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Coronavirus

Bruno Hortelano: “Lo que fuese que me cortó la cabeza, raspó contra el cráneo pero no partió el hueso”

El mejor velocista español de la historia narra en la web oficial de los Juegos de Tokyo 2020 cómo fue el grave accidente que tuvo en 2016 y en el que casi pierde una mano y algo más

Bruno Hortelano, en los Juegos de Río
Bruno Hortelano, en los Juegos de Ríolarazon

El atleta Bruno Hortelano está pasando el confinamiento en el piso de un amigo (todos los detalles aquí), donde ha concedido una entrevista al canal oficial de los Juegos de Tokio 2020 en el que cuenta con detalle cómo fueron los momentos vividos tras el grave accidente de tráfico que vivió tras los Juegos de Río. “Me levanté de la cama del hospital para estar en Tokio”, dice. Y en ese proceso sigue. Estas son algunas de sus respuestas.

Los Juegos de Río 2016

“El recuerdo más nostálgico fue la Ceremonia de Apertura: entrando al estadio por debajo, por un túnel oscuro y salir a la luz dentro del estadio. Simbólicamente fue como un renacimiento: de pronto ya era Olímpico. Era alguien capaz de hacer cumplir sus sueños. Lloré nada más entrar al estadio. Sin palabras”.

El grave accidente

Yo desperté en el hospital y no sabía de dónde venía. Tenía recuerdos de hacía muchas horas. No sabía cómo había llegado allí. Recuerdo despertar con mucha desorientación, mucha confusión, y al mismo tiempo me sentía sobre una nube, por la morfina que tenía, pero con un dolor infinito. La morfina es como que te distrae del dolor, y el dolor sigue ahí. Yo he trabajado en hospitales como investigador, por lo tanto me imaginaba lo que había pasado. El enfermero me dijo que había tenido un accidente de tráfico. Entonces, lo primero pregunté por la cabeza porque sé que, si tienes algo grave ahí, es muy difícil que salgas adelante. Me dijo que en la cabeza me había llevado un gran golpe y que tenía un corte grande, pero que el cerebro lo tenía bien. A lo largo de los días me hicieron dos pruebas más, y concluyeron que el cerebro lo tenía intacto. La suerte había sido que, lo que fuese que me cortó la cabeza, un hierro o lo que sea, raspó contra el cráneo pero no partió el hueso. Y ahí está la suerte y el destino. Entonces pregunté por las piernas y me dijeron que bien, y yo ya celebraba. Pregunté por el brazo y me dijo que tenía una luxación seria en la mano derecha. Y le pregunté: ¿la voy a perder? Y me dijo: No lo sé. Y el accidente lo tuve con mi primo, y yo a él no le veía. El enfermero me dijo que no sabía dónde estaba mi primo y ese momento fue muy duro para mí. Más adelante, horas después, me enteré que mi primo estaba bien, sano y salvo, y que los golpes me los había llevado yo. Eso fue una victoria para mí.

Sus “otros” Juegos Olímpicos

"Realmente me daba igual perder la mano si sabía que el cerebro y las piernas las tenía. Es difícil explicar esto con palabras, pero la aceptación de perder la mano estaba ahí. Y eso fueron unas lecciones. Yo venía de una maratón que era una Olimpiada de cuatro años. Y desde el primer momento supe que venía otra maratón. Volvíamos a empezar, en un ámbito muy distinto. Tenía que tener paciencia, tener la mente en mis objetivos, y ser optimista. A veces es irracional pensar que las cosas van a salir bien, no es realista, pero da igual porque te ayuda”.

Ocho operaciones

“Estaba pensando cero en el deporte en aquel momento. Era todo tratar de salvar mi vida: y no solo que mi corazón siguiera latiendo, sino también recuperar mi identidad, la imagen de mí mismo al mirarme al espejo. Fue una maratón de seis meses entrando y saliendo del hospital”.

Depresión

“La ilusión no la he perdido. Se me enmascaró durante un tiempo desde el accidente y dejé de verla. Aunque las lesiones y el trauma físico me lo llevé en septiembre de 2016, el trauma y los daños psicológicos vinieron como ocho meses después. Al junio siguiente sentí que tocaba fondo psicológicamente y yo entraba en depresión. Fue después de renunciar al Mundial y de tener problemas en mi vida personal, y encima no poder agarrarme a mi trabajo, que era el deporte. Cuando me miraba al espejo veía a un enclenque que no era la persona que yo conocía de antes. Toqué fondo: apatía, sentir grandes confusiones, desorientación y una visión que no llega más allá de donde tienes los pies. Estuve como 22 meses sin competir después de Río, pero fue gracias al deporte que pude salir de todas esas situaciones, que quizá de otra forma no hubiera salido. Tengo que dar gracias a correr en línea recta. Algo tan simple, pero que me ha salvado la vida varias veces. La depresión no es algo de lo que se habla mucho pero es algo que se vive mucho, especialmente en el deporte, por ser algo tan efímero, por soñar y por querer ganar la medalla de oro. Pero medallas de oro solamente hay una".

Tokio 2020

“En Tokio culmina un largo trayecto, una Olimpiada, una odisea, un gran camino para mí como persona y como deportista también, pero más bien personalmente. Cuando yo estaba en el hospital me hice la promesa de ir a Tokio si salía de la cama del hospital. Si salía de la cama del hospital, era para ir a Tokio. Y aún no ha llegado Tokio, por lo que no he salido de la cama del hospital metafóricamente. No he superado aquello aún, y por lo tanto sigo en la misma batalla. Y cansa, a veces cansa”, reconoce el velocista.