cosas porque están acostumbrados a convivir y a recibir a gente de todos los lugares.
–¿No es usted un andaluz dentro del cuerpo de un catalán?
–Sí, y viceversa (risas). He vivido en una pequeña Andalucía dentro de Cataluña y cuando he crecido me he dado cuenta de que soy catalán.
–¿Le hubiera gustado nacer en Andalucía?
–Puede ser. Pero no estoy descontento por ser de Badalona. Amo mi ciudad, mi gente, mis recuerdos, mi barrio...
–¿Y si Cataluña se independizara?
–Seguiría igual de catalán e igual de español. Tengo el privilegio de poder viajar continuamente y el tema de las fronteras me resulta muy chocante. Mi espíritu es más de hermandad que de enfrentamiento.
–¿De qué siente usted orgullo?
–De haber conseguido quitarme mochilas de lo alto. Me refiero a gente tóxica y a algunos prejuicios que yo mismo tenía. Me siento orgulloso del ser humano que soy.
–¿Y de ser gay?
–Sí, también. Siento orgullo de ser lo que soy con todas las consecuencias.
–¿Cómo es el amor entre dos hombres?
–Igual que entre dos mujeres o que entre un hombre y una mujer. El amor no es distinto en una pareja homosexual que en otra heterosexual.
–¿En la clandestinidad se quiere más?
–Yo creo que igual. Pero es verdad que las adversidades hacen que el amor tenga otra fuerza.
–¿Quiénes han sido sus referentes?
–Mi padre, que fue un hombre sensible, discreto, humilde y respetuoso. Era de pocas palabras, aunque hablaba con los ojos. Ahora que no lo tengo lo recuerdo bastante. Cuando estoy perdido pienso en qué haría él y qué camino tomaría. En el mundo musical te diría Manolo Caracol y Enrique Morente, por ejemplo, que fue un hombre libre y comprometido con la poesía y con el cante tradicional.
–¿Qué pensarán ellos de usted?
–Morente era muy cariñoso con las nuevas generaciones. Me transmitía mucho cariño. Me decía: «Miguel, cuando des un curso de cante avísame para que me apunte. Pero lo que piensen otros de mí hace tiempo que dejó de preocuparme».
–¿Y qué piensa usted de sí mismo?
–Que a veces me tomo las cosas muy a pecho. Soy muy intenso. Y debería relajarme.
–¿Cantaor o cantante?
–Las dos cosas. Cuando soy cantante llevo una parte del cantaor. Mi sonido está impregnado. No lo puedo esconder, ni quiero.
–¿A qué suena?
–A búsqueda, a emoción, a mi barrio, a mis vivencias...
–¿Ha perdido el flamenco pureza para sobrevivir?
–No, para nada. El flamenco va creciendo y avanzando. Lo que hoy se hace es puro porque nace de lo que uno piensa y siente. Es admirable el respeto de los jóvenes hacia los mayores. Eso permite que sigamos transmitiendo la herencia que nos dejaron nuestros maestros. Pero el flamenco en España está poco bien tratado, pese a ser nuestro mayor tesoro. No hay conciencia del valor artístico que tenemos.
–¿Y el colectivo LGTB?
–Está mejor tratado que en Rusia, pero hay que refrescar conciencias porque existen muchos pueblos cerrados y mucha mentalidad arcaica.
–¿Ante quién le gustaría cantar?
–Soy muy cantarín. Pero, sobre todo, me gustaría cantar a la gente que no tiene acceso a la música: a los refugiados, a los que están en los hospitales...