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Coronavirus

Carolina Marín: “Me levanto y sigo pensando que esto es una película”

La campeona olímpica de bádminton llevaba “trece años sin estar tres semanas en su casa de Huelva”. Durante el confinamiento por el coronavirus se entrena con garrafas de cinco litros de agua, gomas y una bici estática

Carolina Marín atendió a los medios desde el salón de su casa
Carolina Marín atendió a los medios desde el salón de su casaArchivo

Unas garrafas de cinco litros de agua como mancuernas, paquetes de arroz, unas gomas que ata en las escaleras de casa y utiliza en el rellano, donde tiene hueco; un rodillo para hacer cardio en el patio, mientras se canta una sevillana... Esos son los instrumentos de Carolina Marín para mantenerse activa y, excepto un par de máquinas que le mandó rápidamente su entrenador Fernando Rivas, no es algo muy diferente a lo de muchos otros españoles en esta época de confinamiento que toca vivir por el coronavirus, por mucho que la onubense sea campeona olímpica de bádminton. “Llevo tres semanas sin coger la raqueta o el volante”, asegura en una charla con medios promovida por 123aCorrer de Banco Santander, de quien es embajadora. La onubense tendrá que esperar un año para poder defender el oro que logró en Río en 2016, y la noticia del aplazamiento de los Juegos de Tokio a 2021 es un alivio para ella. “Íbamos a estar al 30 o 40 por ciento y además ahora lo importante es la salud”, explica Carolina, que además ha vivido un año con, como dice ella, “muchas piedras en el camino”: la grave lesión a finales de enero de 2019 (rotura de ligamento cruzado de la rodilla derecha), de la que se recuperó en tiempo récord para empezar rápido a ganar; un virus que la tuvo enferma en noviembre y un reciente accidente de su padre que le hacía tener la mente en demasiados sitios, no centrada en su deporte.

Como cualquiera, ella también va pasando las etapas mentales de confinamiento de enfado, aceptación...,Y como casi todos, cuando se levanta cada día, sigue pensando que parece que estamos viviendo una película. Ella fue de las últimas deportistas en poder competir. Estaba en Birmingham participando en el All England mientras en España y en el resto del mundo empezaban a suspenderse competiciones y a tomar medidas. “Aunque estaba compitiendo en Inglaterra estaba siguiendo al minuto las noticias que pasaban en España, tanto por las redes sociales como por mi familia. No dudé en volverme cuanto antes para estar con mi familia en Huelva”, cuenta. “Cuando volví y vi esa soledad en la carretera, ya no había gente por la calle, pensé que estaba viviendo totalmente en una películay que todo era surrealista. Allí en Inglaterra todo parecía normal, nuestro torneo no se hizo a puerta cerrada, no vi que allí la gente estuviera tomando las medidas de precaución que sí había ya en España; los restaurantes estaban llenos, gente paseando con tranquilidad por la calle, saliendo de fiesta... Y ya digo que al volver me recogió mi madre en el aeropuerto de Sevilla, para ir a Huelva, y ver esa soledad en la carretera de Sevilla a Huelva que siempre está llena de coches”, desvela. Fue un golpe de realidad. Pasó la primera reacción de impotencia, de querer seguir entrenando para los Juegos, a aceptar que lo mejor era quedarse en casa parar mirar por la salud y para colaborar “con el pueblo de España” . Es más, ahora, si se lo ofrecieran, no le gustaría que le pusieran un pabellón, porque no iba a poder mantener la distancia de seguridad ni cumplir las medidas que pide el Gobierno.

Toca quedarse en casa y, de alguna manera, volver a la infancia: “Hacía 13 años, desde que me fui de casa con 14, que no pasaba tres semanas en mi casa”, revela. Tiene algún que otro roce -admite- con su madre después de tanto tiempo sin convivir juntas tantos días, pero nada serio. Carolina Marín se levanta a las 9 más o menos, desayuna un poco, entrena durante una hora u hora y media, come algo más como frutos secos o cereales y tiene otra sesión de algo más de intensidad... Eso al menos los primeros días. Con el aplazamiento, el plan se alteró un poco. “Cuando se alargó dos semanas, mi entrenador me dijo que me lo tomara con calma, que no metiera mucha intensidad e hiciera una recuperación activa”, explica, y prevé que “irá para largo”. “Hasta dentro de un mes mínimo no se empezará a ver algo de mejoría”, piensa. Por las tardes se dedica a leer, ver series (ha terminado la última temporada de Vikingos y espera la nueva de La Casa de Papel), incluso hacer bricolaje y ayudar a su madre en la cocina, que es una de sus pasiones, aunque, eso sí, sano, nada de azúcar aunque haga un postre. La dieta sí la ha cambiado por obligación. “Porque normalmente entrenamos seis, siete u ocho horas y hacemos comidas ricas en proteínas e hidratos de carbono, y ahora sólo entrenamos dos o tres”, explica.

El calendario de bádminton todavía está por definirse, de ahí que todo “es ahora una locura”, pero el traslado de los Juegos a 2021 le da tiempo a prepararse bien. El próximo no será solo un año olímpico. También se disputa, poco después de la cita de Tokio, el Mundial en su Huelva. “Va a ser un año duro”, vaticina. Pero ya tendrá tiempo para pensarlo y planificarlo. Ahora lo que le toca es seguir en casa.