El Barcelona vence al Ferencvaros (0-3) para gozo de Dembélé, Griezmann, Braithwaite...

El partido empezó sin historia porque el Barcelona ya está clasificado para octavos de final de la Champions y rápidamente perdió el picante en lo referente al resultado, porque empezaron a caer goles en la portería del Ferencvaros. Pero todo suma y en noches así y ante circunstancias como las actuales, con un calendario repleto, cuantos más jugadores estén animados para aportar cuando se les requiera, mucho mejor. Es casi una cuestión mental, más que futbolística, o ambas van de la mano. El jugador que se siente útil está más dispuesto a correr y sufrir que el que se considera olvidado o requerido sólo para tapar huecos.

Un ejemplo es Braithwaite, que parecía una sombra en el equipo, con minutos, pero sin aportar demasiado, hasta que han empezado a llegar los goles y ya hay quien se plantea si Koeman no tiene ya en su plantilla el «9» que buscaba. A un delantero nada le hace más feliz que marcar, y el danés lo ha hecho cuatro veces en sus últimas tres apariciones, en las que además ha forzado dos penaltis. Se lanzó al suelo para cazar el pase de Dembélé y la sonrisa le iluminó la cara.

Era la enésima entrada del francés por la banda izquierda. Montó una sociedad con Jordi Alba que se le atragantó a Botka y a Blazic, el central que estaba por ahí, incapaces de detectar las subidas del lateral o de interceptar las carreras del extremo o de interrumpir las paredes cuando empezaban a pasarse el balón. Porque antes que Braithwaite también había marcado Griezmann de forma muy similar, aunque más estético, porque su remate fue con el tacón y entró por entre las piernas del portero Dibusz. El fichaje estrella de 2019 está en su mejor momento como azulgrana. Claro que el Ferencvaros es un rival flojo y que el partido no era decisivo, pero está por fin con confianza. Lo más importante del fichaje de los 120 millones de euros es que participa en el juego y se divierte, cuando durante mucho tiempo de su paso por el Camp Nou los partidos pasaban por él sin que casi la tocara o se cansaba de tirar un desmarque tras otro para que sus compañeros nunca le buscaban. La presencia de Braithwaite en punta le ha dado más libertad y más participación.

Trincao también tuvo una ocasión similar a la de los dos primeros goleadores, pero estaba un poco más lejos y no logró chutar con acierto. El portugués fue el más tímido de esos jugadores que veían el encuentro de ayer como una oportunidad.

Si el Ferencvaros no lo tenía claro, se le puso peor con el tanto de Dembélé, que se pidió el penalti, pues Messi está descansando en Barcelona. Estuvo bien el conjunto español en la contundencia, algo que le ha faltado en muchos encuentros este curso, y en la presión, dejando a su rival húngaro casi encerrado en su campo. Durante ratos largos apenas lograba salir.

Solucionado el resultado, Koeman empezó a pensar en lo que viene, porque el Barcelona sigue descolgado en la Liga, donde no se puede permitir fallar mucho más, y el sábado visita al Cádiz y si pierde volverán los nubarrones. Jordi Alba ya había cumplido: a descansar; lo mismo que Busquets y poco después Lenglet. Dembélé todavía tenía ganas de más y a punto estuvo de homenajear a Maradona con una jugada en la que arrancó desde su propio campo y fue dejando rivales atrás, para acabar estrellando el disparo en el lateral de la red. Las lesiones le están respetando y ahora le falta repetir la actuación de ayer y hacerlo contra rivales más poderosos.

Se estiró algo más el Ferencvaros y Siger rozó el gol con un disparo ajustado a la escuadra. Continuó el carrusel de cambios para que Riqui Puig se uniera a la fiesta y el encuentro terminó con todos sanos, que es el otro gran objetivo en duelos como este. La Juve también venció y los dos poderosos se jugarán el primer puesto del grupo el martes, aunque los de Koeman tendrían que caer por tres goles de diferencia para perderlo.