Crítica de libros
Una reflexión sobre nuestro lado oscuro y siete libros más que deberías leer
Las críticas de libros de esta semana
Juan Gabriel Vásquez reflexiona sobre nuestro lado oscuro en «Canciones para el incendio».
«Muros. La civilización a través de las fronteras»
David Frye
Turner
344 páginas,
24,90 euros
Trump no inventó el muro; por Toni Montesinos
David Frye publica un excelente ensayo en el que repasa la historia de las civilizaciones a través de sus murallas, desde las que defienden las ciudades y dividen países hasta las urbanizaciones
“Tres piedras hacen una pared», dice un viejo axioma arqueológico, como se encargó de evocar, desde el mismo título de un libro sobre historias de la arqueología, Eric H. Cline hace poco más de un año. En aquel caso, el objetivo era hablar de aquellos restos que nos han llegado de las antiguas civilizaciones, con el objetivo además de concienciar al respecto de la importancia de preservar el pasado de cara a las generaciones venideras y entender la historia del ser humano. Y así aparecía un gran número de exploradores que sacaron a la luz restos de los hititas, los minoicos, los micénicos, los troyanos, los asirios, los mayas, los incas o los aztecas. De tal modo que Cline proporcionaba un ensayo con los mejores casos arqueológicos a lo largo de la historia, hablaba de las técnicas que se empleaban y, en definitiva, estudiaba las distintas civilizaciones que han ido poblando nuestro planeta a partir de esas «piedras» escondidas que antaño habían sido monumentos, hogares o tumbas.
Defender el mundo
David Frye también investiga la historia del ser humano a partir de otra masa de piedras: aquellas que se han mantenido más o menos visibles, en «Muros. La civilización a través de sus fronteras» (traducción de Eduardo Jordá), desde el rey Shulgi, hacia el año 2000 a. C. –que hizo construir un muro para defender Mesopotamia de los ataques de grupos extranjeros–, hasta 1989, cuando cae el Muro de Berlín.
La división del libro en cuatro partes facilita una panorámica clara de cómo ha evolucionado la idea de levantar duras fronteras entre los pueblos desde siempre, tanto en Oriente Próximo, Grecia, China y Eurasia, en la era antes de Cristo, como en el tiempo, por ejemplo, del Imperio Romano y el Bizantino, en la China Central de los años 500-1300, sin olvidar piedras erigidas en la Irlanda, Escocia y Rusia de los siglos XV-XIX, y algunos casos, naturalmente, del XX, de nuevo en China, pero también en Francia y Alemania. «Hay ruinas de murallas a lo largo de todo el mundo. Los materiales de construcción –a veces ladrillo, a veces piedra, a veces tan solo barro– varían dependiendo del lugar, pero en todas partes siguen el mismo patrón: se trata de barreras remotas, sin más adornos que sus nombres fantasiosos, que casi siempre miran hacia un páramo deshabitado», dice Frye en la introducción. Ésta se inicia hablando de la muralla más antigua que se conoce, de al menos cuatro mil años de vida y de ciento sesenta kilómetros, en la actual Siria; una muralla tan poco visible ya y localizada en un lugar tan inhóspito que ha pasado desaperciba, sobre todo porque al parecer no superaba el metro de altura, de manera que para los investigadores tal construcción es todo un enigma. Es como si un rey de la Antigüedad, sigue diciendo el autor, «hubiera ordenado levantar una muralla que lo protegiera de un yermo. Pero, ¿quién quiere construir una que lo proteja de la nada?». Todo lo cual ha dado origen a leyendas locales y a toda clase de elucubraciones por parte de los arqueólogos.
