Un «selfie» con Hitler
Un filme sobre el regreso de un hipotético Führer arrasa en Alemania. Las buenas críticas han suscitado polémica.. El «Washington Post» define la situación como «preocupante».
Un filme sobre el regreso de un hipotético Führer arrasa en Alemania. Las buenas críticas han suscitado polémica.
La controversia ha llegado al cine alemán, al tiempo que la figura de Hitler ha vuelto a las calles de Berlín. A principios de octubre se estrenó «Mira quién está de vuelta» («Er ist wieder da»), una adaptación de David Wnendt del «best-seller» de Timur Vermes. El argumento de la película, grabada en 2014 y que arrasa en taquilla, es el regreso de Hitler 70 años después de la Segunda Guerra Mundial. Aparece cerca del monumento del Holocausto con la ambición de subir al poder para imponer sus ideas al mundo. Una película que convierte a Hitler en un personaje absurdo, ridículo y fuera de época, que muestra su indignación al saber que Polonia aún existe y que Alemania está liderada por una mujer, y que es incapaz de adaptarse a la nueva era. Tomado por un comediante, logra un puesto en la televisión, que usará como plataforma para dominar el mundo. La historia tiene tintes de comedia, pero aspira a analizar las causas del auge del Tercer Reich. Según el actor que recrea al dictador, Oliver Masucci, se trata de «una película humorística en la que se ven situaciones reales que hacen que la risa se te quede atascada en la garganta». La cinta ha tenido buenas críticas, pero ha sido la reacción positiva de los alemanes ante uno de los personajes más odiados en la historia del siglo XX lo que ha disparado las alarmas.
El filme quiere ser, más que una adaptación cinematográfica, una obra que difumina la línea entre la realidad y la ficción, incluye secuencias en formato documental junto al trabajo del interprete. El falso Hitler interactuó con ciudadanos, políticos, periodistas y neonazis, que desconocían el destino de las imágenes. Lo sorprendente es que Hitler fuera recibido con sonrisas, colas de gente que se amontonaban para hacerse «selfies» y saludos nazis. Muchos se acercaron para expresar su desacuerdo con la inmigración y la democracia. «Pensábamos que la oposición ante la visión de Hitler iba a ser mayor, por eso llevábamos guardaespaldas, pero no fue necesario. La gente reaccionó de una forma positiva», dice Wnendt, quien añade que «durante las 380 horas que grabamos, sólo dos personas respondieron negativamente». Igualmente asombrado está el protagonista: «Me convertí en una atracción, algo similar a una estrella del pop. Las personas formaban grupos para fotografiarse conmigo y algunas mujeres me dijeron: “Te quiero”, aunque también recuerdo a una señora negra que me confesó que tenía miedo. Las conversaciones me hicieron darme cuenta de lo poco que habían aprendido esos ciudadanos de la historia», declara Masucci.
Éxito de ventas
Wnendt recuerda una escena en la que el falso Hitler, siguiendo su papel, anima a unos hinchas de fútbol a atacar a un figurante que hacía comentarios antialemanes. «Si no les paramos, hubieran pegado al actor», comenta preocupado. De las dos reacciones negativas que provocó el líder nazi disfrazado, sólo una se incluyó en la película, la de un transeúnte que aseguraba que reaccionar con normalidad ante la figura del dictador no era bueno. Otra, omitida, era de una persona que paseaba en un barrio izquierdista de Berlín, quien corrió hacia Hitler y le arrebató el sombrero con rabia. El director apunta que su idea de mezclar a Hitler con gente resultaba necesaria porque «sólo así lograremos respuestas fiables a la pregunta: “¿Qué pasaría si volviese Hitler?”». Lo indiscutible es que esta figura despierta fascinación. La novela vendió 2,5 millones de ejemplares sólo en Alemania, encabezando la lista de «best-sellers», y se tradujo a 41 idiomas. El filme recaudó más de 10 millones de dólares en sus primeras dos semanas, convirtiéndose en número uno en su tercera semana, por encima de grandes superproducciones. La cadena privada RTL no descarta la aparición de una serie televisiva con Hitler como protagonista. «La figura del dictador es un tema cautivador que, a la vez, sigue siendo actual», explicó RTL.
La Prensa alemana e internacional ha lanzado gritos de alarma ante esta reacción, entre ellos el diario «Washington Post», que la califica como «preocupante». El estreno llega un año en el que Alemania está dividida entre quienes defienden la acogida de 800.000 refugiados y los que se oponen. Un año en el que se ha batido el récord de altercados e incendios en albergues de inmigrantes, provocando un repunte de episodios xenófobos. El país ha sido testigo del crecimiento de un movimiento populista islamófobo, Pegida, que la semana pasada tuvo el apoyo de 15.000 manifestantes en Dresde. Mientras el canal de televisión Deutsche Welle se pregunta cuál es el sentido de hacerse fotos con Hitler, periódicos como el «Berliner Morgenpost», alertan de que esto puede significar que el dictador «nunca se fue».