Toros en El Puerto

Puerta Grande para Pablo Aguado con dos dramáticas cogidas

El sevillano sale a hombros en el festejo de El Puerto y sufre dos cogidas horribles al entrar a matar y Alejandro Talavante corta un trofeo y otro Morante

Puerta Grande para Pablo Aguado con dos dramáticas cogidas
Puerta Grande para Pablo Aguado con dos dramáticas cogidasCircuitosTaurinos

Decía un desahogado a Morante mientras entraba por la puerta de cuadrillas a voz en grito que a ver si hacía algo. Lo que está por ver era si el joven que vociferó entró en la plaza o ya se dio por satisfecho con tal protagonismo y se fue a casa. Morante entró agobiado y a pie desde lejos, lo que viene a ser que el coche de cuadrillas no lo dejó en la puerta. Puede ser que se hiciera tarde, que coincidieran todos en el mismo sitio y a la misma hora y Aguado hiciera tapón. Morante no traía buena cara, pero se guardó todo lo que lleva en sus adentros para echárselo al toro, ya de salida a la Verónica, (toreada así merece la mayúscula), y la media y el quite de después. Qué bonito es el toreo cuando es. No hay batalla perdida cuando lo mece el de La Puebla. El toro de Juan Pedro Domecq había descolgado en los primeros tercios. Se estampó en tablas dos veces después. Le quedó el fuelle suficiente para que Morante montara una faena repleta de interés dadas las irregularidades del toro, que tuvo muchas cosas buenas. En la búsqueda del toreo encontró en los remates Morante el deleite del alma.

Trujillo y Zayas se desmonteraron en el cuarto. El animal no humilló ni una sola vez de salida y en un derrote levantó tres o cuatro tablas y pudo poner en aprietos a la gente del callejón. Hizo lo mismo con el capote, pero Morante lo brindó. Al primer muletazo salió huyendo como si lo persiguiera el diablo. Lo retuvo después con una delicadeza extrema y templó a pesar de que el toro desarrollaba distintas velocidades en el mismo muletazo. La faena de Morante era de ingeniera técnica pero el toro se acobardó y arrancarle el primer viaje entró a considerarse misión imposible. Lo intentó y quiso el de La Puebla con todo a la contra.

Alejandro Talavante

El segundo estaba lastimado de la mano derecha y no podía apoyar, por lo que el toreo era un imposible. Así lo vio Talavante que le pegó dos (tandas) y lo mató.

Una explosión fue la faena de Talavante desde el comienzo de rodillas, arrucina incluida y una tanda muy emocionante de muletazos cortos, pero ligados en un palmo de terreno. Lo que vino después fue mejor, la siguiente tanda, la hizo el extremeño con un cuarto de muleta, relajado y desmayado. Después hubo de todo: momentos sublimes con otros de popurrí a un toro extraordinario (que se podía haber rajado, pero no lo hizo). Lo cierto es que la gente ya no salió de la faena y Talavante se encargó de enganchar al gentío con recursos cuando faltaba rotundidad al toreo. Bueno el broche de faena y la estocada a la segunda. Paseó una, se le pidieron las dos.

Aguado quiso estirarse a la verónica con el tercero, pero el toreo más lucido de capa le salió en las chicuelinas. Cada cual más apretada porque el toro le hacía hilo, como pasó después en la muleta que tenía ese punto de reponer. Fue en la tercera tanda cuando encontró el aire al toro, noble y con codicia. Le costó encontrar después la exactitud de esas teclas y de uno en uno los muletazos la faena contó con intermitencias. La espada redondeó.

Blandeó en los primeros tercios el sexto, pero desarrolló complicaciones al final. Iba y venía con su miga, sobre todo en los finales (tenía mejor el embroque). Fue una trabajera de faena y esta vez el quid de la cuestión sí estaba en ir haciendo al toro de uno en uno, desengañándolo, limándole el derrote de mitad de muletazo en adelante. Solvente y seguro Aguado. Lo que no nos imaginábamos es que no uno si no dos milagros mayúsculos vendrían después. Fue horrible. Pablo se perfiló para entrar a matar y lo enganchó de lleno, justo ahí donde no vienen ideas buenas. Por el pecho. Al segundo envite fue todavía peor y resultó cogido de nuevo. Tremendo susto. Milagroso verle salir ileso. Al menos en apariencia. Una oreja le daba el pasaporte a la Puerta Grande y a la gente un lexatín. Cogidas así te cortan en seco la respiración. Esto es el toreo. La línea es tan delgada, que solo algunos son capaces de rebasarla. Final feliz para un día que así lo merecía.

Ficha del festejo

El Puerto de Santa María (Cádiz). Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq. Tres cuartos largos de entrada. El 1º, de buena condición y de desigual ritmo; 2º, lesionado de la mano delantera; 3º, noble y codicioso; 4º, complicado y deslucido; 5º, buen toro; 6º, va y viene con sus complicaciones.

Morante, de berenjena y oro, estocada (oreja); estocada corta (saludos).

Alejandro Talavante, de malva y oro, estocada (silencio); estocada defectuosa, buena estocada (oreja).

Pablo Aguado, de catafalco y oro, estocada (oreja); pinchazo, estocada (oreja).

Parte medico: Pablo Aguado presentó contusión con hematoma en región escapular derecha con erosión superficial.