Musical

“Los chicos del coro”, emoción y vida

Llega al Teatro La Latina el musical basado en la exitosa película, dirigido por Juan Luis Iborra y con Jesús y Rafa Castejón y Natalia Millán en sus principales papeles

El Fondo del Estanque, además de un internado perdido en cualquier parte, quizá sea la metáfora perfecta del lugar que la vida reservó a unos niños huérfanos, víctimas de la pobreza y el abandono en la Francia de 1949 tras la Segunda Guerra Mundial. A este internado llega Clément Mathieu, profesor de música en paro, que acepta un puesto como vigilante. En El Fondo del Estanque, encontrará el aliciente para volver a su gran pasión: la música. Mathieu pone en marcha una coral como método para atraer a los niños hacia a la escuela, en contraposición al castigo sistemático de acción-reacción que impera en el centro. Los chicos del coro es una película que está en el imaginario de mucha gente porque emocionó en todo el mundo con las voces de Les Petites Chanteurs de Saint Marc de Lyon. El musical posterior también triunfó en Francia y ahora llega a España, al Teatro de la Latina, dirigido por Juan Luis Iborra, la dirección musical de Rodrigo Álvarez y un elenco con Jesús y Rafa Castejón, Natalia Millán, Eva Diago, Antonio M M e Iván Clemente, junto a una coral de 75 niños divididos en cinco repartos.

Un proyecto que tiene muy ilusionado a su director. “Soy el hombre más feliz de la Tierra, hay pocas veces que uno puede decir eso, pero en 40 años, es el proyecto más bonito que me han ofrecido, aunque sea complicado y agotador, porque son muchos niños –afirma–, pero a mí me vale. Yo había visto la película varias veces, pero no sabía que era la favorita de tanta gente. Los que vengan se van a emocionar mucho porque toca directamente el corazón”.

Jesús Castejón y Natalia Millán son dos de los nombres que encabezan el reparto
Jesús Castejón y Natalia Millán son dos de los nombres que encabezan el repartoFernando SánchezEuropa Press

El proyecto difiere un poco del musical francés, aquí hay dos canciones más, una de la madre, además de una profesora y niñas, que en la película no había. Se ha montado una escolanía propia “porque no querían cantores profesionales y creo que esa ha sido el mayor acierto –asegura– porque son chavales que no han actuado nunca, solo dos o tres en otros musicales y eso da mucha frescura”. Iborra, como le llaman los chavales, solo había trabajado una vez con niños. “No es fácil, pero yo estoy disfrutando muchísimo, siempre es enriquecedor, aunque también puede ser una “tortura”–afirma entre risas–. Me dije: tengo que jugar con ellos, tienen que saber que esto es serio, porque hay dinero y unos productores detrás, pero tienen que jugar, sobre todo los más pequeños, porque los mayores entienden mejor que digas “silencio”, los de seis años el silencio lo entienden la primera hora, pero tienen algo que atrapa y para mí es maravilloso”, afirma un director que no puede ocultar su felicidad y entusiasmo con este trabajo.

Además de emotividad, en Los chicos del coro subyace un tema muy profundo como es la enseñanza y más con chicos problemáticos. Presenta dos modos educativos antagónicos, la letra con sangre entra y el castigo como método –representado por Rachin– y el diálogo, el cariño y la cercanía que defiende Mathieu “que se escandaliza cuando llega al colegio y ve cómo se castiga y se les mete en el calabozo. Él los pone a cantar y hasta los más rebeldes y duros empiezan a disfrutar, a sonreír, a estudiar más, a entenderse entre ellos, utiliza el poder de la música como nexo y como terapia para unos niños con muchas carencias afectivas. El arte es terapéutico y transformador y la música para ellos es su mejor terapia porque es sanadora y, en este caso, también salvadora –significa Iborra–, tiene poder para cambiarlos y el coro es un modo de superación, algo donde agarrarse. El castigo saca lo peor de ellos, pero la música es capaz de sacar lo mejor y un lugar oscuro y tenebroso como el internado empieza a llenarse de luz y eso tratamos de reflejar en nuestra versión del musical, hemos querido hacerlo más alegre y festivo –afirma-. La emoción está, pero los niños son niños y saltan, se pelean, gritan, tienen mucha vida. Es cierto que en los momentos más tristes están emotivos, pero yo he intentado que esta historia tan triste esté llena de vida”, concluye.

  • Dónde: Teatro de La Latina, Madrid. Cuándo: desde el 16 de noviembre. Cuánto: de 34 a 69 euros.