Trasnochada reparación histórica
De Sorozábal. Intérpretes: Carmen Solís, Silvia Vázquez, Milagros Martín, Antonio Gandía, José Ángel Ódena, Rubén Amoretti, Ivo Stanchez, Néstor Losán. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director escénico: José Carlos Plaza. Director musical: Miguél Ángel Gómez Martínez. Teatro de la Zarzuela. Madrid. 5-II-2016.
Escuché a un espectador afirmar tras el primer acto: «No me sorprende que no se haya estrenado hasta ahora», y el comentario bien merece una reflexión. ¿Por qué esta tardanza en su estreno? Se contaron en 1979 historias de lo más variopinto cuando, ya ensayándose para su estreno en el Teatro de la Zarzuela, hubo desavenencias entre la Dirección General de Música –con Jesús Aguirre a su frente– y aSorozábal respecto al contrato y sus cláusulas. Parecía como si el contrato definitivo que el maestro recibió fuera diferente a lo acordado en un borrador. El caso es que Sorozábal llegó a escribir sobre la citada dirección general, tras cancelar las representaciones: «Esa fue para mí una gran satisfacción, como lo es no volver a verles el pelo».
Hay testigos que cuentan que el compositor, en pleno ensayo, cerró la partitura y afirmó: «Esto no se va a estrenar», dejando a Tomás Álvarez, Ángeles Chamorro y Enrique del Portal con el canto en la boca. En 1989 hubo otro intento de estreno por parte del entonces director del teatro, pero Sorozábal exigió que la cantaran Plácido Domingo, Montserrat Caballé y Teresa Berganza. La cosa era inviable y él lo sabía, a pesar de que nuestro tenor anduvo mareando la perdiz –estrenaría años más tarde «El poeta» de su «enemigo» Moreno Torroba–, ya que las partes de tenor, soprano y mezzo estaban lejos de ser las idóneas para estos tres artistas. Y no es una interpretación arbitraria pensar que el maestro tenía grandes miedos al fracaso, por mucho que hacia fuera expresase que era su mejor obra junto a «Adiós a la bohemia», pieza que, por otro lado, nunca llegó a alcanzar la popularidad de «Katiuska», «La del manojo de rosas», «La tabernera del puerto» o incluso ese «Don Manolito» al que rinde homenaje en «Juan José».
Hoy la obra se escucha como una reliquia, como un intento de buscar una salida a un género que el compositor veía caducado. Si el ambiente nos lleva hacia «Adiós a la bohemia» en su marginalidad, la música se acerca más a la de «La eterna canción». El fugato, los breves motivos conductores, los momentos de expansión lírica que se estrangulan antes de alcanzar el vuelo –así la obligada salida de Rosa de la taberna «Sola va» o cuando Juan José lee la carta de Andrés en la prisión–, los temas folclóricos apenas insinuados y en situaciones antagónicas, caracterizan una escritura a la moda verista, con una música muy suya pero también muy ecléctica. Suenan muchos ecos en ella, empezando por la «Vida breve» de Falla en uno de sus momentos más inspirados. Suena, también hay que decirlo, bastante fuera de su época, pero está bien escrita. Son curiosos los cambios de ritmo y melodías, que parecen indicar que de un momento a otro el autor se va a lanzar por el camino más popular de la zarzuela grande, sin que nunca llegue a ello. Al final, la ópera se queda en una peculiar versión de «Carmen», machista, con algunas frases que chocan como «No hay ná como tener una buena mata de pelo pa presumir», en la que sólo falta un «la maté porque era mía» en su final precipitado, una escena en la que Sorozábal trabajó mucho sin acertar.
Acierto en los medios
En éste estreno escénico se contó con un gran trabajo de Miguel Ángel Gómez Martínez en el foso, como pocas veces se ha escuchado en ese teatro, mimando la partitura y cuidando que la inmensa orquesta no ahogase a los cantantes. José Carlos Plaza acierta en la recreación del ambiente marginal empleando el negro y muy pocos elementos. Magnífico en su entrega el trabajo de Ángel Ódena, difícil pensar en un mejor Juan. Carmen Solís compone una Rosa capaz de sortear los peligros de una tesitura a veces inclemente. Otro tanto cabe apuntar de Antonio Gandía en el papel de Paco con sus traidores agudos. Silvia Vázquez y Ruben Amoretti completan el reparto principal junto a esa Milagros Martín que hace honor a su nombre y que es una garantía. Se podrá discrepar de los valores de la obra, pero no de los medios en su estreno. ¿Qué habría pensado el maestro al verla?