Goleada

Real Madrid-Valencia (4-1): Se acaban las vacaciones, empieza la fiesta

Benzema y Vinicius, con dos goles cada uno, volvieron a liderar a los de Ancelotti en una gran segunda parte, tras adelantarse de penalti cerca del descanso

Benzema celebra el gol que marcó al Valencia, con Vinicius, autor de un doblete después, a su lado
Benzema celebra el gol que marcó al Valencia, con Vinicius, autor de un doblete después, a su ladoGonzalo Pérez MataLa Razón

Se acabaron las vacaciones en LaLiga del Madrid, que ya vuelve a poner la velocidad con la que mandó a final del año pasado, con Vinicius y Benzema a todo tren, marcando los goles a pares, una de las constantes esta temporada, la clave fundamental del buen ritmo del máximo favorito para ganar LaLiga. Contra el Valencia, el Real Madrid recuperó la identidad con la que tan bien navega este curso: un equipo que va creciendo con el paso de los minutos y que si se pone con el marcador a favor y hay espacios, no hay manera de detenerle. Y más si tiene a Vinicius de vuelta. Con él, es más fácil hacer añicos una defensa obligada a jugar hacia delante. Cuando el Valencia de Bordalás lo tuvo que hacer en la segunda mitad, perdió toda la firmeza y cualquier posibilidad de medirse con el líder de LaLiga, un equipo que, sin duda, se mueve mejor contra equipos con más nombre que frente a los que se defienden sin remordimientos.

Dirá el Valencia que el penalti a Casemiro lo cambió todo y dirán también que es un penalti discutible y en las dos afirmaciones tendrán razón. Y contestarán desde el Bernabéu que la pena máxima llegó cuando los de Ancelotti ya habían encendido las revoluciones, que Modric ya había rematado al larguero y que el partido tras minutos sin dueño ya pertenecía al Madrid del croata y de Casemiroy Kroos. En el Madrid, además, echan cuentas de penaltis y no les salen. Acabaron el año pasado con sólo dos a favor, lo que es una anomalía y consideran que hay demasiados no discutibles que no se han señalado.

El caso es que marcó Benzema y el Valencia se puso a discutir acerca del penalti porque ya no pudo discutir el partido. Hasta entonces sí que había tenido un papel importante. Consiguió que el Madrid no acelerara desde el principio y pudo llevar el choque dónde quería: replegándose bien y buscando a Guedes.

Ancelotti no se guardó ninguna carta, porque a estas alturas que Hazard se quede en el banquillo no es guardarse nada y, a estas alturas de la temporada también, parece que Asensio le gana la posición a Rodrygo en la banda derecha. Fue de menos a más el delantero español, como el resto del equipo de Ancelotti. Todos crecieron porque los jugadores blancos son más felices en las carreras y en el desorden que cuando el partido está más àtado, rígido y exige moverse en espacios más pequeños.

Un gol a favor es como abrirle al Madrid la puerta de la abundancia, cuando se acaban los sermones y todos saben que empieza la fiesta de verdad, con el viento a favor y la barra libre. Así fue la segunda parte, con el equipo de Ancelotti ya jugando a sus anchas, con Vinicus marcando y bailando y el resto del equipo buscándole para salir rápido y llegar más rápido aún a la portería rival.

Y si el rival llega, pues que llegue. Primero porque a partido abierto, a golpes, el Madrid te va a aguantar y dejar ko a la minima y segundo, porque ningún equipo cuenta con un portero como Courtois. No pudo evitar el gol, pese a que hizo todo lo que estaba en su mano como parar el penalti. El rechace fue demasiado. No evitó ese tanto, pero sí dejó otra palomita espectacular.

Iba el Madrid tan tranquilo, tan bien, que Ancelotti se permitió el lujo de quitar a Modric y Casemiro y dar más minutos a Ceballos. Así se solucionan los problemas. Ancelotti da cada día una lección de cómo se lleva un grupo. Asumió su error con el futbolista y a la primera, le dio más minutos. Ceballos empezó, por su parte, la jugada del cuarto. Otro de Benzema, claro.