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Coronavirus

Las tres semanas de odisea de Bruno Hortelano

Falleció su abuela y no pudo ir al entierro, vivió cerca uno de los primeros positivos por coronavirus en Tenerife y ahora pasa la cuarentena en casa de un amigo en Sabadell tras cerrar el CAR, donde residía. De todo eso y más habla en esta entrevista

Bruno Hortelano / Facebook
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El atleta Bruno Hortelano, plusmarquista español de 100, 200 y 400 metros, está pasando la cuarentena por el coronavirus en casa de un amigo en Sabadell, resignado como cualquier ciudadano. Y para llegar ahí ha vivido una pequeña odisea, y no sólo por el maldito COVID-19. “Han sido tres semanas de estrés”, desvela en conversación telefónica con este periódico. Él estaba en Tenerife, en plena preparación para los Juegos de Tokio... “Y falleció mi abuela. Me hubiera gustado ir a Madrid, pero no pude por la calima que hubo en Canarias. Estuve tres días encerrado en el hotel, se cancelaron los vuelos... Era la última abuela que me quedaba viva”, cuenta con pena. Y sigue: “Esa misma semana saltó el positivo por coronavirus en Tenerife por el que cerraron un hotel y dejaron a 2.000 personas en cuarentena. El fisio y yo estábamos en el pueblo de al lado, en Playa de las Américas, es una zona turística y se pensó que el virus iba a estar dando vueltas por ahí. Para no arriesgar a ser contagiado o que lo cogiera alguien de nuestro hotel y tuviéramos que estar 14 días encerrados sin entrenar, cogimos un ferri y nos escapamos a La Palma”. Allí, por fin, vivió una pequeña tregua, pero faltaba el remate. “Estuvimos una semana, volvimos para Barcelona y nos encontramos con una situación por el coronavirus que no estaba mal, pero era cuestión de días”, continúa. Efectivamente, al poco tiempo estalló todo, el virus, casi focalizado en Madrid, se empezó a descontrolar por el país. El jueves 12 de marzo cerró el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de la capital. El de Sant Cugat no duró ni 24 horas más. La primera idea fue que los deportistas se quedaran allí sin contacto con el exterior, pero hubo un positivo y todos a casa. “Yo estoy interno en el CAR, nos avisaron el viernes y el sábado me fui. Tengo un tío que vive en Barcelona, pero en su oficina una persona dio positivo. No sabía si mi tío también podía darlo y al final decidí que lo mejor era apartarme y me fui a casa de mi amigo”, narra.

Así llegó Bruno donde está en estos momentos...

“Y ahora tenemos la incertidumbre de los Juegos Olímpicos”, asegura. Primero porque, como muchos otros deportistas, no puede entrenar. “Tenemos un patio pequeño en el que doy vueltas, puedo hacer un calentamiento y trabajo de core con gomas, pero es mantenimiento, un 10 por ciento de lo que sería mi entrenamiento a cuatro meses de los Juegos. Y yo puedo hacer esto, pero ¿y los fondistas o ciclistas que no tengan tapiz o rodillo en casa? Por no hablar de los nadadores... Es que una semana fuera es perder la forma, y crea impotencia, son cuatro años entrenando para una cita en particular como los Juegos, que ahí siguen... Estos tiempos tan raros están generando mucho estrés para toda esa gente que no puede trabajar y que tiene que dar de comer a sus familias, pues no es tan distinto a nuestro caso, y nosotros no podemos hacer teletrabajo”, afirma el velocista, que trata de poner un poco de cordura en medio de la complicada situación que está viviendo: “Soy de los que piensa que esto nos sobrepasa. Es un problema social y médico a tal escala... Nunca nos hemos enfrentado a nada igual. Yo no soy un experto, yo no estoy en ninguna posición para decidir si los deportistas de alto rendimiento deberían estar entrenando o no. Si los expertos médicos dicen que lo mejor es que no, pues hay que respetarlo”.

La incertidumbre se multiplica porque además no se sabe si los Juegos se van a disputar o no en verano. “Si me dices que solamente es en España, entiendo que se pueda no tomar esa decisión porque algunos países quedaron fulminados por guerras y no se cancelaron o cambiaron de fecha los Juegos, pero estamos viendo un fenómeno a nivel mundial, a América sólo acaba de llegar y en Europa todavía no estamos en el pico. Si se mantuviesen los Juegos me daría pena porque muy pocos podrían llegar en su mejor estado, así que serían unos Juegos pobres”, opina Hortelano. Este cóctel de circunstancias hace que aparte de físicamente, también sea una situación complicada de llevar mentalmente: “Los primeros días me afectó, pudo conmigo y estuve el fin de semana pasado sin hacer gran cosa, intentando averiguar qué es lo que iba a hacer... Han pasado unos días y he vuelto a tener la fuerza anímica para resolver las dudas, para ver que es algo que está fuera del control de todo el mundo, y del mío, y si no puedo entrenar, pues no voy a entrenar y no me voy a estresar. Y luego, esperar que el COI entienda la situación de miles de deportistas alrededor del mundo y que empatice, y si no empatiza, pues haremos todo lo posible para llegar bien”, piensa.

Al atleta le pasa por la cabeza lo que a montones de personas.“Llevo cinco días con un resfriado, que no son los síntomas, no encaja, pero aún así te preguntas si se puede manifestar de muchas formas distintas”, desvela. “Yo creo que esto va a generar una conciencia social para vacunarse todos los años de esas infecciones víricas que realmente a nosotros no nos afectan, pero a otros más vulnerables sí. Es que todos los años muere gente de la gripe normal. Yo mismo soy culpable porque a veces no me he vacunado, aunque este año sí, pero pensando en no ponerme enfermo para Tokio. Creo que de esto van a salir muchos cambios positivos, precisamente porque estamos viendo muchos efectos negativos”.

Por cierto, los padres de Hortelano sí pudieron ir al entierro de la abuela. Viven en Kazajistán, su padre trabaja en la universidad, es biológo y genetista, y cuando volvieron de Madrid no los pusieron en cuarentena, pero casi: los iban llamando todas las mañanas para ver si tenían fiebre y para controlar. Están bien. “Ahora la universidad ya cerró, las fronteras también y no los veré hasta que cambie la situación”, dice Bruno. Su odisea continúa por la cuarentena. Junto con la del resto de deportistas. Junto con la del resto de personas.