Paredes fronterizas
El material histórico que Frye pone encima de la mesa es realmente fascinante, y tiene la habilidad de conectarlo con nuestra actualidad. De hecho, los estudiosos tardaron cientos y cientos de años en examinar fortificaciones como los restos del Muro de Adriano, en el norte de Gran Bretaña, y ha sido ya en nuestro siglo cuando se ha recuperado esa obsesión por crear paredes fronterizas: la idea de una gran muralla defensiva, por parte del Reino Unido, en la boca del túnel de Calais, la Arabia Saudí de vallas de seguridad de alta tecnología en sus fronteras, el hormigón israelí que rodea Gaza... En el siglo XVIII, Voltaire habló de la Gran Muralla China como de «un monumento dedicado al miedo». Y eso tal vez es lo que más define tal levantamiento de piedras: el temor al otro, al ser foráneo «per se», más allá de que represente una amenaza real. Se diría que aún estamos en los tiempos de los bárbaros, que, ocupando las tierras yermas del norte de África y Eurasia, veían cómo los pueblos civilizados habían levantado barreras para protegerse de ellos en un área que abarcaría desde el este de Europa hasta Corea.
El actual presidente norteamericano, Donald Trump, en plena campaña de su carrera presidencial, anunció que iba a construir un «muro muy bonito y muy grande» a lo largo de la frontera con México, «una de las propuestas más controvertidas de la historia política contemporánea, que conmocionó tanto a sus partidarios como a sus detractores», según Frye. La ocurrencia, sin embargo, cobró fuerza de verdad cuando vio la reacción entusiasta de la gente en un mitin en 2015, y el actual presidente estadounidense en las siguientes ocasiones tuvo que complacer a sus seguidores, que «lo interrumpían cantando alegremente: “¡Levanta ese muro!”, hasta que Trump respondía: “Sí, levantaremos ese muro. Creedme, levantaremos ese muro”».
Sobre el autor
David Frye es historiador de la Duke University, profesor de Historia Antigua y Medieval en la Eastern Connecticut y colaborador de «Military History», «MHQ», «Archeological Odyssey» y «McSweeney’s». Ha estado en excavaciones arqueológicas en Gran Bretaña y Rumanía. Este es su primer libro traducido al español.
Ideal para...
los que quieran acercarse a algo que, según el autor, no había sido estudiado hasta la fecha en ningún manual de Historia, esto es, la correlación que hay en el mundo entre la civilización y las murallas.
Un defecto
Sin duda, la edición podría haber sido mucho más atractiva desde el punto de vista visual: solo contiene algunos pocos mapas y ninguna fotografía que pudiera ilustrar ruinas de murallas, algo que agradecerían los lectores.
Una virtud
El historiador va más allá de las murallas para adentrarse en la psicología humana: en la de aquellos que viven en otras «fortificaciones» como urbanizaciones, insistiendo en que somos constructores de muros.
Puntuación: 10
Relatos
«Canciones para el incendio»
Juan Gabriel Vásquez
Alfaguara
232 páginas,
17,90 euros
¿Por qué los hombres nos hacemos daño?; por Diego Gándara
Juan Gabriel Vásquez reflexiona sobre nuestro lado oscuro en «Canciones para el incendio»
La violencia y la historia como material narrativo han estado muy presentes en la obra de Juan Gabriel Vásquez, autor de excelente novelas como «Los informantes», «Historia secreta de Costaguana» o «El ruido de las cosas al caer», de impecables libros de ensayos como «El arte de la distorsión» y «Viajes con un mapa en blanco» y, entre muchas otras cosas, es uno de los escritores más interesantes de su generación, especialmente porque, lejos de seguir el sendero del realismo mágico que marcaron Gabriel García Márquez y compañía, ha optado por un camino propio, distinto, continuando la estela de escritores como Bernard Malamud, Philip Roth o incluso Jorge Luis Borges.
«Canciones para el incendio», segundo libro de relatos de Vásquez después de «Los amantes de Todos los Santos» (publicado hace diecisiete años), se inserta en la misma tradición de violencia e historia que ha caracterizado su obra, pero lo hace a través de pequeños y breves cuentos que acaban conformando una potente radiografía de lo que ocurre en la vida de cualquier persona cuando la violencia se interpone en su camino.
