Entrevista
Damián Quintero: “He cogido tirria al sótano en el que entrené en el confinamiento”
El karateca español, número uno del mundo de kata, compite en un evento internacional tras un año sin poder hacerlo por el coronavirus. El sueño de los Juegos de Tokio está más cerca
En el módulo de karate del CAR de Madrid hay una frase: «Hoy venceré a mi yo de ayer». Es un mensaje de superación que últimamente ha tenido que tener más presente que nunca Damián Quintero (36 años), número uno del mundo de kata y aspirante a medalla en los Juegos de Tokio, su gran sueño. Está compitiendo en la Premier League de Estambul (el domingo peleará por las medallas), un torneo internacional por primera vez en un año que ha estado marcado, cómo no, por el coronavirus.
-Y un año después, puede volver a salir a competir.
-Lo echaba mucho de menos, hemos tenido algún torneo a nivel nacional, pero, con todo el respeto a mis rivales de aquí, la intensidad no es la misma. Realmente yo me tengo que foguear un poco con los rivales que me voy a encontrar en Tokio, entonces tengo que tener un feedback después de este torneo y saber dónde estamos con respecto a estos rivales. Hemos estado entrenando durante un año como si no hubiera un mañana, con la misma intensidad, pero realmente estos torneos, con la clasificación en el bolsillo como tengo yo, me sirven también como entrenamiento.
-¿Tiene nervios, como si fuera la primera vez?
-Nervios de la competición no, estoy tranquilo, probablemente me salgan allí en Estambul, pero sí es verdad que se nota, son torneos internacionales, vas representando a tu país, esa intensidad, esa parafernalia y esos factores externos que siempre decimos que no hay que fijarse en ellos, pero también que te suban un poco está bien par dar el do de pecho en competición.
-Iban a volver en Lisboa, pero se suspendió por el covid. ¿Les está enseñando todo esto a pensar en el día a día?
-Completamente. Realmente hemos estado aprendiendo durante todo el año. Veníamos de estar compitiendo cada dos semanas y de repente pasamos a no tener ninguna competición, a esa incertidumbre de que parece que íbamos a arrancar en febrero en Lisboa, pero lógicamente se canceló por los repuntes, y entonces, claro, a un mes de esa competición, de repente, pam, te parán, y tienes que rehacer toda la planificación, sobre todo los entrenadores, hacer que no nos vengamos abajo y seguir con esa intensidad de entrenamiento. Varía el trabajo: tienes que cambiar las semanas de carga por descarga para llegar a los puntos clave en las mejores condiciones. Ahora estamos emocionados porque por fin vamos a competir en Turquía.
-¿Cómo vivió el confinamiento?
-Tuve mis momentos. Sobre todo recuerdo cuando empezó, la tercera semana fue la más fastidiosa para mí, porque estar entrenando constantemente en casa, por videollamada con el entrenador, pues la primera semana se hace gracioso, la segunda, bueno, es la nueva rutina; y la tercera ya se hacía pesado. Tenía la suerte de tener un sótano para entrenar, pero es cierto que ahora bajo al sótano y le tengo tirria, es una parte de la casa que no quiero ni ver. Se hizo pesado lo de la incertidumbre de los Juegos, tú veías que la gente en otros países sí podían entrenar y tú no y los Juegos estaban en pie, luego cuando se aplazaron nos tranquilizamos un poco, reorganizamos toda la vida, la planificación de cara a Tokio 2020, o Tokio 2021, como lo quieras llamar, y ahora va a ser el sí definitivo, en este mes que tiene que hablar el primer ministro japonés.
-La incertidumbre sigue, hay emergencia sanitaria en Tokio... ¿Qué les dice Alejandro Blanco, presidente del COE?
-En ese sentido hace meses que no veo la televisión, es cierto que salió la noticia de “The Times”, pero Alejandro nos ha tranquilizado a todos, siempre está ahí, nos calma y todo lo que nos cuenta es bueno, se están haciendo protocolos, ya nos está contando cuándo vamos a viajar, cuándo podemos entrar a la Villa... Y eso quiere decir que van para adelante. Está el estado de emergencia allí y parece que la población japonesa está un poco reacia a que se celebren, pero el comité organizador y el COI van para adelante, y estupendo que sea así.
-Su deporte debuta en Tokio y desaparece en París 2024...
