Teatro

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Los payasos regresan a el Circo del Sol

El Cirque du Soleil vuelve a Madrid dentro de su gira por España con un espectáculo que regresa a sus orígenes, haciendo homenaje al circo tradicional de acrobacias y clowns.

El Circo del Sol se estrenó mundialmente en 2007 en Montreal y ha pasado por más de 60 ciudades
El Circo del Sol se estrenó mundialmente en 2007 en Montreal y ha pasado por más de 60 ciudadeslarazon

El Cirque du Soleil vuelve a Madrid dentro de su gira por España con un espectáculo que regresa a sus orígenes, haciendo homenaje al circo tradicional de acrobacias y clowns.

En las once ocasiones que el Cirque du Soleil ha visitado Madrid siempre ha instalado su carpa blanca. Será en esta ocasión cuando, por primera vez, la compañía levante su icónica carpa azul y amarilla para una de sus producciones más especiales, «Kooza», un regreso a sus orígenes que rinde homenaje al circo tradicional combinando dos de sus tradiciones ancestrales, las acrobacias y el arte de los payasos. «La vuelta a un pasado sin tanta tecnología, un espectáculo para todo el mundo basado, fundamentalmente, en unos artistas y una historia», explica David Shiner, su creador y director. Pero con mucha fuerza visual entre vestuario, números y música como hilo conductor del relato. Colorido, humor y mucha poesía. El estreno mundial de «Kooza» se produjo en 2007 en Montreal y, desde entonces, se ha representado en más de 60 ciudades del mundo. Tras haber pasado por Valencia, Gijón y Málaga, el Circo del Sol estará instalado dos meses en la Casa de Campo Madrid.

Corría el año 1984 cuando un grupo de artistas callejeros lo crearon en Quebec, desde entonces, las cifras de artistas, empleados, países visitados o espectadores marean. La compañía cuenta con cerca de 4.500 empleados, entre ellos, 1.400 artistas procedentes de más de 50 países. Todo es tan a lo grande que han reinventado la forma de hacer circo, que tiene como misión despertar la imaginación, estimular los sentidos y provocar emociones. David Shiner, que comenzó como carpintero, se convirtió en payaso cuando descubrió su potencial para hacer reír. Se inició como mimo callejero en París, pero su carrera despegó cuando fue descubierto en el célebre festival de circo Cirque de Demain. Tras pasar por diferentes compañías llegó al Circo del Sol en 1990.

Una caja de sorpresas

«Kooza» fue su primera creación para él, pero no la única. Su nombre se inspira en la palabra sánscrita «koza», que significa «caja», «cofre» o «tesoro», y Shiner lo escogió porque su producción remite a la idea de un «circo dentro de una caja». «Digamos que es un regalo de sorpresas, un tesoro –explica su director–. Trata de la conexión humana y el mundo de la dualidad, lo bueno y lo malo». Cuenta la historia de Inocente, un solitario melancólico que busca su lugar en el mundo. El espectáculo comienza cuando el Trickster irrumpe en escena ante el Inocente como una caja de sorpresas, pero ésta solo será la primera de todas las que están por llegar. El viaje del Inocente lo lleva a encontrarse con una serie de personajes cómicos como el Rey, Heimloss, el Detestable Turista y su Perro Malo.

Entre dualidades como la fuerza y la fragilidad, la confusión y la armonía o la risa y la sonrisa, el espectáculo, a medida que avanza, explora conceptos y temas como la identidad, el miedo, el reconocimiento o el poder, toda la amplitud y fragilidad del ser humano mezclada con humor. Para Shiner es importante contar algo con lo que el público pueda identificarse, «estoy convencido de que tenemos que evitar aquellas historias abstractas o que no tengan nada que ver con nuestro día a día. Cuando haces un espectáculo circense –prosigue– no puedes dotarlo de una historia muy compleja porque es interrumpida continuamente por los distintos números y debe seguirse bien». La clave para un buen espectáculo es «tener las ideas claras respecto a lo que quieres contar y conseguir los artistas adecuados».

Cuento de esperanza

Este es un cuento de esperanza, de inocencia y de celebración del espíritu humano. «La historia de una persona que busca su lugar y cuyo objetivo último y máximo es conseguir la alegría, es decir, encontrar el sentido más profundo de la vida, de nuestra condición como seres humanos», afirma. Para él, ser clown es una cosa muy seria, «el payaso toma nuestras debilidades humanas más profundas y las hace graciosas». Y está convencido de que es más difícil hacer reír que hacer llorar. «En esencia, el payaso es un personaje que nos ayuda a mantener el contacto con una parte sagrada de nosotros mismos. Un buen clown es capaz de transformar el sufrimiento en risas y, para eso, necesita realizar un trabajo de introspección, debe saber integrar nuestras luces y sombras, las peores agonías y tristezas y las mayores alegrías». Shiner está convencido de que nos iría mejor si les hiciéramos más caso a ellos que a los políticos. «En la historia, los únicos que tenían un bufón al lado eran los reyes, que escuchaban de ellos las mayores críticas». Como director, lo que más le interesa es «la emoción, conseguir que los artistas conecten con el público, que el espectáculo sea una puerta abierta a las emociones y dejar al final alguna reflexión al espectador y, sobre todo, esperanza». ¿Y no cree que el circo es un espectáculo en decadencia? «Está en declive, aunque hay excepciones como el Circo del Sol, sobre todo lo están aquellos que utilizan animales porque esto es un claro insulto a la naturaleza, los tratamos como si no tuvieran valor ni significado, como si fuéramos superiores a ellos y no lo somos», concluye.