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Pablo Rivero: «La belleza es el mejor motor»

Conocido por su faceta televisiva, es también un solvente autor de thrillers

Pablo Rivero
Pablo RiveroRomero de Luque

La serie más longeva de la historia de la televisión española, «Cuéntame cómo pasó», le ha dado popularidad y reconocimiento, pero este madrileño de 42 años no ha dejado de buscarse en otros registros más ambiciosos y personales, como el teatro o la narrativa. Especializado en novelas de intriga –cinco títulos publicados y otro que llegará en septiembre–, su éxito va en aumento.

Cuénteme cómo empezó todo. Lo de querer ser otro, otros. Esa paranoia de ser actor.

Fue surgiendo solo: desde que era pequeño mis juegos eran reproducir las películas que veía y me impactaban, como «Tiburón», «El coloso en llamas», «King Kong»… Jugaba en la piscina, en la cama, recreando momentos y viviéndolos intensamente en la piel del personaje que más me gustaba. Después vinieron las de vampiros, «Psicosis», «Twin Peaks», y empezó mi pasión por el terror. Lo que más me gusta cuando actúo es hacer cosas que nunca haría en la vida y profundizar y entender personalidades diferentes a la mía. Siempre desde el juego, nada tortuoso.

¿Cuánto hay en usted de Toni Alcántara y cuánto hay en ese personaje de Pablo Rivero?

Todo y nada. Rompí las barreras de creación del personaje hace muchos años porque confío en que, por mucho que yo le dé mis herramientas a Toni, él es un personaje muy bien definido y no hay peligro de fusión con mi personalidad. Los dos somos temperamentales, luchamos por lo que creemos, somos buena gente, muy currantes. Pero yo tengo muchísimo más sentido del humor y soy mucho menos extremo en todo.

Y si le digo que me parece un rubio con alma de moreno, ¿acierto?

Jajajaja. ¡Guárdame el secreto! Me viene muy bien la imagen angelical para que cuando lean mis libros la sorpresa e impacto sean mayores.

Se suele hablar de la televisión como si sólo tuviera un rostro y un cerebro, y lo cierto es que encierra muchos mundos. ¿Alguna vez podrá devolverle todo lo que le ha dado?

Creo que lo hago a diario. Le doy valor y agradezco el trabajo que sigo teniendo en el medio, y respeto mucho a los compañeros. Me gusta que ya no haya esa distinción tan clasista del que hace cine, tele o teatro. Mi manera de devolverlo es intentando ser atento con todos los espectadores que se acercan y que nos ven desde hace tantos años.

¿Ha aprendido mucho de Imanol Arias?

¡Mucho! Manu te hace estar presente y vivo. Siempre improvisamos y resolvemos yendo a la esencia y rompiendo cualquier convencionalismo. Hay tanta complicidad que nos suele salir a una toma.

¿Ser un actor conocido cuánto le ha ayudado en su faceta de escritor y en qué medida cree que le ha perjudicado?

Es difícil de valorar. Por un lado despierta curiosidad, pero la imagen que tengo como actor es muy diferente al tono de los libros que escribo, tan oscuros e inquietantes. Hay muchos lectores que hasta que no han leído todas las recomendaciones no le han dado una oportunidad a mis historias. Por suerte, suele pasar que cuando leen una quieren leer las otras, y ese es el mejor premio.

Defíname el éxito y luego, si se ve capaz, la fama.

Éxito es estar satisfecho y realizado con lo que haces o has conseguido en cualquier faceta de la vida. Mi mayor éxito, sin duda, es mi familia. La fama es consecuencia de ese éxito; cuando la gente te reconoce a partir de una exposición pública. Iba a decir por un trabajo, pero ahora puedes ser famoso a partir de una exposición sin más y que sea eso lo que llame al trabajo.

«El amor es un apetito de belleza» (Byron). ¿Lo comparte? ¿Qué importancia tiene la belleza en su vida?

Es el mejor motor. El director teatral Tomaž Pandur, que fue mi maestro y con el que debuté en teatro, y al que admiro y echo muchísimo de menos, siempre decía que en un mundo en el que estamos tan acostumbrados a la violencia, a la guerra, a la muerte, a verlo cada día en los telediarios, la belleza es lo único que puede impactar y llamar la atención. Y no puedo estar más de acuerdo.

La paternidad. La magia de recuperar la inocencia perdida y la condena de temer siempre por esa vida que es más valiosa que la propia. ¿Todo aspirante a buen padre es un funambulista?

No lo has podido describir mejor, es tal cual. Lo maravilloso es que lo somos sin entrenar. El instinto es algo brutal, y el vínculo que se crea, magia. Me hace entender mejor el sentido de la vida, pese a que respeto mucho a todo aquel que no tenga ese instinto paternal y decida no ser padre.

Terminemos con una sobre política. ¿Cree que los políticos piensan más en la obtención del poder que en las necesidades de los ciudadanos?

Sin duda. Hay excepciones que sorprenden, pero es algo enquistado y muy decepcionante. Creo que los ciudadanos tendríamos que ser mucho más exigentes y no consentir tanto.