Prehistoria
La policía toma las huellas a un supuesto neandertal que vivió hace 43.000 años en Segovia
El anuncio ha revolucionado a la comunidad de prehistoriadores que por ahora se muestra cauta con algunas de las afirmaciones
Estudiar la prehistoria es como resolver un crimen del que tan solo tenemos un puñado de pistas. Por suerte, los expertos han desarrollado todo tipo de técnicas que les permiten llenar los huecos hasta reconstruir una historia bastante completa. Métodos fiables, pero no infalibles. Con cierto margen de error sobre la mesa, las motivaciones adecuadaspueden invitar a interpretaciones incorrectas que refuerzan sesgos académicos, amplifican el impacto en medios, llaman a inversores o apelan a un extraño orgullo pre-nacional. La paleoantropología es una disciplina rigurosa y apasionante, pero no podemos negar que su historia ha estado salpicada de interpretaciones políticamente convenientes. La cuestión no es si estas cosas ocurren, sino si estamos ante la última de la lista.
Ayer, una nota de prensa del CISC anunció el hallazgo de “la huella dactilar humana más antigua del mundo” nada menos que en Segovia. Declaraba que la huella había sido atribuida “inequívocamente a los neandertales” y que la piedra sobre la que descansa es “el objeto simbólico más antiguo conocido en Europa que contiene una huella dactilar humana”. Afirmaciones controvertidas que han hecho arrugar el ceño a algunos expertos. De hecho, si acudimos a la investigación original, publicada en la revista científica Archaeological and Anthropological Sciences, veremos que algunas de estas afirmaciones vienen matizadas.
¿Qué ha pasado?
Un equipo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, el Instituto Geológico y Minero de España y la Universidad de Salamanca, han sumado fuerzas con la Comisaría General de Policía Científica de la Policía Nacional para analizar un hallazgo excepcional. Podemos afirmar con bastante convicción que han hallado una huella dactilar de unos 43.000 años de antigüedad en el yacimiento del Abrigo de San Lázaro, en la ciudad de Segovia. La huella se encuentra sobre una piedra de granito hallada en 2022 de unos 25 centímetros de largo y 13 de ancho. En el centro del canto rodado destaca una mancha de pigmento ocre que, tras ser sometida a un escrupuloso análisis forense, ha revelado la huella dactilar en cuestión.
Aunque solo nos quedemos con estas “certezas” el hallazgo ya destaca por su importancia, pero hay más. Tal vez no sean conclusiones tan seguras como las anteriores, pero a juzgar por la investigación es bastante razonable suponer que la huella perteneció a un varón adulto de neandertal. En este caso, la edad y el sexo son especulaciones basadas en los registros dactilares de humanos modernos, por lo que podríamos estar equivocados, en especial, si su propietario era un robusto neandertal. Recordemos que los neandertales no son el antepasado de los Homo sapiens (nosotros), fueron una suerte de primos que vivieron hasta hace 40.000 años y que poseían esqueletos más corpulentos que, suponemos, estaban cubiertos por una musculatura más fornida que la nuestra. Ahora bien, los expertos suponen que estamos ante una huella neandertal por tres principales motivos. En primer lugar, en el estrato del yacimiento había herramientas de piedra musterienses que, hasta donde sabemos, eran de origen neandertal. En segundo lugar, los Homo sapiens llegaron a estas zonas de la península después de que hubieran desaparecido los neandertales. Y, finalmente, no se han encontrado ocupaciones paleolíticas por Homo sapiens en los sitios contemporáneos cercanos.
No obstante, algunos expertos echan en falta un análisis genético del estrato y han sugerido que, aunque normalmente se relacione un estilo de herramientas de piedra con una especie humana concreta, puede haber excepciones. Dicho de otra forma: es una manera interesante de hacer suposiciones rigurosas, pero no constituye una prueba tan firme como nos gustaría. Algo similar sucede con la ausencia de asentamientos de sapiens registrados en esta época y ubicación. Invita a suponer que, si encontramos yacimientos de esa época en estas ubicaciones, probablemente sean neandertales, pero no excluye por completo la posibilidad de que sean sapiens.
De hecho, la distribución y la cronología de nuestros antepasados homínidos está en constante revisión y basta que encontremos un yacimiento innegablemente sapiens para que cambie el consenso. Así pues, si bien la huella es probablemente neandertal, parece aventurado afirmar que perteneció “inequívocamente a los neandertales.
Interpretaciones plausibles
Ahora es cuando entramos en terreno resbaladizo, porque habiendo enumerado las “certezas” y las deducciones probables, bajamos un tercer peldaño para abordar las interpretaciones plausibles. Dicho de otro modo: que una paloma me robe la cartera y emprenda el vuelo con ella no es probable, pero a juzgar por la fuerza del animal y las dimensiones de mi cartera… es plausible. Algo así sucede cuando se afirma que estamos ante “el objeto simbólico más antiguo conocido en Europa que contiene una huella dactilar humana”. Podría serlo y, sin duda, el trabajo de los expertos expone esa plausibilidad. Sin embargo, otros académicos consideran que hay interpretaciones más probables (y sencillas).
