Una noche para la historia
He sido uno de los privilegiados que ha tenido la suerte de asistir a esta representación de «Tosca», que quedará en el recuerdo de los espectadores por mucho tiempo. Nunca habría creído que, después de muchos años y muchas toscas, de pronto podría asistir a una representación de esta obra maestra de Puccini, que me produjera la misma sensación que cuando la escuché por primera vez. El resultado es espectacular, excepcional y cuantos calificativos se le puedan añadir. Esta temporada 2015-2016 ha tenido dos momentos espléndidos, de los que no se olvidan fácilmente. Cuando uno ve lo excepcional, se da cuenta de la abundancia de mediocridades. Mucho me va a costar volver a asistir a una representación de «Tosca». La Bayesrische Staatsoper tiene la gran fortuna de contar con Kirill Petrenko como director musical, uno de los más grandes de la actualidad, al que se le identifica normalmente con el repertorio ruso o alemán, siendo más raro verle dirigir ópera italiana. Su dirección de «Tosca» ha sido prodigiosa, de una musicalidad impresionante y una delicadeza exquisita. En el primer acto pudo a veces dar la impresión de que había exceso de sonido proveniente del foso, y fue impresionante su lectura del segundo acto, con una tensión raras veces experimentada en esta auténtica pieza maestra de teatro. ¡Y qué decir del tercero! A la inmensa calidad musical de Petrenko hay que unir una humildad difícil de entender en un artista como él. En las antípodas de otras figuras. Muy buena la prestación de la Bayerische Staatsorchester, que bajo su batuta se convierte en una orquesta prodigiosa. Si me hubiera preguntado alguien cuál es hoy el reparto ideal de «Tosca», mi contestación habría sido Anja Harteros, Jonas Kaufmann y Bryn Terfel, es decir, el de Múnich. Harteros volvía a ser Tosca y su actuación fue magnífica. Estamos ante la mejor soprano de la actualidad, aunque hay otras que la superen en glamour o popularidad. Fue un vendaval de intensidad dramática y de canto exquisito y controlado, aparte de unas dotes de actriz muy superiores a las de otras ocasiones. Se notaba que hay una química muy especial entre ella y Jonas Kaufmann, ya que los dos han cantado muchas veces juntos en Múnich. Precisamente, si algo faltó a su Tosca de hace dos años fue la química con su Cavaradossi de entonces, que fue una sustitución de última hora y que lo más que podía inspirar era compasión. En un reparto de ensueño no podía faltar el tenor Jonas Kaufmann, posiblemente el más importante de hoy, aunque debo decir que su actuación quedó un tanto por debajo de las de sus compañeros debido a ese ligero engolamiento de su voz en el primer acto. Mejoró en el dúo con Tosca, pero le he visto mejores actuaciones. Lo mejor por su parte vino en el tercer acto. Kaufmann cantó «E lucevam le stelle»y «O, dolci mani» a la manera de Miguel Fleta, todo lo almibarado que se quiera, pero que sólo está al alcance de grandísimos cantantes. Aquí demostró toda su categoría de cantante y no les falta razón a quienes consideran que es el mejor tenor de la actualidad. El gran Bryn Terfel fue el Barón Scarpia. No digo que interpretó al Barón Scarpia, sino que lo fue. Nunca he visto cantar esta parte con tanta intención, tantos matices y tal variedad de colores en su canto. Había tenido la suerte de ver a Bryn Terfel en este personaje otras ocasiones, pero lo de ahora ha sido sencillamente prodigioso. El Nationaltheater estaba a reventar y la presencia de Suche Karte en los alrededores parecía una manifestación. El público reconoció triunfo indudable a los tres protagonistas y a Kirill Petrenko con nada menos que 16 minutos de ovaciones, aplausos y bravos.
de Puccini. Director musical: Kirill Petrenko. Intérpretes: Anja Harteros, Jonas Kaufmann, Bryn Terfel. Escenografía: Richard Peduzzi. Vestuario: Milena Canonero. Nationaltheater de Múnich. 1-VII-2016.