Toundra no hace concesiones
El cuarteto madrileño publica «Vortex», otro álbum de rock instrumental pero la misma declaración de principios.
El cuarteto madrileño publica «Vortex», otro álbum de rock instrumental pero la misma declaración de principios.
Puede parecer una anécdota, pero es perfecta para entender la realidad de Toundra, cuarteto madrileño de rock instrumental. Su nuevo disco, el primero que lleva título, se llama «Vortex», pero no busquen una explicación esotérica. Es el nombre de una sala de conciertos de Siegen, una pequeña localidad alemana a medio camino entre Colonia y Fráncfort. Un lugar donde una noche, durante la primera gira europea del que era un desconocido grupo español, detuvieron la furgoneta y tocaron por 100 euros. Después llegó el fichaje por Century Media, el importante sello europeo de rock, pero en ese momento nadie les conocía cuando subieron a tocar, después del grupo estrella de la noche. Algo pasó, porque el público se volvió loco y arrasó con su merchandising. Encontraron gente afín, amigos para toda la vida, quizá la más fiel comunidad de seguidores que tengan. En Siegen, Toundra son de la familia y eso habla de la manera en la que entienden la música Víctor García-Tapia (guitarrista), Esteban Girón (guitarrista), Guillermo (batería) y Alberto Tocados (bajista). «Como un tesoro, no como una jaula de oro», puntualiza Girón sobre sus principios y sus anhelos como grupo. «Vortex» no va a cambiar nada, no ha cambiado nada: el mejor rock no necesita palabras pero sí necesita de ideas. Girón se presenta a la entrevista promocional solo, porque los otros miembros del grupo están trabajando. Uno es abogado, otro contable, otro programador informático y Girón se dedica a la comunicación. No viven de la música plenamente «aunque la música nos da para algunos caprichos».
Contradicciones
Podrían haber aceptado cosas pero «no encajaban». «Tendríamos que haber hecho concesiones a las que nos negamos. Siempre me han dicho que siga libre antes de hacer algo con lo que no estemos cómodos. Todos tenemos contradicciones, pero no queremos tener que responder a cuentas y objetivos, tocar en fiestas privadas con ciertos patrocinadores, o con ciertos promotores que tienen trabajadores sin contrato. Nos han llegado a ofrecer una pasta por tocar, y sin asumir ningún riesgo, pero si las empresas no son limpias, no nos encaja. Y tampoco queríamos que para pagarnos las entradas fueran carísimas. No vamos a vender nuestro modo de vida... ¡A menos que pongan muchísimo dinero!», bromea Girón. Para el guitarrista, el grupo es su modo de vida, aunque las facturas las pague de otra manera. «Yo no soy ni mejor ni peor que nadie. Tengo mis contradicciones, pero hacemos sólo con lo que estamos agusto. Pero yo acojo en mi casa a muchos grupos que pasan a tocar por Madrid para que duerman en algún lado y a veces me voy yo fuera. Eso lo han hecho por mí y yo entiendo la música de esa manera, aunque mis padres a veces me digan que si estoy un poco tonto...», asegura.
El disco, según Girón, pertenece a la línea más rockera del grupo. «Sí, podemos decir que ''II'' y ''IV'' eran la versión Pink Floyd nuestra y aquí volvemos a las esencias rockeras. Pero queríamos que tuviera un peso emocional. Somos los ''emos'' del ''post-rock'', pero sin flequillo», bromea de nuevo. Hoy están otra vez en Siegen, presentando el disco, que sale también a la venta, por primera vez. «Hemos tocado allí seis o siete veces. Y si no podemos ir, porque nos pilla mejor Colonia, ellos hacen 120 kilómetros y vienen a vernos. Es algo alucinante. Puede que Toundra nunca más saque un disco bueno, que nos dejen nuestras novias y que se termine todo. Pero yo soy un sentimental y eso que tenemos no nos lo podrán quitar».