«El lunar de Lady Chatterley»: Lo que ellas tienen que aguantar
Autor: Roberto Santiago. Dirección: Antonio Gil. Intérprete: Ana Fernández. Teatro Español. Hasta el 8 de octubre.
Con su habitual capacidad para hacer cercano y entretenido cualquier asunto, Roberto Santiago –conocido sobre todo por sus trabajos en cine y también por su exitosa colección de literatura infantil Futbolísimos- le ha hincado el diente nada menos que a El amante de Lady Chatterley para construir, en torno a la trama y los personajes de la novela, un monólogo que permita a la protagonista ajustar cuentas con todo el entorno social que en el libro de Lawrence censuraba torticeramente su conducta por inmoral.
Apoyándose en una línea de pensamiento y en un lenguaje plenamente contemporáneos, Santiago tiende un fantástico puente entre ese pasado no tan lejano en que fue escrita la obra original –tildada en aquel entonces de escandalosa- y el presente para advertirnos de cuál puede ser el sitio real que sigue ocupando la mujer en un mundo que, aun estando sujeto a unos supuestos principios de igualdad y justicia, se resiste a contemplar debidamente en su ordenación la rica y compleja idiosincrasia femenina. En una original apuesta por restar dramatismo en el envoltorio y por despojar el mensaje de arengas, Antonio Gil dirige la función haciendo que el mensaje cale eficazmente en el espectador después de haber imprimido una amable sonrisa en su rostro. Ana Fernández, que asume la complejidad de este curioso trabajo –arriesgado porque no es especialmente vistoso– en un momento muy apropiado de su carrera, resuelve con oficio el reto que propone el director dejándose imbuir de ese espíritu juguetón que caracteriza el teatro británico y que Gil, por su atípica trayectoria, conoce probablemente mejor que nadie en nuestro país.
El resultado de todo esto es un espectáculo bien hecho, sin grandes pretensiones filosóficas pero no exento de algunas fundamentales, que encuentra su mayor lastre en los caracteres que ya dibujó Lawrence, un tanto excesivos en algunos aspectos y supeditados de forma artificiosa a las propias tesis que aborda eel escritor sobre la relevancia del impulso natural en la conducta del individuo. Tesis no tan originales, por otra parte, como se ha hecho creer muchas veces, porque incluso en España ya las había anticipado el olvidado escritor Salvador Rueda.
LO MEJOR
Autor, director y actriz hacen un encomiable trabajo lejos del manido monólogo dramático
LO PEOR
El valor de los personajes de Lawrence hoy nos resulta literariamente algo pobre