Veteranos de guerra
En estos nueve relatos, escritos en primera persona y con una prosa tan rápida y elegante como cristalina, Vásquez no construye un universo puramente de ficción, sino que se ofrece, igual que Cervantes, como un avieso cronista de hechos que sucedieron y que forman parte de algún modo de su biografía. Así, Vásquez es capaz de dar vida a personajes variadísimos como un veterano de la guerra de Corea que se enfrenta a su pasado durante un encuentro que parecía inofensivo; a un escritor que, tras el hallazgo por internet de un libro de 1887, acaba descubriendo la vida de una mujer apasionante; o a una fotógrafa que comprende algo que tal vez hubiera preferido no comprender. Según declaró Vásquez en una entrevista, «la obra se está preguntando todo el tiempo por qué los seres humanos nos hacemos daño, por qué hacemos daño a otros o cómo lidiamos nosotros con el daño que los otros nos hacen. Ésas son las preguntas básicas que cruzan todo el libro». Un libro de relatos que no necesariamente tiene como escenario Colombia, aunque es fácil reconocer detrás de estas historias sin violencia sobre la violencia, un paisaje de horror en cuyo centro se encuentra, latente y silencioso, algo feroz a punto de desatarse.
«El doble», «Las ranas», «Las malas noticias», «Los muchachos» son los más atractivos, aunque «Canciones para el incendio», que da título al conjunto, es el mejor de todos. No solo por el relato en sí, por lo que narra, sino porque se trata de una de las historias mejor contadas. Lejos del efectismo o de los trucos que han caracterizado al género, los relatos de Juan Gabriel Vásquez demuestran que es posible escribirlos sin necesidad de pergeñarlos como si se trataran de mecanismos de relojería, sino como historias que se cuentan de la mejor y única manera posible.
sobre el autor
Nació en Bogotá en 1973 y es autor de novelas, ensayos y biografías. Ha ganado el Premio Alfaguara, el Gregor von Rezzori-Città di Firenze, el IMPAC International Dublin Literary Award y el de la Real Academia Española
ideal para...
entrar en la obra de uno de los escritores colombianos más interesantes que hay en la actualidad
un defecto
Ninguno que realmente sea apreciable
una virtud
La prosa del autor y la composición del relato, que se nutre de los maestros del género
puntuación
10
Biografía
«Lagunas»
Sarah Hepola
PEPITAS DE CALABAZA
256 páginas,
22,80 euros
La resaca de Sarah Hepola; por Ángeles López
La nómina de escritores dipsomaniacos en busca de inspiración y la literatura resulta un binomio indisoluble: Baudelarie, Bukowski, Capote, Burroughs, Carver, Chandler, Dostoyevski... Para Sarah Hepola, el alcohol también resultó ser «la gasolina de toda aventura» porque le dio alas, le permitió sacar su parte fuerte, desinhibida, progresista, sin ambages. Lo doloroso eran las lagunas del día siguiente: «¿Con quién estuve? ¿Cómo llegué a casa? ¿Con quién estoy? ¿Hablé más de la cuenta? ¿Por qué hay restos de comida en mi cama?». Cuando una mujer bebe, pese a su complexión, lo hace de un modo más compulsivo que su compañero varón. Lo que sucede es que no suele exhibirlo, lo hace a escondidas, a tragos rápidos y largos, sin pausa hasta la siguiente copa de balón. Mari Karr, en «Iluminada», también lo explicaba con todo detalle, al igual que otras autoras lo han abordado desde una perspectiva desmitificadora como María Moreno en su memoria etílica «Black Out» y Olivia Laing en «El viaje a Echo Spring». ¿Por qué beben los escritores? Incluso en Lucia Berlin encontramos pasajes desgarradores que nos remiten al tema en su «Manual para mujeres de la limpieza».
