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Ernesto Caballero avisa: cuidado con el fantasma "puritano"que recorre el arte

En la presentación de la nueva programación del CDN, el dramaturgo dice adiós a la institución que ha dirigido ocho años.
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En la presentación de la nueva programación del CDN, el dramaturgo dice adiós a la institución que ha dirigido ocho años.
Proclamando «un encendido voto por la libertad de expresión» quiso terminar ayer Ernesto Caballero su discurso de despedida en la presentación de la nueva temporada del Centro Dramático Nacional. Será el último que pronuncie, al menos de estas características, antes de que sea relevado por Alfredo Sanzol, que ocupará su puesto a partir de 2020. «Un fantasma recorre el arte: el fantasma del puritanismo revestido de corrección política», advertía antes de su partida definitiva el dramaturgo madrileño, que ha dirigido esta institución durante ocho años. «¡Cuidado! –avisaba a los presentes en el abarrotado Teatro María Guerrero–, una de las principales funciones del teatro es combatir el sectarismo, combatir los dogmas incuestionables, alentar la controversia para enriquecer la conversación pública». Y, para hablar de esa amenazante «moralina de cortos vuelos que ignora que el arte es ante todo una perturbadora interrogación sobre la realidad», no pudo por menos de citar a su adorado Jardiel Poncela, quien supo, con su habitual ingenio, señalar en una breve frase la diferencia entre las posibilidades educativas del teatro y la fútil manipulación que cabe hacer de él con fines adoctrinadores: «El teatro es un gran medio para educar al público, pero el que hace teatro educativo se encuentra siempre sin público al que poder educar».
Atestiguando el paso del tiempo, como él mismo reconocía, con el uso de unas gafas para leer que no necesitaba cuando se colocó por primera vez al frente en esta unidad de producción del Ministerio de Cultura, Caballero hizo, no sin antes agradecer a todos sus predecesores el legado recibido, un somero resumen de sus líneas de actuación como director del CDN en este tiempo, que principalmente han sido la búsqueda de un equilibrio artístico entre «mantenimiento y renovación»; la preocupación por reflejar en la cartelera «una pluralidad acorde a una ciudadanía heterogénea que sostiene con sus impuestos la institución»; la puesta en valor y la difusión de la dramaturgia española contemporánea; la creación del laboratorio Rivas Cherif, dedicado a la investigación, y la apertura de una sala pequeña llamada «El Mirlo Blanco» para poner en escena los proyectos nacidos en ese laboratorio; la inclusión social dentro de la creación teatral; la atención al mundo de los títeres; la configuración de una programación en la que se cumplan los «criterios de paridad entre hombres y mujeres»; y la colaboración con centros de producción extranjeros con la consiguiente exhibición de montajes provenientes de fuera que permitan al espectador de aquí hacerse una idea global de por dónde van los tiros en la creación contemporánea.
Precisamente, esos montajes foráneos son algunos de los platos fuertes de una programación como tal que, después de los preámbulos y las despedidas, se presentó a continuación de manera pormenorizada. Entre los principales reclamos de este año, sin duda, está la visita en noviembre del aclamado creador Peter Brook, distinguido con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2019 y a quien Caballero –ya mucho más relajado en esta parte de su intervención– calificó de «dalái lama de los teatreros». El veterano director inglés acudirá al María Guerrero con «Why?», una obra escrita por él mismo y por su inseparable compañera Marie-Hélene Estienne que reflexiona sobre el propio hecho teatral y su relevancia a lo largo del tiempo.
A buen seguro que no menos entusiasmo mostrará el público para recibir, en el próximo mes de octubre, a la popular y complicada actriz Isabelle Huppert, que estará en el Teatro Valle-Inclán protagonizando, a las órdenes de Robert Wilson, un monólogo –muy vistoso, pero no tan exigente desde el punto interpretativo como se ha querido hacer ver, a juicio de este modesto crítico que ya ha visto en Lisboa el montaje– sobre la reina María Estuardo.
Los límites del lenguaje
En cuanto a los proyectos nacidos aquí, el veterano José Carlos Plaza asumirá la dirección de una de las obras capitales de la literatura dramática española: «Divinas palabras». La «Tragicomedia de aldea» con la que Valle-Inclán entró para siempre en el parnaso teatral estará protagonizada, entre otros, por María Adánez. Magüi Mira y José Sanchis Sinisterra; por su parte, volverán a coincidir, en esta ocasión como directora y autor, respectivamente, en «Naufragios de Álvar Núñez (o la herida del otro)», una obra en la que el dramaturgo valenciano vuelve a explorar los límites del lenguaje teatral para hablar de la alteridad a partir de un hecho histórico tan trascendental como la conquista de América.
Y el propio Ernesto Caballero, en su estricta faceta de director artístico, se despedirá del CDN con la puesta en escena de «Madre coraje», de Bertolt Brecht, «un gran clásico del teatro contemporáneo –en palabras del director–; una obra inmensa como inmensa es Blanca Portillo, que será la protagonista, y como inmenso es todo el elenco y el resto del equipo que me acompaña».