FC Barcelona

Fútbol

Vito Ceferin-eone quiere ejecutar a Madrid y Barça

Tipos como el esloveno y bandas como la UEFA tienen las horas contadas. La libertad siempre gana

Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA
Aleksander Ceferin, presidente de la UEFARAFAEL MARCHANTEREUTERS

Si uno observa la mirada de Aleksander Ceferin, al que en círculos de la UEFA se ha apodado Vito Ceferin-eone, le entra el tembleque. Da miedo. Especialmente, si te lo imaginas cruzando a tu lado por un callejón oscuro. Desde luego, si fuera sicario, que al menos etimológicamente no lo es, el rostro acompañaría a su profesión. Cualquiera diría que nació en Corleone o en Calabria y no en Liubliana. Ya me entienden. Sea como fuere, más allá de pertinentes metáforas, su comportamiento está resultando muy poco democrático, más propio de una organización siciliana prototípica que de una institución respetuosa con el imperio de la ley. Que se cabrease como una mona por la creación de la SuperLiga es humanamente comprensible. Lo que se antoja indignante es que se dedique a actuar más como un rey o señor medieval o como el jefe de una famiglia siciliana que como un dirigente futbolístico en el marco de la Europa democrática que vivimos. Tal vez resabios de su niñez en un país comunista del otro lado del Telón de Acero. Seguramente añoranzas de esa Yugoslavia que dirigía con puño de hierro en guante de seda Josif Broz Tito.

Lo sucedido el viernes debería obligar a actuar de oficio a la UE so pena de que el Estado de Derecho se vaya al carajo en sus 27 países miembros que, dicho sea de paso, son absolutísima mayoría en esa UEFA que José María García bautizó tan atinada como genialoidemente como «Unión Especuladora de Fútbol Asociación». Eso de obligar a pedir perdón a nueve de los 12 clubes que libérrimamente se unieron a la SuperLiga y que luego saltaron por la borda cual vulgares Judas Iscariotes de la vida es una humillación intolerable. Lo de exigirles que esa genuflexión se formalizara a través de una carta define a un presidente de la UEFA que se desenvuelve como el peor de los sátrapas y que trata a las entidades que le pagan sus 2,2 kilazos de sueldo como despreciables vasallos. Y lo de saquear sumarísimamente los bolsillos de esos 12 equipos como castigo porque sí, sin justificación ni proceso garantista alguno, y con la populista y no menos cínica excusa de que el dinero irá al fútbol base, es de juzgado de guardia. Ha debido olvidar que los diezmos acabaron en el Medievo y que el impuesto revolucionario lo cobran las organizaciones criminales. El drama de los paganinis es que si acuden a la Justicia ordinaria para denunciar este abuso, la venganza está asegurada en una UEFA que vive al margen del Estado de Derecho, en un mundo deportivo que constituye un hecho diferencial en la Europa de nuestro tiempo. El colmo de la tiranía, la arbitrariedad y la ilegalidad es el documento que ha obligado a firmar a los desertores: todos ellos se comprometen a pagar ¡¡¡100 millones!!! si cambian la Champions por la SuperLiga.

Don Vito olvida que un Juzgado de lo Mercantil de Madrid dictó una medida prohibiéndole cualquier medida que restrinja, limite o sancione la libre voluntad de los clubes que se adhirieron a la SuperLiga. Vamos, que Ceferin-eone ha incumplido la resolución de un juez español y eso es un delito. Y ahora está urdiendo la vendetta definitiva con la expulsión de Real Madrid, Barcelona y Juventus de la Champions durante una o dos temporadas, amén de un multazo de aquí no te menees. Una batalla legal que, afortunadamente, van a dar en los tribunales ordinarios y que ganarán con toda seguridad inspirados en ese maravilloso antecedente de Jean-Marc Bosman que acabó con el esclavismo que padecían los jugadores del Viejo Continente. Nadie dijo que los cambios fueran fáciles ni que las transiciones de la dictadura a la democracia se consumasen incruentamente. Pero estamos en el siglo XXI. Y en el siglo XXI y en la Europa del imperio de la ley y el libre mercado, tipos como Ceferin-eone y bandas como la UEFA tienen las horas contadas. La libertad siempre gana.