Una estadística demoledora
En este desgarrador testimonio, Hepola recoge cifras estadounidenses donde conocemos que «casi 14 millones de mujeres se corren una media de tres juergas al mes, con seis copas en cada una». La autora comenzó a engrosar estas estadísticas a los siete años, cuando empezó a beberse «las escurribajas» (que dirían los castellanos) de cerveza que dejaban sus padres; cuatro años más tarde tendría su primera borrachera y, poco después, perfectamente entrenada para las juergas universitarias, se bebería el mundo a sorbos hasta adquirir el preocupante mote de «arrasada» por sus compañeros. Las «lagunas» producidas por el alcoholismo aumentaron al hilo de los primeros trabajos en periódicos así como su descubrimiento de que la bebida parecía estimular su capacidad de escribir. Pero todo era un espejismo: «A finales de la década de 2000, las heroínas torpes y borrachas formaban parte habitual de nuestra narrativa», recuerda. «La bebida me daba permiso para hacer y ser lo que quisiera», nos explica. Pero esa licencia, que tan raras veces se otorga a las mujeres, no carece de un importante precio a pagar. Hoy Hepola tiene una nueva vida y nosotros este magnífico libro electrizante. Aunque no podamos olvidar una frase de la autora que resuena en cualquier lector: «Las noches que no puedo recordar son las noches que nunca podré olvidar».
sobre la autora
Ha escrito para «The New Yorker», «The Guardian» o «Salon», donde trabaja como editora. También se dedica a la crítica musical
ideal para...
aquellos lectores que se dejen coger por la solapa
un defecto
Una incisividad desigual en el tratamiento de algunos temas
una virtud
En ocasiones puede parecer exagerada en varios planteamientos
puntuación
8
Best-seller internacional
«El doble secreto de la familia Lassage»
RESERVOIR BOOKS
336 páginas,
18,90 euros
El folletín triunfa en la era de internet; por Lluis Fernández
Sandrine Destombes arrasa con el thriller «El doble juego de la familia Lasagge»
En la moderna intriga de acción francesa hay cierta predilección por los folletines. Dramas poco verosímiles de una simplicidad psicológica notable y de temática escabrosa. Su vertiente más extrema es el folletín delirante y rocambolesco. Una variante del relato popular fantástico: el típico cuento de hadas desplazado que sigue la excitante narración encadenada de la «caja china» o «recit à tiroirs», cuya acción principal se va dilatando con narraciones paralelas que ponen en escena protagonistas secundarios hasta configurar una galaxia circular de misterio que avanza, se ralentiza o retrocede según convenga para mantener la tensión y aumentar el suspense.La autora, Sandrine Destombes, la utiliza con conocimiento de causa. A mitad de la novela, barrunta el detective: «La conclusión era amarga. Cada vez que pensaba que iba en la dirección correcta, aparecía un elemento nuevo que lo cuestionaba todo. Seguir la pista de Zélie y Gabriel equivalía a adentrarse en un laberinto, una maraña de posibilidades que desembocaban todas en vía muerta». Que «El doble juego de la familia Lassage» haya recibido el premio VSD RTL al mejor thriller de año, presidido por Michel Bussi, lo identifica con el autor de «No me invento nada», que utiliza similares recursos narrativos y que guió a la autora.
Doble juego
El premio consistía en publicar en internet la obra por capítulos, como los folletines decimonónicos, de ahí la utilización de esta técnica: capítulo corto con un giro sorprendente al final y esperar la opinión de los 100.000 lectores para ir modificando el relato. Con el 60% de la novela publicada, al obtener Destombes el premio del jurado, se editó en papel. Es el viejo fenómeno de producción literaria de masas, con el concurso de los lectores, pero en las redes. Un sistema ya utilizado por el folletín diario como en Hollywood con las «sneak previews» de un filme con espectadores, que rellenaban unas tarjetas a partir de las cuales se modificaba la película. Es un juego interactivo que dio excelentes resultados, como la modificación de «El crepúsculo de los dioses» de Billy Wilder, tras la reacción negativa del público. La diferencia con el pasado es que internet es un medio en sí mismo y la edición en papel un residuo todavía útil que utiliza con provecho el nuevo soporte.
