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Terfel: sí, pero no

larazon

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Obras de Wagner, Offenbach, Boito, Weill, Rodgers, Loewe, Lerner, Bock, Harnick. Barítono: Bryn Terfel. Director: Josep Caballé Domenech. Orquesta Titular del Teatro Real. Madrid, 22-II-2019.
¿Habrá algún día en el que se pueda disfrutar en el Teatro Real de los auténticos números uno de la lírica cantando en representaciones de ópera cuando se hallan en plenitud? La esperanza es lo último que se pierde aunque, como reza uno de los enigmas de Turandot, hasta ahora es el fantasma que nace cada noche y muere al nacer el día.
El caso es que Bryn Terfel ha llegado al Real, por supuesto no en plenitud y por supuesto no para interpretar una ópera. Para colmo, con un programa, que Dios sabe quién diseñó, sin pies ni cabeza. Si iba a cantar el monólogo de Hans Sachs, ¿acaso no hubiera sido mejor empezar por la obertura de «Maestros cantores» que con el preludio del acto III de «Lohengrin»? Claro que aquél es mucho más difícil de dirigir y tocar que éste y ni director ni orquesta pasaron de la discreción. ¿Qué sentido tiene abrir la segunda parte con la obertura de «La bella Helena» de Hoffenbach para luego entonar el Mefistófeles de Boito? ¿No hubiera sido más coherente el preludio de la ópera del italiano? En fin... De los treinta y cinco minutos que duró la primera parte, Terfel no pasó de cantar veinte. El citado monólogo no es una pieza de especial lucimiento, pero sí la despedida de Wotan de «Valquiria». El barítono galés demostró que conserva un gran poderío vocal en cuanto a caudal y que de lo que ahora tiene ganas es de mostrarlo y que se note. Pero Wotan requiere una cuerda vocal más oscura, más de bajo, y, sobre todo, intención para que se manifieste el dolor del padre abandonando a la hija entre llamas. La cosa se quedó en volumen, ni una matización ni una media voz. Tampoco el «Son lo spirito che nega» del «Mefistófeles» tuvo nada de extraordinario, si exceptuamos que lo silbó mejor que lo cantó.
Otra cosa fueron las piezas de musicales, con canciones de «Oklahoma», «Camelot» y «El violinista sobre el tejado» como no se escuchan casi nunca. La última hasta con su «recitativo». Para terminar, la única propina de una bella melodía galesa. Se le aplaudió pero no excesivamente y más por la simpatía que derrochó que por su estricta actuación. En fin, que disfrutamos más con Terfel en el ciclo de lied del CNDM y la Zarzuela.