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Dalí, la exhumación más surrealista

“Es necesaria la prueba biológica de investigación de la paternidad de María Pilar Abel Martínez respecto de D. Salvador Dalí Domenech”
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  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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Una juez ha ordenado la exhumación del cadáver de Salvador Dalí y la obtención de muestras de su cuerpo para la práctica de la prueba biológica de paternidad de Pilar Abel, una gerundense que presentó una demanda para ser reconocida como hija del artista.
Salvador Dalí siempre afirmó que le preocupaba la inmortalidad, lo que pudiera pasarle después de su muerte. Es muy probable que nunca hubiera imaginado que no podría descansar tranquilamente bajo la cúpula de su Teatro-Museo Dalí de Figueras, donde fue enterrado el 25 de enero de1989; o al menos, hasta ahora, en que una juez de Madrid ha ordenado que se exhume su cadáver para extraer muestras biológicas de su ADN –restos óseos y/o piezas dentales– y determinar si es el padre de una mujer de Gerona que asegura ser su hija. Todo parte de la demanda interpuesta por Pilar Abel, una vecina de Figueras, quien asegura que es hija del famoso pintor .
La decisión ha sido adoptada por el juzgado de Instrucción número 11 de Madrid, quien sostiene que esa práctica es de todo punto indispensable «ante la falta de otros restos biológicos o personales con los que practicar la comparativa». La demanda se instruye en un juzgado de Madrid porque la misma se ha interpuesto contra el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, y contra la Fundación Gala Dalí, en condición de herederos legales del pintor. Antes de que se produzca la exhumación del cadáver del artista, la demandante deberá acudir al Instituto de Toxicología correspondiente, para la extracción de sus propias muestras y compararlas posteriormente con las de Salvador Dalí.
Sin embargo, todo ello quedará en suspenso provisionalmente, ya que tanto la Fundación Dalí como la Abogacía del Estado, en representación del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas recurrirán la decisión judicial, en primera instancia ante el propio órgano judicial. De esta forma, hasta que se no resuelva el recurso no podrá, en caso de rechazarse, realizarse ningún trámite relativo a la exhumación de Dalí. Desde Figueras se aclara que se hará todo lo posible para que esa exhumación no tenga lugar.
Todo esto es consecuencia de una historia rocambolesca, con toques surrealistas. Desde hace unos años, una pitonisa gerundense llamada Pilar Abel Martínez, viene reclamando que es hija natural de Salvador Dalí. Nacida en Figueras el 1 de febrero de 1956, a los ochos años su abuela le confesó que el autor de los relojes blandos, el pintor de largos bigotes conocido internacionalmente era su padre. Tiempo después su madre, Antonia Martínez de Haro, admitió que esa historia era cierta y que todo era consecuencia del tiempo en el que ella fue niñera en Cadaqués, en una casa no muy lejana de Port Lligat, el hogar de Salvador Dalí y su esposa Gala.
Un testigo clave
La supuesta hija logró que un juzgado admitiera a trámite su demanda por paternidad, tras presentar a una testigo clave que apuntala la hipótesis de que es hija del artista ampurdanés, que, según su versión, mantuvo una relación oculta con su madre mientras ésta trabajaba como empleada doméstica de una familia que pasaba temporadas en Cadaqués (Gerona). En virtud de los indicios presentados por Pilar Abel, la Fiscalía decidió no oponerse a la demanda de paternidad presentada por la supuesta hija y apoyó que se le practicaran las pruebas de ADN necesarias para comprobar su filiación. Y el lío sigue hasta hoy.
No es la primera vez que alguien se apunta a la posibilidad de ser vástago del genio de Figueras. En los años 80, un italiano llamado José Van Roy Dalí, se presentó como hijo del artista y de Gala. El supuesto descendiente intentó incluso visitar al artista en el castillo de Púbol, sin suerte alguna. Su teoría fallaba en un punto: después del nacimiento de Cécile, la hija fruto de su relación con el poeta Paul Éluard, Gala ya no pudo tener más descendencia. Pero, ¿es posible que Dalí tuviera una aventura fuera de su matrimonio? Parece poco probable, por no decir imposible que eso fuera así, especialmente si tenemos en cuenta la muy peculiar manera que tenía el artista de entender el sexo. Alguien que conoció en detalle a Dalí en la intimidad fue el galerista y modelo Carlos Lozano, autor de un controvertido libro de memorias titulado «Sexo, surrealismo, Dalí y yo». En junio de 2000, poco antes de su fallecimiento, concedió una larga entrevista a este diario en la que explicaba numerosas revelaciones sobre la intimidad de Dalí. Cuando se le preguntaba por la sexualidad del surrealista respondió que tenía «ese tipo de homosexualidad que nunca sale a la luz por miedo a lo que digan, a la sociedad. Él estaba en contra de los sentimientos y no podía aceptar que lo tocasen. No había nada de ternura, únicamente con Gala».
¿Y qué pensaba Dalí del sexo femenino? Lozano rememoraba que «temía la vagina, el sexo femenino y lo veía como una taberna oscura que le tragaría. Además su padre de niño le había enseñado muchas fotos de lo que le podía pasar si contraía la sífilis u otras enfermedades». Otros amigos íntimos del pintor, como Luis Buñuel, Jaume Miravitlles o Pepín Bello han señalado que el padre del pintor quería que su hijo no incurriera en los errores que había cometido durante su juventud como aspirante a notario en Barcelona. Es muy probable que en ese tiempo quedara marcado por la sífilis como consecuencia de alguna visita a algún prostíbulo barcelonés. Para prevenir al hijo, años más tarde dejó a la vista de todos, en el domicilio familiar de Figueras, un libro con grabados en los que se mostraba las consecuencias de las enfermedades sexuales. Pepín Bello llegó a explicar que el pintor se negaba a acompañarlo a él y a Buñuel cuando se iban a los burdeles madrileños de los años 20. «A Dalí le parecía tan sexual una persona como una mesa. Era asexuado», decía el amigo. A ello se le suma que Dalí reconoció en no pocas ocasiones que era impotente y que prefería mirar. En la citada entrevista con Lozano, el modelo argumentaba que lo que prefería era «masturbarse. Él es el gran masturbador. Siempre decía que era impotente y que le resultaba imposible hacer esas acrobacias. Prefería guardar su energía para su pintura, pero al mismo tiempo le encantaba el erotismo».
Tanto a su biógrafo Ian Gibson como al periodista Lluís Permanyer les explicó que no le gustaba el cuerpo femenino, que no se sentía cómodo con él. En este sentido, a Gibson le concretó que no le gustaban las mujeres de pechos grandes sino pequeños, voladores, como los que podemos encontrar en el óleo «Cenicitas», también llamado muy claramente «Los esfuerzos estériles», una de las joyas de la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Si la sexualidad de Dalí es compleja, más lo es la de su musa Gala. No fueron pocas las infidelidades de la esposa del divino, incluso cuando ya la muerte la cercaba.
«Quiero saber quién soy»
Tras conocer la decisión de exhumar el cadáver del pintor Pilar Abel (en la imagen) ha sido contundente: «El ADN dirá la verdad». La supuesta hija de Dalí manifestado su satisfacción por lo que entiende que es un reconocimiento a su «lucha» después de una década de demandas. «Quiero saber quién soy. No estoy loca y ahora voy a poder callar muchas bocas», ha declarado a Efe. No es la primera vez que Pilar Abel protagoniza los titulares de los medios de comunicación por su paso por los tribunales. En 2006 un juzgado de Gerona archivó la querella contra el escritor Javier Cercas. Le reclamaba 750.000 euros por un delito de injurias graves.