Santander

Y tuvo que venir El Cid a reventar la Feria en la tarde de Roca con Victorino

«Vengativo» fue premiado con la vuelta al ruedo y Manuel Jesús abrió la Puerta Grande de par en par en faena emocionantísima

Y tuvo que venir El Cid a reventar la Feria en la tarde de Roca
Y tuvo que venir El Cid a reventar la Feria en la tarde de Roca Arjona/LancesdeFuturo

El regreso de Victorino Martín después de casi una década a la plaza de Santander era uno de los atractivos, pero el silencio se hizo sepulcral cuando Roca Rey comenzó la faena de muleta. Antes vivimos el peligro a bocajarro. El torero peruano intentó hacer un quite a la verónica. Y en ello estaba cuando el toro le hizo la zancadilla y se quedó a merced en el mismo centro del ruedo. Qué miedo. Vimos cómo hasta el propio torero dudaba de si quedarse inerte o intentar el quite con lo que le quedaba de capote. Lo uso y la suerte hizo el resto. Había mucho silencio cuando inició la faena, expectación. Impone tanto el toro de victorino, con esas miradas... El toro después pasó en la muleta y lo hizo sin maldad. Fue por eso que poco a poco fueron construyéndose, creyendo uno y otro y Roca acabó alargando tanto la faena que sonó un aviso cuando estaba todavía toreando. Se le complicó la espada y que sonora el tercero sobrevoló. No debía acabar así una faena en la que se habían encontrado.

Pero la tarde tuvo nombre propio y tuvo que venir El Cid a reventar la Feria del Norte. El Cid nos vino a demostrar que da igual el tiempo que esté fuera de los ruedos que le entra en la cabeza este tipo de toros como si nunca se hubiera ido. Lo vimos claro. Mejor dicho él lo vio todo lo claro que no se veía desde arriba con el primero, que fue correoso y tenía corta la embestida. En el inicio de faena, en los compases, el toro no pasaba ni por uno ni por otro. Manuel Jesús creyó en el toro y le hizo pasar. Siempre al filo, porque el victorino sabía lo que dejaba atrás y era raudo y entre una cosa y la de más allá te lanzaba un frenazo en seco de mirada asesina. No dudó El Cid en hacer el esfuerzo sólido y apostando por el toro y la faena. A la primera cobró la estocada, se atravesó el descabello. El esfuerzo estaba hecho.

El gran lío de El Cid

La bomba vino con el cuarto, que fue toro grandioso y torero brutal. Qué maravilla de faena, de puesta en escena, de revolcón para el corazón. El toro fue una joya de bravo, «Vengativo» de nombre premiado con la vuelta al ruedo, repetidor, con entrega, bondad, transmisión. Lo crujió al natural El Cid en su mejor versión, aquella que revolucionó los ruedos de toda España. Fue un hombre feliz haciendo el toreo y eso es un pasaporte para la felicidad compartida en una plaza de toros y es inmensa. Se rebozó de victorino, cerquita, sin ventajas, poniendo el corazón y el amor por una profesión que es eterna y logró poner la plaza boca abajo. Hubo un momento que hasta tiró los engaños. La desnudez del toreo, del momento. Mucha emoción contenida que trepaba en todas direcciones. La espada hizo el resto.

El diestro El Cid
El diestro El Cid LancesdefuturoArjona

El quinto tuvo mejor embroque que final y a la faena de Roca le faltó limpieza, por lo que la cosa nunca levantó el vuelo. Y veníamos de estar muy arriba. No estuvo fino con la espada. A Roca le comieron la tarde.

Jarocho debutaba con los toros de este hierro. No se le notó. El tercero tuvo media arrancada muy despaciosa, y se quedaba por dentro. Quiso el joven torero cogerle la medida y el temple con los vuelos y dejó algunos muletazos buenos para matar con solvencia.

A la espera y al paso fue el sexto, pero Jarocho supo sacar partido a esa embestida pausada del toro haciendo las cosas con reposo y gusto sin cambiar su forma de torear. Que ya es muchísimo. Verdad y entrega. Ganas de volver a volver.

Ficha del festejo

SANTANDER. 7ª de feria. Toros de Victorino Martín. El 1º, correoso, de corta embestida y vibrante; 2º, más largo y franco; 3º, media arrancada al paso; 4º, extraordinario; 5º, repetidor, con mejor embroque que final; 6º, media arrancada con ritmo. Lleno de «No hay billetes».

El Cid, de marino y oro, estocada contraria, tres descabellos (saludos); estocada (dos orejas).

Roca Rey, de verde pistacho y oro, media estocada , pinchazo, media, dos avisos (silencio); estocada trasera, dos descabellos (silencio).

Jarocho, de vainilla y oro, estocada (saludos); pinchazo, estocada caída (vuelta al ruedo).