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Cine

Niños, monstruo no se dice

«Ruby, aventuras de una kraken adolescente» es la apuesta veraniega de Dreamworks, donde aboga por la revisión de los viejos mitos del mar

"Ruby, aventuras de una kraken adolescente" se estrena en cines el 30 de junio
"Ruby, aventuras de una kraken adolescente" se estrena en cines el 30 de junioUNIVERSAL PICTURES

Se ha manoseado tanto el concepto, normalmente por miedo a los avances en materia social, que el revisionismo ya inspira recelo solo con hacer acto de presencia. Como si fuera el hombre del saco, el coco o cualquier monstruo de lo insondable, hace temblar por lo que parece, caos y revolución, más que lo que significa, reforma. Y cuando ese revisionismo, en lugar de aplicarse a la historia, se aplica al mito, normalmente nos liamos. Nos pasó con las brujas, primero quemadas, luego reivindicadas y ahora en cuarentena; nos está pasando con las sirenas, primero fantásticas, luego ancladas en la exploración y actualmente hasta caribeñas; y, ahora, con lo que plantea una película inocente como «Ruby, aventuras de una kraken adolescente» centrada en la leyenda de las profundidades, siempre maligna sin importar el relato.

El nuevo filme de DreamWorks, un tanto dormida en los laureles del éxito de la brillante secuela de «El gato con botas», nos presenta a Ruby Gillman, una chica de 16 años a la que le está costando bastante encajar en su instituto. De pronto, descubrirá que esos problemas quizá estén relacionados con su propio origen, como parte del linaje mítico de los krakens. De nuevo, el revisionismo para contarnos esa otra verdad; de nuevo, la trama como útil metáfora para hablar de los inadaptados y los que se quedan fuera del sistema, como ofreciendo un refugio.

La película, dirigida por Kirk DeMicco (guionista principal de la saga «Los Croods») y Faryn Pearl (dibujante de las siempre recomendables series animadas «She-ra y las princesas del poder» o «Los Green en la gran ciudad») comienza así un viaje por el fondo marino en el que brilla el diseño de personajes y, sobre todo, su buena mano a la hora de fusionar lo espectacular de la animación con una historia sólida de resignificación y reapropIación de conceptos. ¿Por qué los krakens son siempre los malos? ¿Por qué las sirenas son siempre las buenas? Con humor y sentido del ritmo, deuda de un equipo de guion liderado por Pam Brady (mítica escritora de la serie «South Park» y de sus adaptaciones al cine), la cinta es capaz de epatar con la belleza de su relato y de sus imágenes en un cuento que apenas llega a los 90 minutos de metraje y se convierte, así, incluso cuando hablamos de películas con un público objetivo infantil, en una rara avis de la cartelera veraniega.

Las texturas ultra-realistas vuelven a brillar en "Ruby Kraken, aventuras de una kraken adolescente"
Las texturas ultra-realistas vuelven a brillar en "Ruby Kraken, aventuras de una kraken adolescente"UNIVERSAL PICTURES

Una historia de princesas

«Claro que ha habido personajes femeninos en DreamWorks, muchos y muy buenos, pero esta es la primera vez en la que la protagonista es ella y solo ella. Es la primera vez también que contamos una historia de princesas», explica Pearl, que también produce el filme, en una entrevista reciente con el medio «Deadline». Y es que, aunque tengamos muy presente a la Fiona de «Shrek» o a la Tigresa de «Kung-Fu Panda», lo cierto es que el estudio de animación fundado por Steven Spielberg no ha acabado de encontrar a sus propias protagonistas femeninas. Mucho de ello tiene que ver, quizá, con la propia naturaleza subversiva de su fundación, respuesta casi contestataria ante el monopolio de realeza que ha ido levantando Disney en sus 125 años de historia.

«La película trata sobre abrazar ese lado monstruoso o, al menos, lo que otra gente puede llegar a pensar que es monstruoso», continúa la realizadora en la misma reflexión, permitiendo que «Ruby, aventuras de una kraken adolescente» pueda compararse con otras películas de reciente acuño como «Red», del año pasado, en la que una niña hija de inmigrantes se convertía en un adorable panda rojo por tradición familiar. Sin abrazar del todo esa metáfora, pero sí el del final de la adolescencia como proceso mental (y también físico), la historia de esta kraken inadaptada se queda más en la superficie, optando por quitarle hierro a la transformación gracias al humor y, muy de vez en cuando, también a la acción.

Un verano animado y pasado por agua

Con medio Hollywood temblando por las recaudaciones (en lo que llevamos de año, solo «Super Mario Bros.» y «Spider-Man: Cruzando el multiverso» han conseguido el objetivo de éxito al recaudar tres veces su presupuesto de producción), DreamWorks y Pixar se lanzan a por las taquillas del mundo con dos proyectos pasados por agua. A las aventuras de Ruby Gillman se sumarán, a principios de julio, las de «Elemental» (en la foto). Un artefacto a medio camino entre la historia de una chica de fuego (inmigrante de segunda generación) y una comedia romántica (enamorada de un chico de agua), Pixar quiere volver a la gloria, entregándose una vez más al relato emocional y acercándose al triunfo técnico de «Del revés» (2015).

«No hemos sido capaces de encontrar una sola línea que hable bien del kraken en toda la mitología escandinava. Empezó como un reto, pero se ha terminado convirtiendo en algo muy divertido», confesó DeMicco a «ScreenRant» cuando la película fue presentada en el prestigioso festival de cine de animación de Annecy. Y es que, más allá de la propia exploración de la película, revisionista con el monstruo por excelencia del fondo marino, lo cierto es que lo feo de la palabra monstruo siempre ha estado presente en la historia misma del cine. Desde las tentativas más obvias, como «Fausto» (1926) o «El doctor Frankenstein» (1931), hasta aproximaciones modernas como «Eduardo Manostijeras» (1990) y «Monstruos S.A.» (2001), son varias las joyas del séptimo arte que se han preguntado, con más o menos matices, quién demonios es realmente el monstruo: el que nace con una serie de características que pueden inspirar miedo o recelo en el resto, normativo, o quien siente ese miedo, ese recelo, ante lo desconocido y lo incomprensible.

Sin llegar a las cotas filosóficas de los ejemplos citados, la historia de Ruby Gillman se inscribe en esa misma tradición, quizá desde un punto de vista más festivo que reivindicativo. «Queríamos hacer una película, basada en el camino del héroe, que no le pusiera las cosas fáciles a su protagonista. Muchas de mis películas favoritas siguen ese esquema, pero a veces da la sensación de que ser el elegido facilita mucho las cosas. ¿Y si las tuvieras que pelear?». Y añade: «Una de las películas en las que más hemos pensado al hacer esta, por extraño que parezca, es ‘‘Una rubia muy legal’’, por cómo se la percibe por su aspecto, o por cómo se supone que tiene que comportarse, y cómo la película acaba subvirtiendo todos esos estereotipos», argumenta el co-director en la misma pieza.

Y así, consciente de ser heredera de los cuentos revolucionarios del ogro verde, pero con la perspectiva revisionista que aportan nuestros tiempos (magnífico el personaje de Sirenita, al más puro estilo «Chicas malas»), Ruby Gillman bien puede inscribir orgullosa su nombre junto a los más celebrados de su estudio en una película que lo tendrá difícil en la taquilla por el bajón que ha supuesto la llegada del calor para las recaudaciones, pero que bien podría inspirar varias secuelas o las tan habituales series de televisión con las que DreamWorks acaba completando el universo de sus personajes.