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Poesía para desobedientes

Antonino Nieto presenta «El ojo del abismo toma de la mano el arco iris», sexto poemario en el que denuncia la falta de libertades a las que se enfrenta la sociedad actual
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Antonino Nieto presenta «El ojo del abismo toma de la mano el arco iris», sexto poemario en el que denuncia la falta de libertades a las que se enfrenta la sociedad actual
La poesía no sólo nos revela la belleza oculta incluso en las rutinas más cotidianas. También constituye el reverso de su definición más amable y académica: un grito de rebeldía que clama en el desierto de nuestro día a día, que despierta nuestra conciencia desnudando una realidad a la que nos hemos acostumbrado con una acomodada sumisión. «El ojo del abismo toma de la mano el arco iris» (Ed. Cuadernos del Laberinto), sexto poemario publicado por Antonino Nieto, va más allá de la mera denuncia de la era que nos ha tocado en suerte. Los poemas que lo conforman y sus protagonistas (bancos, gobiernos, políticos, periodistas, científicos, nosotros.... en definitiva, eso que llamamos «sociedad» o «Estado») constituyen un «collage» que se podría calificar como distópico si no fuera por una salvedad: es el aquí y el ahora. «Nos quieren como a perros:/ alegres / y detectores de la narcolepsia / por ejemplo / y sucios / no vaya a ser / que el alzhéimer nos invalide / como verdugos/», escribe Nieto en su última obra, que se presenta este jueves 4, a las 19:30 horas, en el Corte Inglés de Callo.
Y esa es la inquietud que transmiten los poemas de Nieto. Más que inquietud, necesidad. Videoartista, promotor de espectáculos, contertulio radiofónico (El Marcapáginas, en Capital Radio, 105.7 FM) y, primero de todo, poeta, hay un sustantivo que se repite a lo largo de su última creación: obediencia.
«Intenté hacer una radiografía de los tiempos que estamos viviendo. De lo que veo y de lo que siento. Trato de radiografiar aquellas invisibilidades que se han convertido en el pan nuestro de cada día. Y una de las principales es la obediencia», afirma Nieto, que comenzó a trabajar en esta dirección en 2001, tras la caída de las Torres Gemelas, con «La sombra de un ángel», y que el autor espera culminar en una tetralogía. Por aquel entonces, esas «invisibilidades» que parecen regir los designios de los seres humanos «ya estaban latentes y no tan desnudas. Pero hoy no se ocultan. Bendita sea esa desnudez que hace que las veamos. Sin embargo, uno no ve lo que ven sus ojos, sino lo que alimentan en su cerebro con toda esa invisibilidad, que no tiene nada que ver con la realidad que vivimos».
¿Qué es entonces la obediencia? Una palabra que tanto los poderes establecidos como los fácticos «la camuflan, la disfrazan, la visten de mil formas... de forma que acabas encadenado». Y se da una cruel paradoja, una «perversión». «Te hablan de solidaridad con respecto al otro: aguanta, sufre... Te piden que sufras para igualarte al otro, porque eres un privilegiado. Sin embargo, a ese otro le dicen lo mismo. Entonces, te encuentras con que el otro no existe, que es pura ficción», sostiene el autor.
En ese proceso, «los propios ciudadanos son verdugos de sí mismos: piden normas que lo encarcelan cada vez más. Y llega a decirse que “todo eso es por mi bien”. No se deja escapatoria por ningún lado». Así lo describe en «El ojo del abismo...»: «20 siglos de progreso contados desde Cristo/para descubrir que lo nuestro es obedecer».
La obediencia va de la mano de otro término: legalidad. «Han secuestrado la alegría / Han transformado nuestros derechos en concesiones», escribe. Y, según el autor, la legalidad es también cómplice de esta sumisión. «La mayoría de las veces colabora en el encadenamiento del ser individual, de lo que nos hace humanos. Hagas lo que hagas, ya eres culpable». Y pone como ejemplo la labor de las agencias tributarias. «Las agencias te acusan, no te estás de acuerdo, recurres, pierdes en los tribunales y, cuando no cuentas con más recursos, acabas pagando. Con esa Hacienda se pervierte el Estado de Derecho, en el que alguien es inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad: ya eres culpable y, si osas defenderte, eres doblemente culpable».

Los políticos, las primeras víctimas

¿Y los políticos? ¿Qué papel juegan en esta sociedad? «El político es de los seres más obedientes», asevera. Nieto recuerda alguna cena con miembro de un partido en la que decían: «Si ganamos, iremos a Bruselas y pediremos...». Y Nieto respondía: «Tú a Bruselas vas a recibir órdenes y vendrás aquí a cumplirlas obligatoriamente. Y éso es lo que hacen en general. Hay matices, hay gente honesta, pero la generalidad es que los honestos están absolutamente tapados por esta miseria». Los propios políticos quedan así como víctimas colaterales de unas «normas que ellos mismos han creado y en las que quedan atrapados. Se han hecho el harakiri».
Pero nos queda la poesía. Autor de los poemarios «Dibujos ausentes», «La voz del escorpión», «Un fantasma perfecto», «Toda la carne y el infinito» y «Escaleras del aire», Nieto cree que puede ser una «arma» para defendernos de estos ataques. «Para mí, la poesía tiene que bucear en lo que está más allá de lo establecido y de lo sabido. Bucear en lo no sabido, en la invisibilidad. Tiene que romper todas las normas, incluidas las sintácticas. Si te limitas estrictamente a lo establecido, vas a estar constreñido para bucear en lo imposible de lo posible. Tienes que encontrarte cara a cara con aquello que de ningún modo puedes aceptar, enfrentarte diariamente a eso». Y es que el lenguaje «es de las cosas que más te atan. Tienes que buscar recovecos. Y en ellos, a veces, surge la luz, y ves cosas que antes no habías visto».