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Athletic-Real Madrid (1-2): El Madrid vuelve a sentirse fuerte

El partido de LaLiga en San Mamés se decidió en los primeros diez minutos, cuando se marcaron los goles. Después el Athletic lo intentó contra un equipo maduro

Benzema celebra uno de sus goles en el Athletic-Real Madrid
Benzema celebra uno de sus goles en el Athletic-Real MadridJavier ZorrillaEFE

Todo lo que le costó al Real Madrid marcar contra el Cádiz lo solucionó en siete minutos en San Mamés, en dos apariciones de Benzema, la primera de ellas, un tiro cruzado precioso de primeras. Podemos hablar de todo en el fútbol, de sistemas, bloques bajos o altos, métricas y estudios de los entrenadores más analistas, pero son los goles los que definen todo. No marcó al Cádiz el Madrid en 90 minutos con un 80 por ciento de posesión y le hizo dos para ganar al Athletic cuando aún no se sabía qué partido iba a ser.

Fue un partido de los buenos, sobre todo en la primera mitad, sin dueño y con los dos equipos entregados a la portería contraria. Los tres goles en los primeros diez minutos fueron el prólogo de un duelo vibrante hasta el descanso y con la emoción del resultado después, cuando Ancelotti pidió a los suyos impedir la rapidez del Athletic y tener la pelota para dormir al rival y al partido, que sólo lo logró a veces. No lo vio claro el entrenador italiano, que no quiso que se le escapara el partido y esta vez optó por la pelota.

Quizá porque vio que echarse atrás era asumir demasiado riesgo y porque no encontraba el Madrid las autopistas que sí tiene otros días para llegar a la portería contraria. No está Vinicius en su mejor momento, rodeado siempre de contrarios, intentándolo, pero romo en ataque y recibiendo, además, amarillas absurdas, como la que vio en un lance con Vencedor. Pudo ser falta o no, pero repartir tarjetas a ambos jugadores es una forma espectacular y falsa de hacer justicia.

Sin la rapidez de Vinicius y sin Modric en el campo, el Madrid no anda sobrado de argumentos ofensivos, pese a que Hazard vuelve a mostrar carreras que le asemejan a ese futbolista que fue fichado del Chelsea. Le falta aún el desborde con el que iba dejando atrás defensas asombrados. Eso no ocurre ahora, pero la buena noticia para todos es que ahora sí que parece probable que parezca. El belga está aprovechando sus oportunidades para pedir más tiempo y confianza en el equipo titular.

El Athletic, que en el Bernabéu tuvo ocasiones para más y no marcó, tampoco tardó mucho en llegar al gol y recuperar la vida que se le había escapado con los dos tantos de Benzema. El tanto de Sancet puso a los de Marcelino en el partido y no se salieron de él en los noventa minutos, pero no consiguieron crear el suficiente peligro como para hacer dudar al Real Madrid.

En la primera parte fue un duelo a golpes, rápido y sin dueño claro. Con Camavinga y Valverde en el campo, obligado por las bajas del coronavirus, el Madrid cambia su esencia: es un equipo más de fuerza, al que no le dan miedo los encuentros con campo largo y para correr. Camavinga hizo de mediocentro, como si fuese Casemiro, pero aún le queda mucho para domar su impulso como hace el brasileño. Más que la presencia de ambos futbolistas, es la ausencia de Modric lo que marca el fútbol del equipo blanco. Le cuesta mucho construir por dentro y cuando ataca, el balón va de lado a lado sin decidirse por nada. Tampoco tenía prisa esta vez: la ventaja en el marcador le daba tranquilidad.

En la segunda mitad cayó la intensidad, pero no la emoción porque el Athletic no quería despedir el año sin puntos. El Madrid intentó domar el choque, sin profundizar para no correr riesgos. Marcelino dio paso al pequeño de los Williams para que entre los dos hermanos apretaran más y también a Raúl García, que contra el Madrid es una apuesta por la agresividad. Pero el Madrid, en el que debutó Peter Federico con muchas ganas, es líder destacado porque va sobrado de madurez.