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Un juicio feminista a «Otelo»

Francisco Rojas e Inés Kerzan interpretan a Otelo y Desdémona en la versión de Ramón Paso
Francisco Rojas e Inés Kerzan interpretan a Otelo y Desdémona en la versión de Ramón Pasolarazon

«Otelo a juicio». El nombre de la obra ya dice mucho. Como los «juicios» en Twitter a los que han sido sometidos –sin presunción de inocencia– tantos personajes públicos desde octubre pasado, génesis del #MeToo. Ramón Paso presentará a partir del 11 de septiembre, en el Fernán Gómez de Madrid, «una revisión del clásico de Shakespeare, agresiva, sexual, racial y feminista, para el siglo XXI». Pero, ¿necesita el Bardo ser adaptado para mantener relevancia? ¿O se trata más bien de un intento de darle un tono políticamente correcto y alineado con el #MeToo? Ya hace años que una edición de «Huckleberry Finn» eliminó del clásico de Twain las más de 200 ocasiones en las que aparecía la incendiaria palabra «nigger» (negrata). En esta versión «racial» de Shakespeare, ¿desaparecerá la palabra «moro» junto al nombre de Otelo, o será su condición de extranjero reivindicada de algún modo? Lo mismo ocurrió cuando una editorial estadounidense tomó libros como «El viejo y el mar» y los simplificó y adaptó para niños. «Qué bien», dijeron los padres de los pequeños que desde la infancia podían ufanarse de leer a Hemingway. «Qué horror», chillaron aquellos que lo consideraron un acto de sacrilegio y mediocridad.

Shakespeare, claro, no se ha librado de una buena cantidad de revisiones que buscan convertirlo en un producto de nuestra sociedad (la del internet, los «selfies» y los juicios inmediatos). El año pasado, una producción australiana de «El mercader de Venecia» reescribió el final de la obra para que el trato otorgado al judío Shylock fuera menos severo y su hija se arrepintiese de traicionarle. En un artículo al respecto, la autora judía Clarissa Sebag-Montefiore se preguntaba: «¿No sería más poderoso aceptar y reconocer el prejuicio del pasado y enfrentarlo de manera directa en vez de tratar de reescribir la Historia?».

En el caso de la producción madrileña de «Otelo», el drama oscila entre una versión moderna que se desarrolla en un despacho de abogados, donde el asesinato de Desdémona es considerado violencia de género y una letrada emblema del feminismo se debate entre defender o no a Otelo, y una del siglo XVI que sigue más de cerca la tragedia original del Bardo. Los celos y el engaño de Yago, que hacen avanzar la obra de Shakespeare, pasan a un segundo plano y la cuestión de género se convierte en protagonista. En 2017 murieron en España 51 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. No nos queda duda de que la violencia de género debe ser abordada en todos los ámbitos, incluido el cultural. Sin embargo, ¿es reescribir a Shakespeare la mejor manera de hacerlo?