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Unax Ugalde: "La delincuencia de los bajos fondos es la que menos afecta a la sociedad"

Después de un tiempo de silencio cinematográfico, el actor vuelve a la gran pantalla de la mano del director Elio Quiroga y su nueva película «La venganza del pequinés»-

Foto: cristina Bejarano
Foto: cristina Bejaranolarazon

Después de un tiempo de silencio cinematográfico, el actor vuelve a la gran pantalla de la mano del director Elio Quiroga y su nueva película «La venganza del pequinés»-

Ha sido párroco socialista durante la Guerra Civil –con tonsura incluida– en Alsasua, chef español con residencia en Zúrich y tendencia innata al flirteo, ha esperado durante 51 años, 9 meses y 4 días al amor de su vida en los tiempos del cólera y empuñado un florete en nombre de Íñigo Balboa. Unax Ugalde (Vitoria, 1978) ha sido muchos hombres al mismo tiempo. Después de un periodo discreto de silencio cinematográfico, el actor vasco vuelve a la gran pantalla con «La venganza del pequinés», la nueva película de Elio Quiroga que se estrena este viernes en la que interpreta a un parado de larga duración que por pura necesidad se enreda en un atraco a un traficante de droga.

–¿Diría que la manera de hacer cine ahora mismo en España se parece más a una crónica negra o a una comedia satírica?

–La inversión cinematográfica en este país es muy inferior a la de cualquier otro europeo y eso provoca que surjan lugares precarios dentro de nuestra profesión. A películas independientes como «La venganza del pequinés» le cuestan mucho conseguir financiación suficiente para llevar a cabo un rodaje digno. En España hay una cantera de directores jóvenes realmente buenos que están viajando por todas partes y ganando premios, pero cuyo talento no está obteniendo una respuesta institucional real.

–¿Qué fue lo que más le atrapó del proyecto de Elio Quiroga?

–Sin duda, la novela de Alexis Ravelo y el argumento tan potente de la trama. También me apetecía mucho hacer cine negro y trabajar con Elio Quiroga porque nos conocemos desde hace mucho tiempo por avatares del destino (compartimos representante en un momento dado). Ha sido interesante coincidir de nuevo con compañeros como Kira o Jorge Bosch y también lo ha sido pasar un par de semanitas en Canarias (risas).

–¿Imponen más las tablas de un escenario que el foco de una cámara?

–El nervio va más con las tablas, porque hay una inmediatez, un directo y una necesidad de adaptación. Los focos implican más respeto, más responsabilidad, porque al final en una película lo que hagas queda para toda la vida y en el teatro no.

–¿Ha sido capaz de encontrar puntos comunes con el personaje de Tito?

–Alguno sí puedo tener con él, pero, ¿cuál?, esa es la gran pregunta. Por ejemplo, la búsqueda de una estabilidad. La vida profesional del actor es un asunto muy voluble y muchos intentan buscar un negocio que le vaya dando un poquito cada mes. A mi personaje le ocurre precisamente eso... De vez en cuando acepta trabajos esporádicos aunque lo que quiere es tener un garito y conseguir un trabajo continuo.

–¿La desesperación justifica la delincuencia?

–No. Porque la delincuencia realmente existe en muchas partes. Hay gente que no está desesperada, simplemente podrida de dinero, pero quiere más. La delincuencia de los bajos fondos, digamos, es la que retrata esta película y la que menos afecta a la sociedad porque no se mueve demasiado dinero ahí.

–¿Cuesta más hacer de bueno que de malo?

Me gustan los personajes ricos en matices y en caracteres más allá de cuál sea su categoría moral. Que sean relevantes en el guión, en la historia. Que sean personajes que tengan una evolución y se presten a una variedad de registros dramáticos.

–¿Se dirigiría a sí mismo?

Me lo he planteado alguna vez. En cierta manera, muchas veces los actores nos dirigimos a nosotros mismos. Nosotros somos caballos de una cuádriga que vamos tirando y sabemos dónde estan las curvas, no hace falta que tire de las riendas el director. Solo cuando el caballo va a salirse de la pista, el director tiene que pegarle una pequeña correción para que rectifique.

–En la película todos los protagonistas se mueven por miedo. A no tener un futuro asegurado, a perder a la persona que quieren, a morir... ¿A qué tiene miedo Unax Ugalde?

–A la incertidumbre que siempre nos acompaña a los actores y que consiste en que un día estás trabajando y otro día no. Como padre de familia ahora esta incertidumbre en cuanto al vacío laboral noto que se ha intensificado.