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«Piratas»: así se les barre de la red

Ante la lentitud de los procedimientos previstos en la legislación para conseguir la retirada de contenidos protegidos, la industria cultural recurre a compañías especializadas que barren diariamente cientos de miles de páginas web y que ayer protagonizaron el foro creaCultura.
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Ante la lentitud de los procedimientos previstos en la legislación para conseguir la retirada de contenidos protegidos, la industria cultural recurre a compañías especializadas que barren diariamente cientos de miles de páginas web y que ayer protagonizaron el foro creaCultura.
Gana quien dispara primero, quien está más listo. En esto se ha convertido el salvaje oeste de internet, una lucha de guerrillas entre los «piratas» y sus perseguidores. La red convertida en OK Corral. ¿Y qué se hacía en las películas del Oeste cuando el sheriff no puede contener a los bandidos y saqueadores? Exacto, se llama a John Wayne o a Clint Eastwood. Valga esta pueril metáfora para explicar lo que está sucediendo en la actualidad en la lucha contra la «piratería». La ley, un paquidermo constipado, no sirve contra los ataques veloces y tecnológicos de los delincuentes, así que las industrias culturales (y las marcas de lujo, medios de comunicación o clubes deportivos, entre otros) han recurrido a empresas privadas especializadas en hacer justicia por su mano. Estas compañías protagonizaron ayer la jornada de debate del foro creaCultura con una enseñanza principal para todos: al pirata tecnológico, o se le combate con sus armas, o el fracaso está garantizado. La ley es pólvora mojada.
Manuel Moregal es fundador de 3Ants, una de estas compañías especializadas en detectar y perseguir los usos ilícitos de contenido protegido en la web. Filtran centenares de miles de contenidos diariamente mediante un software propio que detecta los campos semánticos que se forman las conversaciones de las webs, con hasta 100 parámetros distintos. «En esta persecución constante que mantenemos, los «piratas» han aprendido qué palabras no deben utilizar para no llamar la atención», explica. Una vez que han detectado el contenido ilícito y comprobado que lo es, le envían un requerimiento al proveedor de servicio para que elimine el contenido y a Google para que borre el enlace en caso de que alguien realice una búsqueda. La sencillez del sistema contrasta con la eterna queja de la industria cultural española, que siempre ha criticado al buscador y se ha mostrado incapaz de conseguir una buena respuesta de los servidores. Una de las claves que han aprendido estas compañías es que la web de búsquedas opera bajo la ley estadounidense, es decir, que cualquier requerimiento a sus filiales era una pérdida de tiempo. La otra es que no es tan cierto que los servidores estén en países remotos protegidos por débiles democracias, es que hay que saber encontrarlos. Además, los servidores son los responsables del contenido en caso de que el propietario no quiera retirarlo. 3ants ha logrado que se elimine, según Moregal, 350.000 contenidos sólo en este mes, y, sin embargo, el acceso a contenido ilegítimo es tan sencillo como escribir el nombre de la película en cuestión, ni siquiera es necesario añadir un «ver gratis». Ayer mismo, este periódico comprobó cómo al introducir «Hasta el último hombre», la nueva película de Mel Gibson, el tercer resultado era un enlace a pelisplus.tv, y, el séptimo, a pelispedia.tv, dos sitios para visionado online. Moregal nos invita a hacer otra búsqueda de una película protegida por su compañía. En la parte inferior aparece esta leyenda de Google: «En respuesta a las diversas reclamaciones recibidas en relación con la US Digital Millennium Copyright Act (ley estadounidense de protección de los derechos de autor), hemos eliminado 54 resultados de esta página». Parece fácil.
Difusión masiva
«Nosotros estamos en el barro de la ‘‘piratería’’, vemos todos los días cómo estas páginas ganan dinero con la publicidad. Ganan mucho dinero y por eso quitan el contenido si lo reclamas, porque su miedo es que les cierren la página», explica. Por eso, aunque el P2P y el torrent sigue operativo, los mayores beneficios se generan a través de la publicidad. La difusión masiva llega a través de redes sociales. Por eso, estas compañías filtran contenidos y notifican a Facebook, Twitter, Daily Motion o YouTube cuando un usuario trata de dar audiencia a un contenido ilegal.
Laura Urquizu, consejera delegada de Red Points, explica que el tiempo necesario para que las webs retiren un contenido ilegal es de apenas 4 o 5 horas. En el último mes, su empresa ha podido eliminar 150.000 contenidos ilícitos de un universo que abarca tanto productos culturales (películas, discos, videojuegos y libros) a objetos de consumo (webs que distibuyen bolsos de marca, camisetas de equipos deportivos y merchandising de todo tipo), y presume de «un 98 por ciento de efectividad». «Nuestros clientes son estudios de cine de California, clubs deportivos, periódicos, firmas de moda y de lujo... y es que en Europa hay pocas compañías que se dediquen a esta actividad», explica. Su trabajo es similar: un rastreo varias veces al día de miles de páginas por medio de un software propio y un envío masivo de requerimientos de retirada de contenido (llamados «take down») por medio de un sistema automático. Sorprende la docilidad de los «piratas» ante una reclamación. «Prefieren eso a que les acaben cerrando la página. Hay muchos contenidos y si detectan que alguien le requiere por uno en concreto, prefieren centrarse en otros que no les creen problemas. Ellos siguen facturando por visitas y por publicidad», explica. Incluso, algunos «piratas» han llegado a facilitar a sus perseguidores un software para que ellos desactiven los contenidos sin generar alarma. «Imagina que por cada visionado obtienen un céntimo. Diez o cien mil clicks es una tontería en el universo de internet, donde los contenidos virales alcanzan millones», añade Moregal.
En el trasfondo del asunto está el fracaso total de la legislación española bajo gobiernos de distinto signo político. A pesar de las horas empleadas, del debate sobre garantías constitucionales y las polémicas ontológicas sobre la naturaleza de un enlace digital a un contenido protegido, la realidad es que la ley es exasperantemente lenta. «Los ‘‘piratas’’ van por delante, hay mucho por hacer. Nosotros llevamos a cabo procedimientos extrajudiciales precisamente por esto, porque cualquiera de las vías previstas en la ley es muy muy lenta», dice Urquizu. «No es una vía efectiva para nadie», corrobora Moregal. En el mejor de los casos, los datos oficiales de la Sección Segunda de la Comisión de la Propiedad Intelectual, ha logrado eliminar algunos centenares de contenidos frente a los casi medio millón al mes de este tipo de empresas, que, en algún caso, incluso han ido a dar explicaciones teóricas a los primeros. «Esto no puede combatirse si no es con informáticos. Los abogados también, al lado, pero es imposible que sea efectivo un sistema con jueces y fiscales, especialmente cuando el daño es tan flagrante y el perjuicio es inmediato», añade Moregal. «Ellos funcionan las 24 horas, y nosotros también, no podemos dejar de hacerlo porque vuelven a aparecer de la noche a la mañana», añade Urquizu. Al menos, a John Wayne le dejaban descansar sus espuelas un rato debajo de fresno.