En este libro destaca el dominio de la autora para encadenar situaciones de suspense recurriendo a dosis de sensacionalismo. ¿Podrá justificar las expectativas levantadas? Imposible. Su adorado Hitchcock ya lo advirtió: es mejor desvelar el misterio al principio que dilatar la explicación al final, pues forzosamente será decepcionante. Destombes juega fuerte, juega duro y juega de farol. Hasta que el lector se percata de que ha de admitir lo absurdo de la trama como un delirio paranoico rocambolesco. Ante su inverosimilitud, es imposible suspender la incredulidad, por lo que solo cabe tomarse la novela como un divertimento folletinesco. De ahí el éxito cosechado en Francia.
sobre la autora
Sandrine Destombes (1971, Francia) ha triunfado con la que es su quinta novela tras ganar el premio VSD RTL
ideal para...
todos aquellos a los que le gusta una intriga encadenada de las que crean suspense a raudales
un defecto
Las expectativas levantadas y su incapacidad en determinadas ocasiones para colmarlas
una virtud
Jugar con el folletín de forma descarada sin importarle lo inverosímil de la trama creada a golpe de machete
puntuación
9
Ensayo
«Grecia para todos»
Carlos García Gual
Espasa
200 páginas,
19,90 euros
Siempre nos quedará Grecia; por D. Hernández de la Fuente
Nunca se escribirá bastante sobre la civilización griega, que sirve de base a la nuestra, ni se insistirá demasiado en la relevancia de lo que los antiguos griegos fundaron para nosotros: desde todos los géneros literarios a la experiencia política participativa fundacional para nuestras sociedades occidentales, desde el canon estético del clasicismo en todas las artes, hasta el método científico y el anhelo de conocer empíricamente lo que nos rodea. Sobre todos estos temas hay muchos libros eruditos y ensayos de diversa índole que han tratado sus desarrollos de forma académica, pero quizá han faltado aproximaciones más didácticas que sirvieran al gran público para darse cuenta de la auténtica «deuda griega». En el mundo hispanohablante, muchas de esas obras fundamentales para conocer la cultura clásica han sido publicadas por el autor que nos ocupa, Carlos García Gual, sin duda nuestro helenista más reconocido por su labor de difusión de las humanidades. La obra académica de García Gual es ingente y muy valorada y, últimamente, su ingreso en la Real Academia Española ha vuelto a poner de actualidad la eterna vigencia de Grecia para nuestras vidas.
Pero esta vez, en su último libro, titulado «Grecia para todos», el ensayista ha optado por realizar su libro sin duda más accesible y personal. Si su prosa siempre es de amena lectura y destaca por hacer fácil lo difícil, acercando al lector las profundidades de la filosofía, la literatura o la mitología griegas, en esta ocasión, este nuevo viaje que nos propone por la Grecia antigua deleitará a todos los públicos por su tono cercano y didáctico: el autor explica Grecia en sus elementos simbólicos, desde el olivo al mar, el vino o el amor por la verdad, y a través de ágiles apuntes sobre héroes, mitos, obras literarias e hitos históricos. En un capítulo final da cuenta también de la importancia de la tradición y la transmisión para los senderos sin fin que han recorrido, desde la antigüedad, todos los temas y mitos clásicos hasta llegar a nosotros.
Un escenario compartido
Todo ello nos ayudará a contestar la vieja pregunta que ronda a Occidente desde, al menos, dos milenios. Otra helenista y académica, esta vez de la Academie Française, Jacqueline de Romilly, planteó acertadamente esta cuestión que, en España, Francia y todo el mundo, sigue siendo de actualidad. «¿Por qué Grecia?» García Gual contesta también en su «Grecia para todos» con unas pinceladas que esbozan una clara razón: porque Grecia es de todos, porque en realidad, lo cierto es que todos somos Grecia.
sobre el autor
Escritor, traductor y crítico literario. Es además catedrático emérito de Filología Griega en la UCM y es el más reciente académico de la RAE
ideal para...
