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Rodrigo Domínguez, vocalista de Mendoza: «Hay que contar historias sin pensar en los ''likes''»

Tras varios años en el mundo de la música como compositor, guitarrista y teclista, se pone delante del micrófono en su proyecto más íntimo, que lleva por título «Grietas de timidez»

Rodrigo Domínguez / Foto: Alberto R. Roldán
Rodrigo Domínguez / Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Tras varios años en el mundo de la música como compositor, guitarrista y teclista, se pone delante del micrófono en su proyecto más íntimo, que lleva por título «Grietas de timidez».

La pasión de Rodrigo Domínguez (Colmenar Viejo, 1985) siempre ha sido contar historias, llegar al corazón con las palabras. Por eso estudió periodismo. Pero su inquietud siempre fue más allá y desde hace años compagina su profesión con su otra amante, la música, con la que se desahoga, con la que llora y se ríe, con la que reúne amigos y fans en cualquier sala de conciertos para saciar su sed creativa. Tras varios años en el mundillo ahora presenta su primer grupo como vocalista después de triunfar con Novembre Elèctric con la guitarra y el teclado. Mendoza es su proyecto más personal, donde rasca en el alma para dar voz a un disco, «Grieta de timidez», repleto de verdades y muchas «Ganas», como apunta su primer single.

–¿Cómo ha sido el camino hasta llegar a lo que es hoy Mendoza?

–Yo, que ya calzo casi 34 años, llevo haciendo mis propias canciones desde que tengo 18. Había puesto mis letras y música en otras bandas con distintos cantantes, pero mis padres, que siempre habían querido que fuera chef (ahora son como estrellas del rock, qué visionarios), me dijeron que ya era hora de dejar de ser el segundón de la música y que debía dar la cara, o más bien la voz. Convencí a un grupo de músicos amigos, Adrián, Bert, Josh y Dani, y todo empezó a funcionar. Han sido dos años de mucho trabajo, pero aquí estamos.

–¿Su «boy band» está inspirada en el autor catalán? ¿Es una especie de homenaje? ¿Cuánto de Domínguez hay en Mendoza?

–Buscar un nombre es algo muy complicado. Comentándolo con amigos y miembros de la banda se nos ocurrían todo tipo de sinsentidos. Por lo visto le está pasando a muchas bandas, no hay más que ver los carteles de los festivales para darse cuenta. En realidad, mi casa cuenta con una buena bibliografía de Eduardo Mendoza. Sus historias rocambolescas han inspirado mi vida, así que ponerle su nombre al grupo me parecía un homenaje. Espero que no le moleste. Además, Mendoza es un nombre que sonaba contundente, el único riesgo era que la gente empezase a llamarme Rodrigo Mendoza (pensando que es mi apellido), por lo que lo hemos utilizado a nuestro favor y a veces decimos que los miembros de la banda somos los hermanos Mendoza. Así creamos un poco más de confusión.

–¿Cuáles son los principales obstáculos para montar un grupo desde cero sin una compañía discográfica detrás?

–Lo más difícil es la conciliación laboral/familiar/psicológica/ «mequieroirdefindesemana». Una vez superado ese escollo y siempre contando con músicos muy profesionales, como es el caso de Mendoza, ya solo nos quedaría dinamitar la industria musical del país, establecer un nuevo orden cultural mundial y ver si hay suerte.

–¿Es complicado hacerse un hueco en el mundo de la música y competir frente a las grandes discográficas?

–En realidad, nosotros no competimos con las grandes discográficas. Nos gustaría que nos contrataran, pero como la mayoría de grupos, no hacemos música pensando en la cuenta de resultados de los negocios de otros. Lo nuestro no es un negocio. De hecho, es justo lo contrario: un agujero negro por el que se van miles de euros. Esa es la realidad de la música.

–El sello «indie» tiene cada años más adeptos... ¿Les gusta que les cataloguen así?

–En lo musical, si por «indie» entendemos grupos como Vestusta Morla, no, no nos sentimos identificados, aunque sabemos que el público sí podría llegar a asociarnos a ese estilo de música. Nos encantan, su directo, la forma en la que han hecho las cosas más allá de la industria, aunque nosotros no somos como Vetusta Morla.

–¿Este auge de lo independiente ha perdido en cierto modo su esencia? ¿Es lo «indie» más «mainstream»?

–Tenemos un problema. Hemos creado nichos culturales. Si escuchas solo Radio3 y te mueves en círculos de la clase media urbanita progre, lo más probable es que pienses que lo «indie» es «mainstream», pero la sociedad es mucho más que eso. Hay decenas de bandas que no suenan en estos círculos y que tienen miles de oyentes. Nosotros intentamos salirnos de ahí, escuchar cosas nuevas, someternos a experimentos.

–¿Cuál es el verdadero espíritu «indie»?

–Lo independiente es hacer la música que quieres y contar las historias que necesites narrar sin permanecer pendiente de los «likes» que consigues en Instagram.