Luque, a corazón abierto se juega la vida en Madrid
Cortó un trofeo del primero, ni uno ni otro le regalaron nada al sevillano, que estuvo decidido a cruzar la línea en la Feria de Otoño
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Hay toros que deciden una carrera y otros muchos que dejan al descubierto a los toreros. Que les obliga a tirar la moneda al aire y ser capaces de afrontar el desafío de no saber qué va a ocurrir en el muletazo siguiente o admitir, entre el más tenebroso silencio, que pliegas armas. O ya no eres capaz, se pasó el momento, o puede ser que el corazón, fuente del valor, no te aguante el envite.
Daniel Luque estuvo a punto de irse ayer de Madrid en volandas. Y no fue una cuestión de suerte. Todo lo contrario. Su capacidad de poner en juego la vida sin cuestionar más que la ambición y el amor a la profesión le hizo arrancar una oreja del primero justo después de que la plaza fuera un estallido. Le costó entrar en la faena, pero después no quiso salir. Bonito había sido el toreo de capa, pero bonito no era la palabra que iba a reflejar ni por un momento lo que vino después. Cuando Luque tomó la muleta los próximos diez minutos caían en una inquietante incertidumbre. Había cortado hasta el infierno en banderillas y no había presunción de inocencia en el toro. A su corta arrancada unió una desarrollada capacidad para raudo y veloz darse la vuelta (en busca de Luque) a mitad de muletazo. ¿Podría haber tirado por la calle de en medio? Sí. ¿Lo hizo? No. Fue capaz de jugarse la vida de manera consciente, que dista mucho del valor de los inicios. Asumió el riesgo y pactó con el diablo. A la mínima el toro se metía por dentro y se orientaba. Ni una vez le falló el valor, muy capaz Luque, además, se tiró a matar de verdad. Y en esa verdad paseó un trofeo.
Puerta Grande a medio abrir
Con la Puerta Grande a medio abrir. ¡De Madrid! salió un sexto con envenenadas embestidas. Ya quedó claro que nada iba a ser fácil. Lo bordó en el quite a la verónica y una media arrebujado, de pellizco gordo. Fue el único canto al toreo clásico, el resto fue asumir de nuevo que volver al hotel formaba parte de un milagro. El toro era un cabrón por la cortedad de su arrancada y lo vivo que era para intentar averiguar qué se quedaba atrás. Le exprimió Luque y las manoletinas finales fueron casi un imposible, aunque no renunció. Tarde importante para Luque.
Los dos mejores toros para el toreo se los llevó Perera, pero le faltó duración y se desfondaron antes de que fuera posible sostener la faena. Curro Javier y Ambel lo bordaron en dos tercios emocionantes. Buenas fueron las dos primeras tandas de la faena al segundo, como era el toro, pero fue de mecha corta y bajó el toro y la labor del extremeño. Algo parecido le ocurrió al quinto y eso que el anterior fue de La Ventana del Puerto y este de Santi Domecq. Terciado y protestado, con motivo, le sirvió para un comienzo de faena pletórico con un pase cambiado por la espalda improvisado o el desprecio. A la movilidad del toro le faltó entrega y reponía a destiempo. Antes de que se definieran las partes, al toro ya le faltaba poder.
Juli dijo sí a Madrid
El Juli, que sí afrontó pasar por Madrid en Otoño cuando otros no quisieron, anduvo sin demasiadas ideas con un primero que complicado. Se empleó más con ese cuarto, tan pronto como informal en la muleta de El Juli. Anduvo más centrado y tirando de coraje, hasta que cogió la espada y entonces todo se disipó. Luque se llevó por delante la tarde, por cojones, con perdón.
Ficha del festejo
►LAS VENTAS (MADRID). Se lidiaron tres toros de Santiago Domecq y dos de Ventana del Puerto, 2º y 4º, desiguales de presentación y sin el remate de los toros de Madrid. El 1º, de corta arrancada; 2º, bueno y a menos; 3º y 6º, muy complicados y peligrosos; 4º, exigente, codicioso y sin entrega; 5º, bueno, pero se apaga. Lleno e «No hay billetes».
► El Juli, de azul marino y oro, dos pinchazos, estocada corta, descabello (silencio); pinchazo, estocada defectuosa, descabello (silencio).
► Miguel Ángel Perera, de nazareno y oro, estocada (saludos); estocada punto perpendicular (saludos).
► Daniel Luque, de blanco y plata, estocada (oreja); estocada, aviso, descabello (saludos).