comprender los rasgos esenciales de la cultura griega clásica
un defecto
Ninguno reseñable
una virtud
El tono accesible, la explicación amena y el aliento narrativo de sus páginas
Puntuación
10
Diario
«Aquí y ahora»
Miguel Ángel Hernández
Fórcola
268 páginas, 21,50 euros
El dolor de escribir; por J. Ferrer
El año pasado Miguel Ángel Hernández (Murcia, 1977) publicaba un sorprendente libro, «El dolor de los demás», en el que reconstruía un crimen real del pasado con una fuerte implicación autorreferencial en una clara muestra del mejor relato de no-ficción. Sus dos anteriores novelas, «Intento de escapada» (2013) y «El instante de peligro» (2015), ya nos situaban ante un narrador fascinado por el suspense cotidiano, la función del arte contemporáneo y la ambigua percepción de la realidad. Sin caer en experimentalismos vanguardistas, su escritura tantea renovadas estructuras argumentales, moviéndose entre la crónica testimonial y la especulativa fabulación. Mientras escribía «El dolor de los demás» redactaba también «Aquí y ahora», un subtitulado «Diario de escritura» en el que cuenta el proceso de creación de la novela junto a puntuales lecturas preferidas
–Pablo d’Ors o Luisgé Martín–, eventos culturales y sus incidencias profesionales como docente universitario.
Más allá de las técnicas narrativas, el autor traza una especie de autosemblanza donde destaca su interés por la estética de las series televisivas, la sociología del fútbol o el sentido psicoanalítico del arte. Sobresalen emotivas situaciones, como un paseo por el derruido Belchite o la visita a la tumba de sus padres. Se abordan además asuntos teóricos, como la presunta muerte de la novela, que se niega terminantemente; el juego con las categorías espacio-temporales, que enriquece las posibilidades narrativas; o el valor rememorativo del propio dietario: «Agradeces haber podido dejar constancia de ese tiempo que se ha desvanecido. El diario es una herramienta de la memoria. Una prótesis del recuerdo». Figura también aquí su dedicación como profesor en un taller literario, experiencia que dota al texto de una eficaz solvencia conceptual, sin que falte la amena complicidad y el desinhibido tono expresivo.
Novela
«Milkman»
Anna Burns
ADN
352 páginas,
19 euros
La voz silenciada de Irlanda; por D. Gándara
Anna Burns denuncia en estas páginas el acoso sexual y el abuso de poder
No es fácil ser una mujer en la ciudad anónima que describe esta potente no-vela de Anna Burns, donde la protagonista, una hermana mediana, no quiere que su madre sepa quién es su novio: el lechero de la ciudad. Pero alguien, el cuñado de la protagonista, se entera de lo que está ocurriendo entre ella y el joven y no duda en esparcir el rumor. De esta manera, la protagonista se convierte de inmediato en lo que nunca deseó: en una mujer interesante, pues, sin desearlo, trae sobre sí misma la atención de la ciudad. Ganadora de los premios Man Booker 2018 y National Book Critics Circle 2019, «Milkman» es una novela tan dura como reveladora, pues pone de manifiesto algo que entonces estaba demasiado silenciado y que hoy forma parte de las noticias cotidianas: la perversa relación que existe entre el acoso sexual y el abuso de poder. Ambientada en la Irlanda del Norte durante los años setenta con el conflicto político como telón de fondo, «Milkman» es, entre muchas otras cosas, un retrato espeluznante de lo que signfica vivir en una comunidad cerrada. Una comunidad que al principio aparece como un poder totalizante e invencible pero en la que, a medida que avanza la obra, comienza a haber no solo grietas, sino pequeños espacios en los que la protagonista encontrará su lugar propio.
Ecos totalitarios
Historia de rumores y chismes, de silencios y de palabras que prefieren no decirse o no escucharse, «Milkman», más allá de que transcurre en la década del setenta, tiene sin embargo un eco propio que remite tanto a los regímenes totalitarios como la Rusia estalinista, a la cerrazón de los talibanes, a las cazas de brujas medievales, como también a movimientos más contemporáneos como el feminismo o el Me Too. En ese sentido, la joven, lejos de mostrarse como una heroína o una víctima, lo que hace es ofrecer una mirada original, divertida y diferente de lo que ocurre a su alrededor. Todo, por otro lado, narrado con un lenguaje que describe la violencia cotidiana, silenciosa, del mundo que la rodea: una ciudad en la que hay amenazas constantes, personas asesinadas por escuadrones de la muerte, por la violencia del Estado, y mujeres acosadas por el rumor y por hombres insaciables.
