Música

Santiago y Luis Auserón: «Las discográficas cometen fraude con los músicos»

Los hermanos y componentes de Radio Futura publican un demoledor informe sobre la música digital

Radio Fuera, Luis y Santiago Auserón.
Luis y Santiago Auserón, Radio FuturaLa Razón

Llevan cuatro décadas en el oficio y han conocido muchas etapas del negocio musical. Vacas gordas y flacas y una reconversión digital que ha transformado por completo al sector. Los hermanos Luis y Santiago Auserón, Radio Futura, miran al negocio musical con escepticismo y sentido crítico. Por eso, han publicado un informe sobre el estado de la cuestión tan lúcido como demoledor en el que denuncian la falta de una retribución equitativa de los artistas y un sistema que privilegia los grandes números de escuchas. Pero, por encima de todo, cargan contra un negocio discográfico que esgrime oscurantismo frente a los artistas, a los que mantiene en deliberada ignorancia y da vigencia para un nuevo mercado a contratos que proceden de una época en la que los servicios digitales ni se podían concebir. «Es un fraude, con todas las letras. Quieren defender lo indefendible. Si se ha creado un nuevo mercado con características absolutamente diferentes, su obligación, la de toda compañía, es ponerse en contacto con el artista y proponer una nueva contratación para el nuevo mercado, y no prorrogar las condiciones de contratos firmados hace cuarenta o cincuenta años», dice a este periódico Luis Auserón.

En su informe, enviado a los medios la semana pasada, se realiza un análisis de la situación muy certero: «Las grandes compañías todavía llamadas ‘‘discográficas’’ se limitan a difundir digitalmente el fondo pasivo de sus catálogos y controlan los acuerdos con las plataformas distribuidoras para retribuir mínimamente a los artistas, que solo alcanzan beneficio cuando producen la música que responde a los algoritmos de comunicación masiva». De la primera parte de la afirmación es imposible dudar: el volumen de lanzamientos de las «majors» se ha reducido drásticamente. Y, cuando los hay, raramente son discos completos en formato físico. Hoy, los grandes sellos ofrecen entrevistas para promocionar singles y hasta han resucitado el formato del EP, que no se fabrican, sino que van directos a las plataformas. Otro fenómeno corrobora la segunda parte del análisis: la voracidad con que las grandes compañías se lanzan a adquirir repertorios clásicos que aseguran una rentabilidad por escuchas además de un pago fijo por la cesión de los mismos a las diferentes plataformas de «streaming».

El 96 frente al 4

Este hecho lleva a la cuestión segunda, la clave, que denuncian los Auserón. «Los derechos de reproducción de dichos catálogos fueron concebidos en marcos contractuales que contemplaban una contrapartida de inversión en producción, promoción y distribución de las obras por parte de las compañías. La nueva distribución digital de los registros en catálogo apenas conlleva inversión, pero retribuye a los artistas según los porcentajes de los viejos contratos, cuando la distribución digital no existía». Luis Auserón asegura que «ya no se les puede llamar discográficas. Son meras distribuidoras digitales, con coste cero. Antes, a un distribuidor físico le pagaban un diez por ciento. Ahora se quedan con toda la recaudación y al artista le dan el 4 por ciento. Ellos se quedan un 96 sin hacer nada». No es el caso de los Radio Futura: «No, nosotros pudimos levantar, a base de entrar muchas veces a discutir en un despacho, el ‘‘royaltie’’ del 4 al 20. Pero eso servía para un entorno físico en el que la compañía asumía costes. Ahora no. La situación es otra y exige nuevos contratos para todos los artistas. Una situación de justicia mínima sería un cincuenta por ciento», explica el coautor de «Escuela de calor».

El negocio musical funciona como una economía de escala. Tres compañías multinacionales (Warner, Sony y Universal) aglutinan un enorme repertorio por el que obtienen, en volumen, grandes ingresos de las plataformas de «streaming» que a su vez controlan accionarialmente. También ingresan por la mera cesión en bloque de esa enorme biblioteca de canciones. Y lo hacen por una cantidad no revelada. Por esa razón, una compañía como Spotify que ha alcanzado los 200 millones de abonados y factura 2.600 millones de euros, declara pérdidas de 270 millones (último trimestre de 2022). Los ingresos del mercado digital crecieron en España un 12 por ciento anual en 2022, según datos de Promusicae, la patronal de las grandes compañías, es decir, que el negocio crece y el dinero llega a las compañías. Por esa razón, la empresa sueca busca en los «pódcast» unos beneficios que sabe que nunca va a poder conseguir con la música atada a las «majors». Otra queja legítima de los Auserón es el deliberado oscurantismo con que estas operaciones se llevan a cabo. «Hasta hace cinco años no nos declaraban las ventas digitales. Hemos tenido que aprender lo que están haciendo con nuestras canciones por nuestra cuenta», se queja. La situación no debe resultar tan disparatada cuando, en Reino Unido, una comisión parlamentaria ha pedido «investigar a fondo las prácticas de negocio y los procedimientos por los que fluye el dinero recaudado por las tres compañías ‘‘mayores’’ (Sony, Warner y Universal) que ceden los derechos a las plataformas de distribución digital como Spotify».

[[H2:Dos tercios «a perpetuidad»]]

La patronal de las «majors» en España, Promusicae, que también representa a otro centenar de sellos discográficos, emitió un comunicado contestando al informe de los Auserón: «Las relaciones de los artistas con sus compañías se establecen en un entorno de negociación libre y altamente competitivo que permite al artista elegir en qué términos quiere establecer, si es que quiere hacerlo, su relación con una compañía discográfica o un distribuidor digital con total capacidad de elegir en qué términos se conducirá su relación contractual», contestaban. La entidad aseguraba que no desea polemizar sobre la opinión de los hermanos Auserón, y sí evidenciar «el constante y enorme esfuerzo que realizan los sellos discográficos para estar al día en términos de innovación, inversión y apuesta por el talento y la creatividad». En su respuesta, recogían un informe de la autoridad británica de Mercados y Competencia CMA que no hace sino abundar en las razones de los Auserón: «La proporción de contratos donde los sellos dispondrán de los derechos de copyright de las grabaciones a perpetuidad se ha reducido del 66% al 26,4%». Un dato en sí mismo demoledor que indica cómo se hacían las cosas hasta hace bien poco. «Son argumentos peregrinos –repone Luis Auserón–. Por eso, vamos a los tribunales. En plan suicida. Porque somos mayores y no tenemos mucho tiempo que perder y yo digo siempre que ningún juez en el mundo puede considerar que 96/4 es un reparto justo. Vamos a los tribunales para informar a todos los compañeros y especialmente al público y las instituciones, porque necesitamos de todos para cambiar esto».