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¿Y si Robin Hood fuera ella?

larazon

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Llegó tarde Ridley Scott en su versión de 2010 (desde las míticas de Douglas Fairbanks y Errol Flynn en los años 20 y 30 ha habido más de 15 acercamientos a la leyenda en todo el mundo) para acompasar su «Robin Hood» a los nuevos tiempos de corrección política. Su testosterónico ladrón (Russell Crowe, ni más ni menos) no añadía gran cosa desde aquel de Kostner (1991) trufado de material de descarte para los biempensantes de hoy: desde una Marian pasiva, que solo vale lo que su belleza y encima es crudamente violada, a dos colegas de Robin que beben en demasía y se jactan de sus grandes atributos; por no hablar del personaje de Azeem (Morgan Freeman), un musulmán juicioso y bueno, más en sintonía con los tiempos en que Estados Unidos luchaba con los talibanes contra la URSS que los oscuros años post-11S. Por suerte para Keira Knightley, Penélope Cruz y todas aquellas (y aquellos) que atestiguan mutilar, cuando no vetar, los viejos cuentos de nuestra infancia (y Robin lo es) por el machismo que perpetúan en la especie, la propuesta producida por Leonardo DiCaprio, que llega a los cines el 5 de diciembre, promete subsanar todos los «fallos de raccord» de la mentalidad de nuestros abuelos, esos cuestionables homínidos. Taron Egleton ya confecciona de por sí, con su apariencia, un ladrón más aniñado, inocente, menos musculado, más humano. Predispone al buen rollo. Pero la revolución, cómo no, viene del lado de Marian. «Es una mujer fuerte y sumamente comprometida, una flecha de la verdad. Es sin duda el catalizador de toda la trayectoria que sigue Robin. Robin tiene que luchar de verdad para recuperarla porque nuestra Marian no es ninguna damisela que pierda los papeles por un hombre. Es peleona, dura, y participa en la acción», explica Otto Bathurst, director de la cinta. Para colmo, la actriz que la interpreta es Eve Hewson, hija de Bono de U2 y la activista Alison Stewart, lo cual es tanto como afirmar que no puede haber una Marian con credenciales más «new age», del gusto del ecologista y humanista DiCaprio. El resto se completa con persecuciones a flechazo limpio, armamento poco o nada histórico en posesión del intrépido Robin y vestuario actualizado para no obstaculizar el nuevo rol activo de Marian. Ah, y una cosa que, así que pasen 100 años, sigue sin molestar a nadie, quizás la única que en breve quedará en pie del ladrón original: su pasión «humanista» por robar a los ricos para dárselo a los pobres. O eso dicen.