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Praga

Praga, la ciudad de las torres

Praga, la ciudad de las torres
Praga, la ciudad de las torreslarazon

Decenas de fortificaciones y cúpulas dominan el paisaje de la ciudad. Aunque el paso de la historia es el protagonista en cada una de las calles de la capital checa, el gris predominante durante el comunismo ha sido sustituido por colores vivos convirtiendo a Praga en una urbe moderna.

Tuvo la suerte de salir ilesa de los desastres de la guerra y de las reconstrucciones llevadas a cabo en muchas capitales europeas. En cuanto se tiene el primer contacto, se observa cómo la ciudad todavía conserva intactas numerosas reliquias arquitectónicas de hace varios siglos. Y es que cada época ha dejado en sus calles la huella de su paso, convirtiendo el centro histórico en un conglomerado de estilos.

La ciudad judía es uno de los monumentos más valorados del mundo. Judíos y cristianos mantuvieron durante años una buena convivencia, pero su relación se resquebrajó, cuando la ciudad se convirtió en gueto y dejó encerrados a los judíos. Un sombrerito amarillo, un círculo amarillo o un collar de carácter peyorativo les identificaba.

Aunque las viviendas humildes y los diferentes gremios artesanales han dado paso a edificios lujosos y tiendas sofisticadas, la ciudad judía conserva entre sus calles: seis sinagogas, el ayuntamiento y el cementerio judío. El estilo peculiar de la sinagoga española llama nuestra atención al tener un parecido a la fachada de estilo mozárabe de la Alhambra. La mayoría de estos espacios cuenta todavía hoy con reliquias de plata de los judíos, ya que Hitler permitió que se guardaran para hacer un museo en recuerdo de la raza exterminada.

A pesar de ser una metrópoli muy marcada por el nazismo, no hubo en ella centros de exterminio total con cámaras de gas. Hitler y los suyos mandaban a los judíos a una ciudad al norte de Praga llamada Teresín. Fue dejando allí a todos concentrados e iban muriendo lentamente. Conmueve conocer la historia, pero más impresiona aún cuando entramos al Museo del Holocausto cuyas paredes contienen todos los nombres de los hebreos fallecidos en esta época.

La urbe cuenta con el cementerio judío más antiguo de Europa. Dado que en la época de las persecuciones el cementerio no se podía ampliar, las tumbas están pegadas unas a otras. La tumba del rabino Löw, creador del legendario Golem, llama la atención durante el recorrido. La leyenda dice que hay que escribir un deseo en un papel y dejarlo encima de la lápida para que el rabino lo cumpla.

Corazón monumental

Centro de la revolución de terciopelo durante la caída del comunismo, Praga cambió el gris de sus edificios por colores vivos que le otorgan una imagen joven y diferente, convirtiéndola en una de las ciudad es más bonitas de Europa. Un gran espacio se abre en el núcleo histórico de la urbe. La Plaza de la Ciudad Vieja es lugar de acogida de grandes y pequeños. La iglesia de Nuestra Señora de Týn destaca en esta plaza por ser la segunda iglesia gótica más importante de Praga, con una remarcable decoración barroca en su interior. Dar una vuelta por las calles aledañas del barrio de Ungelt invita al viajero a adentrarse en la actividad comercial de la ciudad. La tienda de diseño de cristal Moser, en la que se encuentra una réplica de la vajilla que la marca regaló a los Príncipes de Asturias, el champú de cerveza de la tienda de artículos vegetales Botanicus o las marionetas de los diferentes establecimientos artesanales son sólo un aperitivo de lo que se puede descubrir en los comercios de la zona.

Un fortín de unos 20 metros de altura predomina al final de la calle peatonal. Es la Torre de la Pólvora, que formó parte durante el siglo XV de las murallas del castillo, para más tarde convertirse en depósito de pólvora. Es fácil sentirse como reyes al caminar desde esta puerta, al lado de la actual Casa Municipal, hasta el Castillo, ya que conocido como Vía Real, era el recorrido que hacía el nuevo rey cuando se dirigía a la catedral de San Vito, templo principal de la ciudad.

La Plaza de Wenceslao es una de las zonas comerciales más importantes de Praga, una avenida ancha en la que la estatua ecuestre de San Wenceslao da paso a las tiendas de moda. A medida que cae el sol, los callejones de los diferentes barrios adoptan una atmósfera perfecta. Son numerosos los pasajes que conectan unas calles con otras, repletos de tiendas y establecimientos en su interior. De obligatoria parada son los diferentes locales en los que degustar la mítica cerveza checa. El teatro negro es una de las ofertas culturales de las que se puede disfrutar en la ciudad. El espectáculo clásico basado en motivos de «Alicia en el país de las maravillas», ubicado en el teatro Ta Fantastika Praha, es un ejemplo de la imaginación y los trucos técnicos que este tipo de actuaciones ofrecen al público.

La joya de la ciudad

Varios puentes cruzan el río Moldava uniendo así todas las zonas de la ciudad. Pero sin duda el más conocido es el Puente de Carlos; las siluetas de sus silenciosas estatuas al fondo dan la bienvenida a una de las zonas más visitadas de esta urbe. El gentío, y los diferentes puestos artesanales llenan de color este puente durante el día, y proporciona una de las mejores vistas durante el viaje.

La ciudad del Castillo y la Ciudad Pequeña ponen el broche de oro al recorrido. De obligada visita, la silueta del Castillo domina el paisaje de esta urbe, ya que se sitúa en un terreno elevado en la otra orilla del río Moldava. En los alrededores de esta fortaleza, la Callejuela de Oro esconde casitas minúsculas que dejan ver en su interior cómo eran los espacios utilizados por los soldados mientras protegían la ciudad, o dónde retenían y torturaban a los invasores durante las distintas batallas. El conocido Franz Kafka vivía en el número 22 de esta calle, y todavía aún se conserva cómo era su casa.