-A día de hoy estamos buscando la explicación, seguimos sin entenderlo. Yo estoy centrado en mi objetivo que es Tokio, pero está eso. Lo que más fastidia es por las generaciones que vienen detrás. Los que vamos a vivir este sueño olímpico sí que hemos notado un cambio muy grande en cuanto a ayudas económicas, más atención de los medios, las instituciones nos apoyan más, los sponsors se acercan... Te puedes dedicar “full time” a tu deporte. ¿Qué ocurre cuando viene una época dorada y se corta el grifo? A lo mejor nosotros que estamos ya más en la salida que en la entrada lo vemos con otros ojos, pero los chicos y chicas que vienen por detrás y tienen el sueño olímpico como el nuestro, te fastidia. Es dar un paso atrás, a de donde yo vengo. Con 18 años en el equipo nacional he pasado por muchas etapas, buenas y malas, la peor era cuando estaba trabajando, estudiando y entrenando a la vez.
-¿Qué hacía?
-Soy ingeniero aeronaútico y trabajaba en una empresa, estuve estudiando también un Máster relacionado con estructuras aeronáuticas, hace dos años me saqué un Master en gestión deportiva... Porque me gustaría quedarme vinculado al mundo del deporte, que es mi pasión, el karate y el deporte, y creo que hacen falta puestos ya no sólo en instituciones, también en Federaciones, con gente que haya pisado un tatami, que haya estado en una pista, jugado al deporte que sea. Se está viendo en muchos cambios de presidentes de federaciones que son antiguos deportistas y con esa formación creo que es muy bueno: haber estado al pie del cañón y después transmitir toda esa experiencia como dirigente.
-¿Qué es un kata para usted?
-Un kata es arte, es sensación. Al final se nos ve... Hablando mal y pronto: le estás pegando al aire... Pero no, un kata tiene significado, sentimientos, y creo que lo que intentamos es buscar un poco la perfección de nuestros movimientos, pero también demostrar nuestras emociones, y ahí está la diferencia en las medallas. Todos somos muy buenos atléticamente y técnicamente, entonces tenemos que pasar al siguiente escalón que es la cabeza y esa transmisión de sentimientos que haga que al juez se le pongan los vellos de punta. Venimos de un arte marcial... Es un arte.
-¿Dónde está su mente en ese momento?
-Te diría que está en piloto automático, realmente no piensas en los movimientos, pero tampoco puedes actuar como un robot. A veces te juega malas pasadas la cabeza, pero yo soy muy de concentración, de visualizar mis katas antes de competir, entonces lo que intento hacer cuando salgo es disfrutarlo, no pensar si tengo que hacer un giro más lento o más rápido; mucho menos mandarme mensajes negativos como: a ver si me voy a caer. Al revés, salgo a disfrutar, lo he entrenado mil veces e intento transmitir esa alegría al exterior.
-Es luchar contra un enemigo invisible, como una metáfora de lo que sucede con el coronavirus...
-Es un poco eso... Lo que pasa es que nosotros... La vacuna es el kata. Coloquialmente se dice que es un combate imaginario, literalmente la palabra significa “formas”. Lo que hacemos está estructurado, los katas tienen sus nombres, cuando vas a competir tienes que decir el nombre del kata para que los jueces lo sepan y vean que no te inventas ninguna técnica o te comes algún movimiento, y después está la aplicación que es el bunkai, que lo puedes hacer con un compañero. Toda la técnica de puños, de piernas, de ataque, de defensa, está todo estipulado, se puede aplicar a lo que es un combate real.
-¿Alguna vez ha estado en la otra especialidad, el combate?
-De pequeño sí, cuando estaba todavía viviendo en Málaga, categoría infantil juvenil, con 13 o 14 años, llegué hasta el campeonato de Andalucía, pero no es lo mío.
-¿Cómo empezó en el karate?
-En la familia no ha habido deportistas ni karatecas. En el colegio donde yo estudiaba aparte de hacer baloncesto y fútbol con los amigos, que es lo típico, había un pequeño gimnasio de karate enfrente. Con mis amigos convencimos a nuestras madres, nos apuntaron juntos, era estar allí para ver a tus amigos, desde pequeño el sensei, mi primer maestro, Lorenzo Marín, se ve que vio que tenía buenas habilidades, fui mejorando, empezó a llevarme a campeonatos de España y fui mejorando hasta el día de hoy.
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