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Fernando VII, el rey «traidor» da otra vez el cante

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El Español estrena el musical «Trágala, trágala», la nueva provocación de Ramírez de Haro («Me cago en Dios»), que arremete ahora contra la monarquía.
El «Trágala» era la canción que los liberales españoles utilizaban para humillar a los absolutistas tras el pronunciamiento militar de Riego. Se la cantaban a Fernando VII por negarse a firmar la Constitución de Cádiz («Y al que le pese / que roa el hueso, / que el liberal / le dirá eso. / Trágala, trágala, trágala / Trágala perro»). La canción alcanzó gran popularidad en España en dos momentos muy significativos en los que se luchó por la libertad: el Trienio Liberal (1820-23) y la Guerra Civil. «Trágala, trágala...» es el título elegido por Íñigo Ramírez de Haro para su última obra, una comedia musical que estrena en el Teatro Español, donde estará hasta el 19 de abril. En ella, el «Rey Felón» resucita dos siglos después de su entrada triunfal por Cataluña al grito de «¡Visca España, visca Fernando!» tras ser liberado por Napoleón y se encuentra con una Hacienda en crisis, la corrupción política, Cataluña independizándose, descontento social, la monarquía en entredicho... Según su autor, «una sátira política transgresora» que demuestra que tras el paso de los años «en España no ha cambiado nada».
La pieza la dejó programada el anterior director del Español, Natalio Grueso, y es una muestra del espíritu provocador de un autor que hace unos años fue objeto de una gran polémica. Su obra «Me cago en Dios» levantó las iras de un sector de la Iglesia católica y fue objeto de un ataque ultraderechista dentro del mismo teatro donde se representaba. «Recibí 3.300 denuncias, pero el juez sobreseyó el caso». Sobre ésta, el autor manifiesta que es una «bomba previa a las elecciones». Fernando Albizu encabeza un reparto en el que también están Jorge Machín, Ramón Merlo, Luis Mottola, Balbino Lacosta, Joshean Mauleón, Manuel Maestro, Ana Cerdeiriña y Paula Iwasaki, dirigidos por Juan Ramos Toro –de Yllana– y la música de Ron Lalá. Ellos han sido los encargados de la composición, las letras y la dirección musical. «Han compuesto las canciones basándose en el texto, y les han quedado tan bien, que estoy pensando en editar un disco con ellas», comenta. Irónicamente, dice Ramírez de Haro, «solo pretendo sacarte unas carcajadas. Y no pienses más», pero la propuesta es «exponer una idea profunda sobre la realidad histórica de España». Se la dedica «a los políticos, por habérmela inspirado con sus ocurrencias, dimes y diretes. Ellos nos han hecho ver que lo de España no es una tragedia, sino un sainete. Pero no aprendemos». ¿Y por qué presentarla como un musical? «Yo diría más bien teatro con música, porque pretendo que sea un espectáculo total para los sentidos, incluido el pensamiento. Estoy familiarizado con las obras de Broadway y sus grandes musicales que cuentan historias ligeras y lo que yo quería es uno con una potente historia detrás. Establecer un paralelismo entre Fernando VII y la realidad actual. Con este monarca se inicia la historia de la España contemporánea y todo lo que él inaugura sigue aún vigente: Dios patria, rey y nacionalismos». Y desgrana cada uno de estos elementos: «Con este rey vuelve la Inquisición, el gran invento español, la verdadera “mancha”, más que marca, España. Yo soy víctima de esa inquisición que me ha retirado de mi profesión, que es la vida diplomática». Y prosigue: «Sobre la patria hay que decir que es Fernando VII quien crea las dos Españas exterminándose entre sí en continuas guerras civiles desde el XIX; algo que no parece tener solución porque el mecanismo que se pone en marcha siempre es el mismo. En cuanto algo va a cambiar, los poderes fácticos lo reprimen y vuelta a lo mismo. Curiosamente, el debate político era igual que ahora, los absolutistas y los liberales eran blancos y negros y ahora son azules y rojos. Además –continúa Ramírez de Haro–, hay otro debate dentro de la izquierda actual entre socialistas, Izquierda Unida y Podemos, idéntico al de entonces entre liberales moderados y exaltados, o sea, Martínez de la Rosa y Riego, por eso subo por primera vez a Pablo Iglesias a un escenario como equivalente de Riego. El eje que fue Fernando VII y Riego, hoy sería Felipe VI y Pablo Iglesias». Para el autor, «Podemos es un revulsivo que ha dado conciencia de la “cleptocracia” en que nos hemos convertido. Su subida es fundamental para que los chorizos se lo piensen dos veces antes de meter la mano en la caja».
El invento nacionalista
Por otro lado están los nacionalismos. «Hace doscientos años, el rey entraba a España por Cataluña vitoreado por el pueblo catalán. Esto desmonta el mito catalán que dice que viene de muy antiguo, demuestra que esa mitología es históricamente falsa. Su nacionalismo es posterior, consecuencia de otro legado de Fernando VII, el carlismo, que, además de ser otro nacionalismo, es lo más reaccionario de la historia de España». Para el autor «nada cambia» y tiene claro que, «si hubiese otra guerra civil, yo sería fusilado por los dos bandos». En cuanto al pueblo, «se tiene la idea de que siempre es bueno, pero a veces es envidioso y absolutista porque seguía el discurso de la Iglesia contra el progreso. Fernando VII fue un hombre listo, no el tonto que pintan, vence a todos y muere en la cama. Hizo lo que le pedía un pueblo al que deliberadamente se mantiene ignorante para poder manipularlo».
Para Ramírez de Haro, «el teatro es tan importante porque es capaz de airear en un escenario lo que pasa en la calle. Su fuerza está en poder expresar libremente lo que uno opina sin nadie detrás que nos diga lo que hay que pensar. El teatro es directo y ahora vuelve a tener la fuerza y la libertad que tuvo en Grecia, aunque no tengas poder ni medios económicos. Hemos pasado del púlpito al mensaje. Seguro que al salir, la gente no va a saber mi opinión sobre Fernando VII, pero si va a ver la actualidad de España». ¿Y tiene solución?: «La disolución, esa es la solución».

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