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Una comedia de hoy a la manera de Lope

Después de la aplaudida «Mestiza», se estrena en Madrid el segundo y esperado trabajo de la compañía Ay Teatro, de Álvaro Tato y Yayo Cáceres.

Arriba, Carlos Lorenzo, Alba Banegas y Antonio Hernández. Y abajo, Sol López y Diego Morales
Arriba, Carlos Lorenzo, Alba Banegas y Antonio Hernández. Y abajo, Sol López y Diego Moraleslarazon

Después de la aplaudida «Mestiza», se estrena en Madrid el segundo y esperado trabajo de la compañía Ay Teatro, de Álvaro Tato y Yayo Cáceres.

Escrita por Álvaro Tato y dirigida por Yayo Cáceres –integrantes a su vez de otra compañía de conocida trayectoria ya como es Ron Lalá–, «Todas hieren y una mata» quizá no sea la primera comedia del siglo XXI escrita en verso –en 2014, por ejemplo, Patxo Tellería traducía al verso castellano una obra titulada «Páncreas», escrita previamente por él mismo en euskera bajo las formas métricas de este idioma–; pero, sin duda, es la primera en muchísimos años –muchos más de los que lleva el presente siglo andando– que se escribe bajo las estructuras poéticas propias del Siglo de Oro, tal y como las defendía Lope de Vega en su «Arte nuevo de hacer comedias» y tal y como aparecen reflejadas en sus propias obras. «La base del espectáculo está escrita en redondilla y en romance; luego hay seis o siete sonetos que revelan, en forma de monólogo, algunas verdades profundas de los personajes; hay también décimas, una octava real, seguidillas, una silva pareada...», explica Tato sin poder disimular la sonrisa, consciente de lo singular y arriesgada que puede ser la propuesta para el oído de un espectador de hoy que sabe que el autor, en realidad, es contemporáneo suyo.

El homenaje al teatro barroco es tan deliberado y estricto que incluso la elección de los distintos metros y composiciones ha obedecido en todos los casos a ciertos criterios: «En la forma, es puramente Lope –añade Tato–. Cada estrofa está en consonancia con el tipo de situación para la cual Lope consideraba que era apropiado emplearla».

Pero no es la forma lo único que hermana «Todas hieren y una mata» con el teatro clásico; también hay en el argumento, y en el tratamiento de fondo de algunos temas universales, una clara analogía con nuestro teatro áureo. Tanto es así que la obra, ya en el propio programa de mano, se anuncia como «una comedia de capa y espada». Y eso es lo que básicamente es, aunque contenga «algunas gotas de comedia de magia», en palabras del autor, y algunos otros aditivos o licencias que la aproximan al universo de intereses y preocupaciones del hombre de hoy.

Herencia de Lope y Calderón

La protagonista de toda esta historia es Aurora, una dama «heredera de las damas de Calderón o de Lope», aunque un tanto particular para el Siglo de Oro si tenemos en cuenta que esconde en su jardín una biblioteca, desafiando así las rígidas normas sociales de su tiempo, según las cuales no eran precisamente la lectura ni el cultivo de la razón las actividades más indicadas para una mujer de la nobleza. De Aurora están enamorados a la vez un corregidor y don Daniel, un joven galán que, casualmente, obtendrá de una bruja ciertos polvos mágicos que le permitirán viajar en el tiempo. Es aquí cuando estalla de verdad el enredo, y la trama se adentra por caminos insospechados con toda suerte de lances, duelos, idas y venidas, amores y desamores... El viaje en el tiempo sirve como pretexto al autor «para tender un puente con el presente. No quería hacer simplemente una labor de reconstrucción arqueológica de una pieza del Siglo de Oro –aclara Tato–; quería fundir las preocupaciones universales que abordaba ese teatro con otras mucho más contemporáneas. Al mismo tiempo, este elemento del viaje en el tiempo me permitía establecer un juego que es, por un lado, enfrentar a un galán y a un criado de hace cuatro siglos con el mundo de hoy, para ver cuál sería su visión de este mundo; y, por otro lado, ver también cómo alguien del siglo XXI puede ver a estos personajes. ¿Los podría comprender?... Se trata en realidad de acercarnos a conflictos eternos, como el amor, el honor, etc., desde dos ópticas, para ver qué puede haber verdaderamente de eterno en esos conflictos y qué puede ser revisable. No hay en esta obra, ni mucho menos, un propósito de glorificación del Siglo de Oro, sino un intento de mirar las luces y las sombras de un periodo complejo y contradictorio».

Y tan solo cinco actores sobre el escenario para esclarecer todo el embrollo argumental que encierra la obra. A los ya veteranos Carlos Lorenzo, Sol López y Diego Morales –quien ya colaboró con Tato y Cáceres hace años en Ron Lalá–, se suman dos jóvenes casi desconocidos como Alba Banegas y Antonio Hernández, que interpretan respectivamente a Aurora y don Daniel. «Será la primera vez en la historia que un galán esté interpretado por un actor con la edad de un galán», bromea Tato. Precisamente, uno de los rasgos que definen el ideario de Ay Teatro como compañía es el de dar oportunidades a las nuevas generaciones y conjugar en sus elencos experiencia y juventud, propiciando que aquellos que están terminando sus estudios y descubriendo la profesión puedan saltar al escenario junto a otros «famosos e importantes, como ha sido el caso de Gloria Muñoz en “Mestiza”, o simplemente consagrados y con un sólido bagaje». Y asegura el dramaturgo que esta combinación permite que pasen sobre las tablas «cosas alucinantes que no ocurren en otras compañías más uniformes, porque unos contagian a los otros la ilusión y la energía, y los otros infunden a los unos su magisterio y su seguridad».