La novela, así, describe de manera directa y feroz no solo el poder de la calumnia, sino también la presión social que ejerce una comunidad que esconde una perversa trama compuesta por lealtades políticas y alianzas de clase y de género capaces de alentar el acoso sexual. Burns, en ese sentido, retrata de modo implacable un mundo perverso que permite a los hombres hacer uso y abuso de un poder que, en el fondo, es otorgado por una comunidad que los sostiene. Lejos, en cualquier caso, de tratarse de un libro que transcurre en un tiempo histórico determinado, «Milkman» es una novela muy actual que muestra que la calumnia continúa siendo algo muy presente en las sociedades contemporáneas.
sobre el autor
Anna Burns nació en Belfast. Ees autora de dos novelas, «No Bones» y «Little Constructions». La primera de ellas ganó el premio Winifred Holtby Memorial Prize
ideal para...
conocer la obra de una escritora prácticamente desconocida en España pero no en Irlanda
un defecto
La novela no tiene defectos de ninguna clase y está perfectamente traducida y editada
una virtud
La capacidad de la autora para componer una historia que, aunque transcurra en el pasado, sirve para comprender el presente
Puntuación
9
«El exilio del rey»
Luis Antonio de Villena
CABARET VOLTAIRE
224 páginas,
18,95 euros
Buscando la belleza del maldito; por Jesús Ferrer
Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) es un escritor de muy variados registros genéricos, entre los que destaca la semblanza como una modalidad literaria que incluye el perfil biográfico, el retrato moral y la significación estética. En esta línea, y fruto de su interés por el decadentismo artístico, vestigio acaso de su histórica pertenencia a la generación de «Los novísimos», ha recuperado la figura poética de Aníbal Turena, epígono del malditismo modernista inserto en la vanguardia de incierta identidad. Ya lo había hecho protagonista en 2012 de la novela «Majestad caída», donde fijaba su ignota personalidad, y dos años después editaba el poemario «Coral de sangre», compendio de esa lírica de la marginalidad. Siguiendo, y quizá concluyendo, con esta mantenida afección, se publica ahora «El exilio del rey», novela que incide en la madurez del personaje con un tono de crepuscular balance vital y desengañada mirada.
Aníbal Turena aparece aquí, a consecuencia de su compromiso republicano, en el exilio argentino (figurado «rey» en su majestuosidad dandy) siguiendo el río Paraná hacia un indeterminado norte, en realidad más un horizonte existencial que un concreto lugar geográfico; y hallamos su característica silueta personal: esteta diletante de sensibilidad homoerótica, pertinaz rastreador de la exultante belleza, añorante admirador de las perfecciones juveniles y contrariado espectador del implacable paso del tiempo. Protagonistas de excepción son también Witold Gombrowicz y el poeta Lucio Sansilvestre, personaje a su vez de la novela «Los ídolos», de Manuel Mujica Lainez, en clara interlocución literaria de intencionada ambigüedad; su intervención en la historia refuerza los identitarios referentes de Turena: la asumida soledad terminal, su conciencia de desasimiento personal (el «despojado de mí mismo» se considera), y su convicción de que España ya no es su país. Una reiterada sentimentalidad frustrante convive, por otro lado, con la insistente pulsión sexual.
Cuerpos que arden
Aparte de las vicisitudes del relato, tiene particular interés la radiografía moral de los personajes, que persiguen un sentido existencial a través de lo que aquí se destaca como «los saberes del alma», una ética del conocimiento formada por la desinhibición amorosa, el goce del instante vital y la visceral búsqueda de la felicidad. Turena concluye en una decisiva opción íntima: «Si soy Nadie, viviré como Nadie y si me arde esa pasión de los cuerpos hermosos, dejaré que me queme». Una excelente novela, de elaborada prosa e inmejorable desarrollo.
sobre el autor
Narrador, novelista, poeta y ensayista fascinado por el decadentismo artístico y la exquisitez expresiva
ideal para...
adentrarse en un universo narrativo de obsesiva belleza y asumido desarraigo vital
un defecto
Ninguno especialmente destacable
una virtud
La envolvente atmósfera de un logrado y efectivo diletantismo estetizante
Puntuación
9
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