Cargando...
Sección patrocinada por

literatura

"TIM": Ray Loriga lanza un complejo y lírico desafío a sus lectores ★★★★

Da prueba otra vez de su maestría para crear atmósferas en una obra que rompe la linealidad y deconstruye el yo

Última hora La Razón La RazónLa Razón

Con «TIM», Loriga reafirma su fidelidad a un estilo introspectivo y atmosférico que coquetea con la ensoñación y la alienación. Con una prosa envolvente, que oscila entre lo poético y lo descarnado, nos sumerge en un mundo donde la realidad y la percepción personal se confunden trazando un retrato de la existencia marcada por la incertidumbre y la soledad. El protagonista parece atrapado en una burbuja de conciencia fluctuante, un estado de semivigilia que lo mantiene oscilando entre recuerdos desordenados y una cotidianidad desprovista de certezas. 

Loriga construye una voz que divaga entre la lucidez y el delirio desplegando un monólogo interior que por momentos roza la pesadilla kafkiana y, en otros, la melancolía existencial de Camus. Las habitaciones impersonales, los hoteles anónimos y la sensación de tránsito perpetuo refuerzan la idea de un personaje en fuga. 

El simbolismo

Uno de los aciertos es el ritmo narrativo, que fluye como un torrente de pensamientos sin perder cohesión. Emplea frases largas, imágenes cargadas de simbolismo y un tono que arrastra al lector hacia la psique fragmentada del protagonista. El texto se emparenta con Thomas Bernhard, donde la repetición y la divagación se convierten en parte del tejido narrativo. Pero este enfoque puede volverse un arma de doble filo. Para algunos, la falta de una trama clara y el énfasis en la exploración introspectiva resultan un desafío, especialmente si buscan una estructura convencional. Comparada con obras anteriores como «Tokio ya no nos quiere» o «Rendición», estas páginas parecen ahondar en la deconstrucción del yo, en la fragilidad de la memoria y en la difusa frontera entre el recuerdo y la alucinación. 

No es un libro complaciente. Se desentiende de la linealidad y apuesta por la divagación como reflejo del desarraigo emocional de su protagonista. Con ello, Loriga no solo reafirma su lugar en la literatura, sino que desafía a sus lectores a sumergirse en una identidad huidiza. En su combinación de lirismo y desapego, esta obra dialoga con Vila-Matas o Paul Auster, donde la frontera entre ficción y realidad es un espejo que devuelve una imagen distorsionada.

Lo mejor

Un estilo envolvente que sumerge al lector en una experiencia sensorial

Lo peor

La falta de una trama clara puede resultar un desafío para algunos lectores