Según los investigadores, la piedra recuerda vagamente a un rostro humana y, por lo tanto, suponen que un neandertal pudo reparar en la similitud y pintarle una especie de nariz ocre en medio de tan pedregosa cara. Este fenómeno por el cual vemos caras donde no las hay es conocido como pareidolia y, si esta interpretación fuera correcta, estaríamos ante el objeto simbólico más antiguo conocido de Europa que contiene una huella dactilar humana, efectivamente. Sin embargo, es arriesgado asegurar que aquel neandertal eligió precisamente esa piedra por pareidolia, entre otras cosas, porque recuerda tanto a una cara. Es igualmente plausible pensar que la pareidolia ha actuado sobre los investigadores que, si bien no tenían que encontrar una piedra con proporciones faciales entre cientos de ellas, la huella ocre les invitaba a buscar algo único en aquel canto rodado.
Del mismo modo, es interesante subrayar que la atribución de simbolismo a los neandertales no carece de pruebas científicas. En la propia investigación enumeran las pinturas rupestres en las cuevas de La Pasiega, Ardales y Maltravieso; los grabados en la cueva de Gorham; los motivos sobre un objeto óseo hallado en la cueva Einhornhöhle; los huesos con marcas no funcionales procedentes de La Ferrassie, Pešturina y Zaskalnaya VI; las conchas con restos de ocre en la Cueva de los Aviones y la Cueva Antón; el uso probable de pigmentos en Pech de l’Azé, Cisarei y Scladina; las marcas de corte en garras de águila y el uso de plumas como adorno en las cuevas de Fumane y Krapina; el canto rodado grabado de Axlor; la piedra grabada de Kiik Koba… El sesgo antropocéntrico ha lastrado las investigaciones sobre cultura de otros homínidos y la comunidad ha sido resistente a aceptar pruebas de arte, lenguaje y espiritualidad en neandertales que, si bien no son concluyentes, son académicamente relevantes.
Sin embargo, también es cierto que muchas investigaciones pecan de atribuir un uso ritual a cualquier objeto cuya función no sea evidente y no parece descabellado pensar que la piedra con el punto ocre pudiera tener alguna utilidad todavía desconocida.
La huella más antigua
Llegamos a la tercera y última afirmación controvertida. Aquella con la que el CSIC ha titulado la nota de prensa: “Hallan la huella dactilar humana más antigua del mundo”. A todos nos gusta un buen récord y, aunque los récords en prehistoria caduquen rápido, la prensa vive de la actualidad y no suele mirar atrás. Si hasta ahora hemos ido descendiendo escalones de evidencia de lo más seguro a lo más incierto, para hablar de esta afirmación tenemos que bajar varios tramos de escalera, porque no coincide con lo que relatan los expertos en su artículo científico:
“[…] no se trata de la primera huella dactilar neandertal identificada. Uno de los dos restos de resina hallados en Königsaue, descubiertos en 1963, presenta una huella dactilar parcial producida por impresión sobre la resina, en un contexto utilitario. La cronología sigue siendo algo incierta, ya que, a pesar de habérsele asignado una antigüedad superior a los 80.000 años, diferentes dataciones por AMS indican una edad mínima de aproximadamente 43.000 años calibrados antes del presente. […] Esta circunstancia convierte la información aquí presentada en uno de los dos registros más antiguos conocidos de una huella dactilar humana neandertal, y el más antiguo obtenido en asociación con un pigmento”.
Sí podemos hablar, por lo tanto, de “la más antigua del mundo marcada con pigmento”, una coletilla que sí está presente en el cuerpo de la nota de prensa, pero cuya omisión en el titular ha dado lugar a malentendidos en la prensa. Malentendidos que corren el riesgo de malograr una investigación excepcional y un descubrimiento clave para comprender nuestra prehistoria. Porque cuando no quedan claros los distintos niveles de evidencia, la confianza del público se resiente y no es capaz de apreciar el buen trabajo de los investigadores.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La comunidad de expertos ya ha mostrado un gran interés por esta investigación y, sin duda, habrá que prestar atención a las conclusiones que saquen acerca de la autoría neandertal y, sobre todo, del potencial simbolismo de la pieza.
REFERENCIAS (MLA):
- Álvarez-Alonso, David, et al. "More than a Fingerprint on a Pebble: A Pigment-Marked Object from San Lázaro Rock-Shelter in the Context of Neanderthal Symbolic Behavior." Archaeological and Anthropological Sciences, vol. 17, article no. 131, 2025. Open access.