Experiencia
Tecnologia y Arte se dan la mano en Art Masters
Se trata de un viaje inmersivo por el Museo del Prado, desarrollado por Acciona, que traspasa los lienzos
Imagina que tienes la oportunidad de acompañar, en su último día de trabajo, a uno de los guardias de seguridad del Museo del Prado. Un guardia que se conoce todos los secretos de la pinacoteca y de algunos de sus cuadros más importantes. Este guía no solo te desvela los entresijos de Las meninas de Velázquez, El jardín de las delicias de El Bosco y El tres de mayo de Goya, sino que sus explicaciones te permiten incluso adentrarte dentro del lienzo y compartir escenario con algunos de sus protagonistas.
Esto es, a grandes rasgos, Art Masters, una experiencia de realidad virtual que redefine la relación entre arte y tecnología que acaba de ser estrenada por Acciona Living and Culture en Madrid y que viaja en breve a China.
La experiencia, desarrollada a lo largo de un año, se estructura como el último día laboral de este guardia, quien conduce a los participantes por áreas restringidas del museo (almacenes, ascensores ocultos) antes de adentrarlos en los lienzos. «Quisimos crear un hilo narrativo que fusionara la cotidianidad del museo con lo extraordinario del arte», explica Carla Prat, directora de diseño y experiencias de Acciona Living & Culture. La elección de las cinco obras respondió a un criterio dual: diversidad estética y potencial narrativo. «El Bosco nos regaló criaturas oníricas que parecen hechas para la animación 3D, mientras que Las meninas nos permitió jugar con la perspectiva en un espacio virtual», detalla Martínez.
Tecnología al servicio de la esencia pictórica
Equipados con gafas Pico 5 (según Acciona, las más avanzadas en resolución y seguimiento de movimiento), los usuarios interactúan con elementos surgidos directamente de los cuadros. En El jardín de las delicias, las figuras híbridas de humanos y moluscos cobran vida en una coreografía surrealista, mientras que en El tres de mayo los fusilamientos napoleónicos se transforman en una secuencia donde el espectador puede alterar el curso de la historia. «La tecnología no compite con la pintura: la amplifica. Al final de cada escena, mostramos el cuadro original con su cartela, como en el museo físico», subraya Prat.
Este enfoque respetuoso con la obra original fue clave en la colaboración con el Prado. Cuando se le pregunta sobre la posible reacción de los artistas ante estas reinterpretaciones, Prat sonríe: «El hombre-mejillón que aparece en nuestra versión de El Bosco no es invención nuestra. ¡Ya estaba en el lienzo de 1500! Nuestro trabajo fue extraer lo implícito en la pintura y darle movimiento».
El desafío de unificar cinco mundos
Uno de los mayores retos creativos fue tejer una narrativa coherente entre obras de épocas y estilos dispares.
La solución llegó a través de la figura del guardia (voz narrativa que conecta las escenas) y de un diseño espacial que simula los recorridos museísticos. «En el Prado físico, las salas unifican las obras. Aquí tuvimos que crear transiciones mediante portales visuales: un ascensor que viaja en el tiempo, un almacén que se transforma en paisaje flamenco», describe la directora.
La experiencia, de 35 a 40 minutos de duración, combina momentos de exploración libre con secuencias guiadas. En un segmento especialmente logrado, los usuarios ayudan a una restauradora virtual a recuperar pigmentos perdidos de Las meninas, utilizando herramientas digitales que replican técnicas pictóricas del siglo XVII. «Quisimos honrar el trabajo invisible del museo: los conservadores, copistas, vigilantes... Son ellos los verdaderos guías de esta aventura», recalca Prat.
Un modelo exportable
Tras su estreno en España, Art Masters iniciará una gira internacional con parada inaugural en el centro cultural Band de Shanghái, espacio que recibe más de un millón de visitantes diarios. «La elección de China no es casual: obras como El jardín de las delicias tienen un atractivo global que trasciende fronteras culturales», argumenta la responsable. El proyecto se plantea como itinerante (ya que es «montable en cualquier espacio con gafas y sistema de tracking») y abre la puerta a futuras colaboraciones con otros museos.
Sobre la posible adaptación a dispositivos domésticos, esta responsable cree que es cuestión de muy poco tiempo. “Las maneras en que consumimos cultura han cambiado mucho, son mucho más a la carta. Las gafas cada vez están más enfocadas a un uso individual, así que sí, indudablemente, estas aplicaciones llegarán para el consumo en el hogar”. Un consumo que permite que la experiencia cultural sea como una película.
El Prado como personaje
Más allá de las obras, Art Masters rinde homenaje al edificio del museo como ente vivo. Los usuarios exploran pasillos cerrados al público, como la sala de calderas o el archivo de marcos vacíos, espacios recreados mediante fotogrametría 3D. «El guardia les muestra cómo las pinturas ‘respiran’ de noche, o cómo los cuadros dialogan entre sí cuando no hay visitas», comenta Prat. Este enfoque refleja la filosofía del proyecto: «No queremos sustituir la visita física, sino crear un apetito por ella. Quien viva esta experiencia, saldrá con ganas de correr al Prado real».
El proyecto marca un punto de inflexión en cómo las instituciones culturales abordan la tecnología, que “nos aporta esa capa adicional. No compite con el museo, sino que al revés, te invita a ir a ver los cuadros. No le quite ningún protagonismo, al revés”.
Mientras Art Masters se prepara para su debut asiático, el equipo ya explora nuevas colaboraciones. «Imaginen hacer esto con el Louvre», aventura la directora.