Ramón Paso: "Nos preocupa más la cuenta corriente que la vida y la muerte"
En "Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales"enseña que el mundo es más sencillo de lo que parece
En "Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales"enseña que el mundo es más sencillo de lo que parece.
Las personas, a menudo, confundimos lo que realmente deseamos con lo que nos han dicho que deseamos. Somos esencialmente espirituales, pero nos comportamos como especies materiales, lo que nos lleva a perder el tiempo en sandeces y frivolidades y a dejar que la vida se nos escape. Confundimos valor y precio, como dice la canción de Serrat, ocupándonos de complicar un mundo que, en el fondo, es más sencillo de lo que parece. Son reflexiones de Ramón Paso, el director de «Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales» –hasta el 19 de febrero en el Teatro Lara de Madrid–, una tragicomedia que entrelaza historias de siete personajes para enseñar que nos saboteamos como idiotas y que cuando queremos decir una cosa, en ocasiones, terminamos diciendo la contraria por culpa del desequilibrio que existe entre nuestro corazón y nuestro cerebro.
–¿Es posible aplicar las leyes de la relatividad a las relaciones sexuales?
–Por supuesto. No hay nada más relativo que cuando dos personas deciden gustarse, incluso por aspectos muy contrarios a los que realmente son.
–¿Qué pensaría de esto Albert Einstein?
–Él tenía mucho sentido del humor, le haría gracia.
–La obra nos enseña que el mundo es más sencillo de lo que parece.
–Por eso hay que buscar la belleza en la sencillez; olvidarse tanto de lo material e ir al cariño, a la risa, a las cosas bellas y gratis. El mundo es muy sencillo, pero nosotros lo complicamos mucho.
–¿Qué le ha llevado a escribirla?
–La sensación de ver cómo se va destruyendo la civilización por culpa de la soledad, que es nuestra principal epidemia. Las redes sociales, en realidad, son antisociales. Cada vez estamos más separados.
–¿Y ese «aislamiento» irá a más?
–El ser humano es muy dado a hacer tonterías y, después, a buscar soluciones. Creo que se activarán mecanismos para crear anticuerpos contra el virus de la soledad.
–Pero la soledad buscada es placentera...
–Sí, aquella que sirve para encontrarse con uno mismo. El problema es cuando quieres encontrarte con otro y no hay manera. Es triste tener 1.000 amigos en Facebook y ninguno en la vida real.
–La función refleja un trío entre la muerte, el sexo y el amor.
–Son las tres cosas que mueven al ser humano. Pero en la obra lo tratamos estos temas tan importantes con sentido del humor. De hecho, el público se ríe de situaciones tristes y desoladoras.
–¿Qué tiene de trágico?
–Los personajes, la soledad. En esta sociedad los que más pena y miedo me dan son los que cogen a conciencia el camino equivocado.
–¿Y de comedia?
–Que la gente se da cuenta de la locura en la que hemos convertido el mundo.
–Hay a quien le preocupa más que la vida...
–Nos preocupa más la cuenta corriente que la vida y la muerte. Exista Dios o no, a este mundo hemos venido 80 o 90 años, con mucha suerte. Es decir, un tiempo limitado que además perdemos enganchados en frivolidades y preocupaciones por el dinero y tonterías varias.
–¿El amor también nos sorprende?
–Muchas veces tampoco nos pilla preparados. En ocasiones, llega y no lo vemos. O lo confundimos con el sexo, o con la necesidad de no estar solos. Asimismo, puede ocurrir que cuando, por fin, aparece el amor verdadero lo dejemos pasar.
–¿Y el sexo?
–Se suele ver venir un poco más. Si no, siempre hay farmacias 24 horas (risas).
–¿Cuál es la mayor contradicción del ser humano?
–Ser esencialmente espirituales y comportarnos como especies materiales.
–A menudo, corazón y cerebro no están alineados. ¿Cómo equilibrarlos?
–A través del amor.
–¿Lo inevitable es evitable?
–Desde luego. El ser humano lo ha demostrado.
–Pero, ¿qué es inevitable?
–Lo único inevitable, de verdad, es la muerte. Todo lo demás tiene solución si se dialoga y se habla. En este país nos falta diálogo y nos sobran convicciones.
–¿Todo es relativo?
–No, hay cosas absolutas, ya nos lo enseñó Kant. El absoluto existe. Ahora bien, que una cosa sea absoluta no significa que no se pueda solucionar.