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«Pasión según San Mateo»: Lirismo dramático y precisión

La Razón
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Por estas fechas ya se sabe que abundan las interpretaciones de la «Pasión según San Mateo» de Bach
Bach. Maximilian Schmitt, Florian Boesch, Dorothee Mields, Grace Davidson, Damien Guillon. Collegium Vocale Gent. Director: Philippe Herreweghe. Universo Barroco, CNDM. Auditorio Nacional. Madrid, 9-IV-2017.
Por estas fechas ya se sabe que abundan las interpretaciones de la «Pasión según San Mateo» de Bach. En este gran fresco dramático, en este gran relato, como lo define en sus tan orientadoras notas Pablo J. Vayón construido sobre la narración del apóstol, la disposición de elementos y el tono general poseen un evidente aire operístico, cargado de dramatismo, de un intenso lirismo y de un énfasis que a veces está llamando a gritos la escena, que en esta interpretación ha tenido una línea de gran nobleza, una exposición poblada de exquisitos claroscuros, de luces matizadas, con relieves instrumentales magníficos y lecturas en profundidad en lo tocante a los abundantes toques realistas signados en la partitura, dentro de la acostumbrada retórica de la época. Herreweghe tuvo a su disposición dos coros de doce miembros cada uno más ocho sopranos «in ripieno» que el compositor solicita para reforzar el «tutti» en momentos estratégicos. Conjuntos empastados, afinados, templados, capaces de acongojarnos en los corales y de sobrecogernos en los pasajes imitativos, en los «fugati» o en las exclamaciones dramáticas, como en el fiero «Vivo» en 3/8 de «Sind Blitze, sind Donner», que muestra la cólera ante la detención de Jesús. La precisión alcanzada, el ajuste, nos levantaron del asiento. Brillaron los instrumentistas a solo. Muy bien los oboes «d’amore» de la Orquesta I, Marcel Ponseele y Takia Kitazato, espléndidos asimismo con el oboe «da caccia». Magníficos los traversos. Curiosa la viola de gamba, de sonoridades desagradables en el aria «Geduld, Geduld» –impulsada por Herreweghe en busca de una expresividad lacerante- y soberbia la concertino Christine Busch. El irregular equipo vocal fue dominado por el soberano Jesús de Florian Boesch, barítono lírico de buen metal y rotunda expresividad dramática, que supo marcar magistralmente cada una de sus intervenciones. Notable el Evangelista de Maximilian Schmitt, tenor lírico-ligero de tinte algo nasal, agudo fácil, normalmente en falsete, que dijo bien y tuvo más de un fallo en virtud de una emisión con frecuencia abierta. Interesante el bajo lírico Berndt, con elegante fraseo. Aceptable el claro tenor Van Mechelen, mejor que el segundo, Hobbs. No del todo afinado, con sonoridad de escasa calidad, a veces en exceso feble, el contratenor Guillon. En sus arias echamos de menos a una contralto femenina. Más suave y lírico Potter. Voces ligeras, núbiles las de las dos sopranos Mields y Davidson, mejor la primera. Nada relevante el bajo Kooij. Éxito total ante un público que colmaba la sala y que pudo asistir a una interesante novedad: la proyección de sobretítulos.

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