Wim Wenders: «La gente ha vuelto a las ideas que arruinaron este continente»
El director de cine, que ha el Premio a la Trayectoria de la Academia de Cine Europeo, se queja de que «los políticos hos han exasperado porque siempre trabajan desde el punto de vista económico»
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A sus 79 años Wim Wenders, que ha recibido el Premio a la Trayectoria de la Academia de Cine Europeo, un proyecto que ayudó a impulsar hace 37 años y que cree que es más importante que nunca en esta época del auge de los nacionalismos para entender «el tesoro» que es Europa, informa Alicia García de Francisco, de Efe.
«Creo que las películas pueden ayudar a Europa, creo que Europa necesita ayuda emocional. Está en un momento en el que los políticos nos han exasperado porque siempre trabajan desde el punto de vista económico y no de las emociones y hay mucha gente en Europa que busca emociones y no las consigue desde la unión política de Europa». Las encuentran «en sus regiones, en sus idiomas y en las películas», señalaba el realizador alemán.
El nacionalismo y el cine
Mucha gente ha vuelto «a las viejas ideas que arruinaron este continente, a ideas de nacionalismo y de que nuestro país es el primero», se lamentaba el realizador, que aseguró que siempre pensó que el concepto de Europa es «la gran idea» hacia la que hay que ir y aún cree que debe de ser así.
«Y volver a cualquier idea nacionalista es un camino desastroso. Nunca ha llevado a cosas buenas», reflexionó el director de títulos como «El cielo sobre Berlín» o «París, Texas».
En ese punto, apostó por el cine y las películas como una forma de ayudar a Europa y no al contrario. «Los filmes pueden ayudarnos a entender el tesoro que tenemos con este logro de lo que llamamos una Europa común».
Pero no se trata de un problema único de Europa, es algo que también afecta a Asia o América. Y resaltó las recientes elecciones en Estados Unidos con la victoria de Donald Trump al que se refirió sin mencionarlo. «Hay gente que abusa de los valores estadounidenses y, en lo que a mí respecta, los valores estadounidenses se están yendo por el desagüe. Y ni siquiera sé si se podrán revitalizar (...) Y especialmente este tipo, el hombre amarillo. Lo hace todo para sí mismo y sigue fingiendo que quiere hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande», señaló.
El mundo digital frente a la realidad
No fue el único problema del que habló Wenders, que a sus casi 80 años muestra una infinita curiosidad por el mundo actual, defiende a los jóvenes y alerta de los enormes riesgos de la cultura digital y las pantallas. «Ahora los bebés ya no usan pantallas, les dan esto», dijo señalando a los móviles de los periodistas que grababan la conversación.
La cultura digital «nos aleja de la realidad y, sobre todo, de la historia y del conocimiento de la historia y del conocimiento de la experiencia de primera mano». La gente vive cada vez más de lo que ve a través de las pantallas de los móviles y no con viajes, tienen hasta «una vida sexual de segunda mano». «No estoy muy seguro de cómo vamos a recuperar nuevamente la realidad y la verdad desde nuestra cultura digital», afirmó Wenders.
Las ganas de seguir haciendo cine
Todas esas preocupaciones las vuelca en sus películas, como en «Perfect Days», donde el protagonista es un hombre que simplemente se ha dado cuenta de que puede ser feliz con muy pocas cosas. Wenders contaba satisfecho cómo hay personas que tras ver este filme se han habituado a salir de sus casas por las mañanas, mirar el cielo y sonreír.
«Las películas a veces tienen una forma de iniciar algo que no fue planeado. Creo que a veces las películas pueden ser alentadoras y la mejor manera de hacerlo es no planificarlas ni calcularlas», resaltó. Por eso es feliz por dedicarse al cine y trabaja cada día por no estancarse, aunque reconoce que a veces se pregunta qué hubiera pasado si hubiera continuado en la medicina, una profesión que amaba, o si se hubiera dedicado a la música, pero se compró una cámara de 16 mm y su vida cambió. Sobre lo que dirá al recoger el premio, no quiere avanzar nada. Y, mientras habla, juguetea con sus gafas, que lleva desde hace 25 años y que hizo que se las fabricaran exactamente iguales, pero de mayor tamaño, a las primeras que usó cuando era niño.