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¿Por qué «La trinchera infinita» no es una película más de la Guerra Civil?

El actor malagueño y Belén Cuesta dan una lección en su interpretación en «La trinchera infinita», el drama de los realizadores de «Handia» que ya suena para encabezar el palmarés
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El actor malagueño y Belén Cuesta dan una lección en su interpretación en «La trinchera infinita», el drama de los realizadores de «Handia» que ya suena para encabezar el palmarés.
En 1969, Franco firmaba la Ley de Amnistía por la que «se declara la prescripción de todos los delitos cometidos con anterioridad al 1 de abril de 1939». Habían pasado exactamente 30 años desde el fin de la guerra y el Caudillo quiso escenificarlo con una «tabula rasa» que, de repente, permitió a decenas de «topos» salir de sus madrigueras. Estos individuos pasaron años y hasta décadas encerrados en casa o directamente bajo tierra para evitar la cárcel o el paredón.
Es el caso de Higinio, protagonista de «La trinchera infinita», la cinta con la que Aitor Arregui, Jose María Goenaga y Jon Garaño (creadores de «Loreak» y «Handia») salen del País Vasco y se matriculan con un sobresaliente. A pesar de las largas dos horas y media del filme, el público y la crítica aplaudieron a rabiar la cinta.
Podría decirse que los chicos de Moriarty, la productora que los agrupa, juegan en casa, pero sería más acertado asumir que este trío ha firmado la mejor película de lo que va de Festival. Y lo han hecho un día después de la presencia de Amenábar y su lectura de la guerra. «En la trinchera infinita», el conflicto y Franco son el contexto necesario para que veamos, a través de los ojos de Higinio, de puertas adentro, la evolución de un país frente al enquistamiento de los odios y las ideas extremas. Si hay una Concha de Oro en estos momentos, lleva su nombre.
«Queríamos hacer un acercamiento humano a la historia de Higinio, sin dar la espalda a la realidad que están viviendo, pero lo político es el contexto, lo que nos interesaba era lo doméstico», señala Goenaga. Fue él quien concibió por primera vez esta historia tras ver el documental «30 años de oscuridad» (2011), que indaga en el mundo de los «topos» durante el franquismo. En concreto, la historia del último alcalde republicano de Mijas, Manuel Cortés, sería lo más parecido a una base histórica para el Higinio de «La trinchera infinita». «No obstante, no hemos querido condicionarnos con esa historia real», señalan.
El filme arranca con una dura secuencia de represión y persecución nocturna en un pueblo malagueño. Higinio logra escapar y, al volver a casa, se ve obligado a esconderse. Así, con pequeñas modificaciones, pasarán la friolera de 30 años, día tras día escondido tras un tabique mientras su mujer Rosa y su hijo evolucionan con el exterior, lejos del enquistamiento de Higinio, y el pueblo que entrevemos a través de los visillos, va mostrando una España que intenta zafarse de rojos y azules y, al final del franquismo, vivir sin rencor, sin memoria.
«Si Higinio está escondido es por miedo. Y todos tenemos miedo a algo: a dar el paso, a dejar el trabajo, a salir del armario», señala Garaño. La idea es que ese miedo de Higinio se proyecte hacia el presente y que, añade Arregi, «el espectador de hoy vea que las ropas cambian, pero las inquietudes humanas son siempre las mismas». Al final, el modo en que Higinio lidia con su miedo y sus obsesiones propias es más importante que el contexto externo de un país en constante movimiento.
Rumbo a Andalucía
Claro que sin el protagonismo de Antonio de la Torre y Belén Cuesta «La trinchera infinita» no habría alcanzado esas cotas de veracidad. Ellos mismos asesoraron a los tres directores vascos e insistieron en la necesidad de que el acento malagueño fuese fiel y la recreación de la Andalucía del momento.
Su insistencia da frutos, pues estos realizadores tan enraizados hasta el momento («Handia» era vasca hasta la médula) firman desde Andalucía una historia universal y doméstica al mismo tiempo. «Es la herencia de nuestros padres, de nuestros pueblos. Les podemos decir a los ''milenials'' que venimos de ahí», explica Antonio de la Torre, que apunta a Concha de Plata a mejor actor tanto como «La trinchera infinita» pinta bien para competir por la Concha de Oro. Y es que, además de que los chicos de Moriarty son queridos y admirados en su tierra, la cinta ha dejado buen sabor de boca en toda la crítica.
Lo de Antonio de la Torres es ya casi una rutina. No hay trabajo del que no salga aplaudido. Y éste de «La trinchera infinita» no lo es menos. El malagueño ya contaba con un precedente en su carrera como fue «La noche de 12 años», en el que daba vida al expresidente uruguayo José Mujica en los duros tiempos de encarcelamiento.
Aquí, De la Torre vuelve a vivir en escasos metros cuadrados. ¿Cómo es posible interpretar la claustrofobia? «Buscando en las tripas: no hay fórmula para actuar eso», señala el actor, que valora el trabajo de Belén Cuesta, actriz que también tiene opciones de arrancar un premio a una Sección Oficial que ha repuntado con «La trinchera infinita».
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