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Arte

El arte moderno español que sobrevivió a la censura del régimen franquista

Una exposición del Thyssen de Málaga reivindica la figuración como vía de renovación del arte del siglo XX

Naturaleza muerta que Picasso ejecutó en 1944
Naturaleza muerta que Picasso ejecutó en 1944La Razón

Salvo Picasso, ninguno brilló ni antes ni después de la dictadura de Franco. A través de más de 60 pinturas, la nueva exposición “Modernidad latente” del Museo Carmen Thyssen Málaga relata un episodio del arte español que está determinado por la historia en la que se enmarca y que muestra el complejo desarrollo de la vanguardia en nuestro país.

 Juan Gris. "La cantante", 1926
Juan Gris. "La cantante", 1926La RazónLa Razón

A través de una narrativa que muestra la evolución de la figuración y la modernidad en España desde 1920 a 1970, esta exposición reúne por primera vez a todo un grupo de artistas que nunca luchó de forma conjunta y que fue ignorado tanto por el régimen franquista como por los historiógrafos de la democracia. Se trata de pintores resilientes que renovaron esta corriente y que ahora, desde la distancia y a través del arte figurativo, nos permiten comprender mejor qué España quedó tras la Guerra Civil: un país desolado, austero, solitario y de colores pardos.

Autores como Juan Gris, María Blanchard, Daniel Vázquez Díaz, Francisco Bores, Pablo Picasso, Óscar Domínguez, Benjamín Palencia, Godofredo Ortega Muñoz, Juan Manuel Díaz-Caneja, Delhy Tejero, Carmen Laffón, Menchu Gal, Manuel Ángeles Ortiz o Antonio López, entre otros muchos, protagonizaron diversos episodios figurativos antes y después de la Guerra Civil, desde España y desde París, que se muestran en la exposición en dos secciones.

En “Promesas de vanguardia (1920-1940)” se ofrece un compendio del panorama figurativo español anterior al estallido de la guerra. En esta sección, en la que encontramos obras de Picasso, Juan Gris, María Blanchard o del también malagueño Joaquín Peinado, se encuentran todos aquellos artistas que pasaron por París y que vivieron las vanguardias –casi todos bajo la sombra de Picasso– de forma muy especial e intensa. “Es un capítulo bellísimo de la exposición en la que destacan no solo Picasso y Óscar Domínguez, sino también muy especialmente María Blanchard y Juan Gris porque dotaron al cubismo de una segunda vida”, señala Lourdes Moreno, directora artística del Museo Carmen Thyssen Málaga.

Silenciosa y contenida

Esta primera sección es imprescindible para entender cómo –después de la Guerra Civil y a pesar de la censura franquista– autores como Zabaleta, Díaz-Caneja, Menchu Gal, Antonio López, Carmen Laffón destacaron por pertenecer a un grupo de pintores que, aunque no son considerados vanguardistas, sí que fueron renovadores. En la siguiente sección “El arte pese a todo (1940-1970)” se reafirma el papel que la figuración desempeña como espacio de resistencia de una modernidad que se mantiene en “estado latente” en un panorama –sobre todo en plena posguerra y posterior autarquía–muy poco propicio para las novedades artísticas. “El espíritu que los mueve es completamente distinto al de la etapa anterior”, recalca la directora. En otras palabras, la figuración española transitó entre dos etapas bien diferentes: la primera es “inédita, audaz y cosmopolita” y la de después de la guerra es “silenciosa, contenida y ensimismada”, aquella que tuvo que adaptarse a un contexto muy poco propicio para la transgresión, aunque nunca dejó de ser renovadora.

“Este segundo capítulo quedó sepultado por la abstracción”, insiste Moreno. Según explica la directora artística “el régimen consideró que este movimiento (abstracción) era mucho más moderno que los autores de esta exposición”, lo que supuso que, deseosos ya en los años sesenta de tener un acercamiento con Europa, pintores como Zabaleta o Carmen Laffón cayeran en un ostracismo artístico por el simple hecho de mantener la modernidad en tiempos difíciles. Al contrario, El Paso, el grupo Parpalló o el Equipo 57, entre otros, impulsaron una renovación del lenguaje plástico en España que triunfó fuera y dentro de nuestras fronteras, lo que supuso que las obras que ahora están presentes en el Thyssen de Málaga –modernas, pero no rupturistas– ni si quiera fueran estudiadas en conjunto después de la dictadura.

En esta segunda sección aparecen artistas que ejercerán cierta libertad creativa en géneros tradicionales como el paisaje o la naturaleza muerta. En conjunto, aunque no existía un vínculo político, ahora se puede apreciar “toda esa tristeza plasmada en las tierras baldías, pobres, melancólicas y con paisajes muy solitarios”, indica Moreno. Por ejemplo, en la obra José Beulas, Moreno señala que se puede apreciar un paisaje “muy triste, solitario y con una gama cromática, en general, de colores pardos y oscuros”. Lo mismo ocurre con bodegones de Juan Barjola o Álvaro Delgado que, a través de la representación de una paloma y un cuchillo, este último hace “referencia a la muerte y pesadumbre de la Guerra Civil”.

Geodofredo Ortega. Alcornoques, 1970
Geodofredo Ortega. Alcornoques, 1970La RazónLa Razón

En esta línea, en la segunda parte de la exposición podemos encontrar obras de Zabaleta, Díaz-Caneja, Menchu Gal, Antonio López o Carmen Laffón en España, y de Manuel Ángeles Ortiz o Luis Fernández en París, ciudad donde nacerán las propuestas más avanzadas de la mano de Picasso, Bores u Óscar Domínguez.

Esta exposición, que permanecerá abierta hasta el ocho de septiembre, ofrece una posibilidad única de comprender la evolución de la figuración en España a través de más de sesenta pinturas –procedentes en su mayoría de Colección Telefónica– que han pasado desapercibidas por, simplemente, permanecer a un periodo histórico equivocado.