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Francisco Peña: «Con Nieva encontramos a Ionesco en Valdepeñas»

Ediciones Antígona publicará los ensayos de Francisco Peña sobre el teatro del dramaturgo
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Francisco Peña, responsable de una edición de las obras completas de Francisco Nieva en 2007 y probablemente la persona que mejor conoce su teatro, acaba de enviar a la Editorial Antígona las páginas reunidas de lo que será, si se mantiene el título, «Francisco Nieva. Un teatro en libertad». El volumen, aún sujeto a cambios, rondará las 250 páginas y reunirá un conjunto de ensayos de Peña sobre la trayectoria de Nieva. En ellos aborda su formación cultural, sus orígenes en la literatura medieval, Cervantes y el Barroco, la huella de Valle-Inclán, Gómez de la Serna, Jarry, Artaud, Ionesco, Beckett, Genet... También recogerá sus constantes temáticas, desde el sexo a la religión, la ambigüedad, la muerte como ritual, Babilonia... El volumen se detiene igualmente en una importante faceta de Nieva: el artista de teatro total, escenógrafo, director, dramaturgo... «Hay cuatro elementos clave que se reúnen en la obra de Nieva. Haber sabido fundirlos le hace grande. Por un lado, la fusión de lo tradicional español. Uno lee ‘‘Coronada y el toro’’ o ‘‘Pelo de tormenta’’, y entiende claramente lo que es la tradición española, la expresión de un mundo popular, del intento a a través del arte y la imaginación de liberarlo de ataduras».
Curiosamente, añade Peña, «Nieva es también uno de los que mejor han sabido captar las vanguardias. Podemos encontranos claramente cómo Ionesco está en Valdepeñas». Y añade: «Consigue trasladar todo el sentimiento del pueblo español a las vanguardias. El surrealismo y el absurdo que aparecen en su obra le sirven para explicar el sentimiento del pueblo español». Por otro lado, el dramaturgo ha fundido «una palabra rica, creadora, con constantes neologismos, y lo vimos en ‘‘Salvator Rosa’’, cuando juega con el verbo ‘‘procede’’. Hay un constante juego de teatro creativo. Y al mismo tiempo, un espectáculo, en el cual vemos una gran escenografía, un movimiento escénico, figurines, disposición espectacular, pero con una carga de profundidad textual absoluta».
Peña destaca entre las influencias del autor el postismo: «En su juventud, cuando está en España, antes de irse a Francia, vive la estética del postismo, con Chicharro, con Edmundo de Ory... Ve la forma de entrar en la revolución a través de la vanguardia. España en los años 40 y 50 vivía una situación de opresión, de tremenda carencia cultural. El postismo es una ventana, una puerta abierta a un pataleo basado en esa riqueza idiomática. Le ha marcado como actitud vital. Es un punto de partida de su gran teatro revolucionario».
Por otro lado, Nieva señala su «romanticismo, el melodrama romántico y el misterio, que él siempre dice que está en el germen de su obra»; también la parte popular: el sainete y la zarzuela. «Está tan arraigado al pueblo español que al final te encuentras con personajes que están saliendo de las obras. De hecho su discurso de ingreso en la RAE fue en defensa del género chico y ha montado zarzuelas». Entre sus temáticas destaca «el concepto de la culpa». Y es que, «mire donde mire, Nieva se encuentra que siempre tiene la idea del pecado encima». De ahí surge el sexo, otro de sus temas y vía de escape. Hay en su obra «orgía y revolución», cuenta Peña. También «ceremonia y mito». Todos esos rasgos y características están analizados en unos cientos de páginas clave para entender a un maestro nuestro teatro.

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