Copa del Rey

Sorpresa

El Atlético más impotente pierde contra el Cornella, un Segunda B. y cae de la Copa

El equipo de Simeone fue impotente frente a un rival muy preparado. La derrota levanta sospechas sobre el futuro rojiblanco

El centrocampista del Atlético de Madrid de Madrid Víctor Machín, lucha con el defensa de UE Cornellá, Pol Moreno
El centrocampista del Atlético de Madrid de Madrid Víctor Machín, lucha con el defensa de UE Cornellá, Pol MorenoQuique GarciaEFE

Un Atlético plano, sin nada que ofrecer más que gestos de rabia, pataditas a destiempo y balones colgados se cayó de la Copa otra vez antes de tiempo frente al Cornella y desveló uno de los problemas que puede tener el equipo de Simeone durante el resto de la temporada: no tiene una plantilla extensa para ser competitivo y no está claro que vaya sobrado de luces cuando llegue el cansancio y los partidos se compliquen.

Se encontró con un partido muy del Atlético: un gol al principio de balón parado y el resto del choque una muralla, un sinfin de problemas, frío, ningún espacio y donde era imposible jugar a nada. Sólo que ésta vez no era el Atlético quien hacía eso. No fue el equipo de Simeone quien lo sufrió y no supo cómo ponerle remedio.

Sólo durante unos minutos al final de la primera parte dio el equipo de Primera la sensación de estar vivo y poder marcar. Fue ahí cuando tuvo ocasiones para marcar: un remate al larguero, un rato de acoso contra un equipo metido en el área sin complejos y un remate de Felipe, que tenía que haber sido gol, pero que se marchó fuera por un pelo. No marcó y al conjunto rojiblanco se le pasó el entusiasmo.

El Cornellá, en cambio, fue sobrado de eso. El plan le salió redondo: marcar y resistir. Y todo lo hizo a la perfección. Además, cuando tocó resistir no dejó de mirar a la portería rival. El Atlético apretaba, pero el conjunto local iba dejando alguna piedra para encontra el camino que llevaba a la portería rojiblanca. Tuvo contras interesantes y pudo hacer más daño si hubiese tenido suerte.

En el Atlético nada funcionó. Ni los no habituales, espesos ni los que tienen más nombre, como Joao Felix, que acabo sustituido ante su incapacidad para cambiar el rumbo de lo que estaba pasando.

Lo que estaba pasando es que pasado el impulso y esas ocasiones consecutivas el Atlético se fue apagando, como si se diese cuenta de que era imposible, que no era su noche y que qué podía hacer. Se quedó con uno menos, los minutos fueron pasando. Ya no había ocasiones, ni nada. Ni siquiera ese modo hosco de llegar a la portería rival que son balones al área. Nada. En Copa ya no hay partido a partido.