Eugene

Un Mundial de Atletismo sin “superestrellas”: todavía se busca al relevo de Bolt

El atletismo acusa la orfandad desde la retirada del jamaicano, pero el Mundial de Eugene (15-24 julio) promete emociones fuertes

Armand Duplantis será una de las estrellas del Mundial de Eugene
Armand Duplantis será una de las estrellas del Mundial de EugeneMagnus Andersson / TTAgencia AP

Una pregunta que no tenía sentido hacer hace un lustro, por la obviedad de su respuesta, y que hoy nadie es capaz de contestar. ¿Quién es la gran estrella del atletismo mundial? Desde que Usain Bolt se retiró tras el Mundial de 2017 en Londres, cuando también empezó a declinar Mo Farah, el deporte rey se ha quedado sin un ídem indiscutible en su trono. Hay grandes campeones, claro, como esa Elaine Thompson que acecha los estupefacientes –en ambos sentidos del término– récords que detenta Florence Griffith desde antes de que cayese el Muro de Berlín o el correcaminos Eliud Kipchoge, que el día menos pensado romperá la barrera de las dos horas en el maratón, por derecho y sin trucos televisivos, aunque no compite en el Mundial porque ha privilegiado este año los maratones comerciales.

En cualquier caso, nadie es capaz de convertir hoy un mitin o un campeonato como el que hoy arranca en Eugene en un espectáculo de masas. Un guion hollywoodiense habría previsto la irrupción en el Hayward Field de Eugene de Matthew Boling, un chico destinado a ser el nuevo ídolo «made in USA». Con 22 añitos recién cumplidos, este velocista tejano, blanco y de hondas convicciones cristianas, ha acaparado titulares por ser el segundo atleta de la historia en acreditar más de ocho metros en longitud (8,25) y romper las barreras de los diez (9,98) y los veinte (19,92) segundos en los 100 y los 200 metros. No se coman la cabeza pensando en quién ha sido su único predecesor: Carl Lewis, el mismísimo Hijo del Viento. ¿Qué le falla a la historia? Pues que la densidad del atletismo USA es tal, que semejantes marcas no garantizan nada en los inmisericordes trials, donde no hay excepciones y sólo los tres primeros son seleccionados.

Thompson, Price, Jacobs, Coleman... Pura velocidad

El primer fuego artificial de todo evento atlético es la velocidad pura, la carrera sobre una recta de cien metros de los hombres y mujeres más veloces, una prueba en la que la jamaicana Thompson querrá extender el reinado de sus dos últimos Juegos Olímpicos, aunque en los Campeonatos del Mundo no brilla tanto. Su veterana compatriota Shelly-Ann Fraser Price, 35 años la contemplan, ha ganado cuatro de los cinco últimos oros mundiales y sigue siendo su rival más cualificada, como demostró hace un año en Tokio. En categoría masculina, el inesperado campeón olímpico, el italiano Marcell Jacobs, se mide a un cuarteto estadounidense liderado por Christian Coleman, consagrado hace dos años en Doha pero excluido de los Juegos por tres incomparecencias en otros tantos controles antidopaje.

Varios especialistas de la vuelta a la pista se cuentan entre las incuestionables figuras del momento. Uno de los triunfos que más garantizado tienen los anfitriones es el de Sydney McLaughlin en los 400 metros vallas. La pupila de Bob Kersee en la Universidad de Kentucky aderezó su oro olímpico de Tokio con un récord del mundo (51,46) que rebajó cinco centésimas en los trials, en el mismo estadio en el que se disputará el Mundial. Su homólogo masculino, el noruego Karsten Warholm, fue la gran sensación de los Juegos Olímpicos, aunque acude a Eugene disminuido por las lesiones, al contrario que el plusmarquista del liso, el sudafricano Wayde Van Niekerk, que al fin ha recuperado el tono tras tres años lesionado y promete un duelo palpitante con los dos cohetes yanquis, Michael Norman (43,56) y Champion Allison (43,70). Lástima de la lesión de última hora del vigente campeón olímpico, el bahameño Steven Gardiner.

Duplantis, Yulimar... A volar

El sector de los saltos ha vivido un invierno histórico de la mano de los plusmarquistas mundiales que incendiarán los pasillos de Oregón. El pertiguista sueco Armand Duplantis (6,19) y la triplista venezolana Yulimar Rojas (15,74) volaron en el Mundial indoor que se disputó en marzo en Belgrado y cada comparecencia en un gran campeonato es una promesa de show, a pesar del dominio ultrajante que ejercen sobre sus disciplinas, donde no compiten sino contra sí mismos. La atleta sudamericana quiso intentar un doblete inédito desde los tiempos de la mítica Tatiana Lebedeva añadiendo el salto de longitud a su programa, pero un problema con la suela de su zapatilla impidió que fuera homologado su salto de 6,95 metros con el que habría sido la cuarta mejor marquista participante en Eugene.

La imagen más enternecedora (al que le guste eso) de los Juegos de Tokio, el oro compartido entre el italiano Gianmarco Tamberi y el qatarí Mutaz Barshim, podría repetirse en un concurso de altura muy denso privado del autor del, con mucho, mejor salto del año (2,34), el ruso Ilya Ivanyuk. Las sanciones que pesan sobre su país debido a la invasión de Ucrania le impedirán competir y tampoco su compatriota Mariya Lasitskene podrá reeditar el oro olímpico de Tokio, ganado con un espléndido brinco de 2,04 que excede en un centímetro al de la ucraniana Yaroslava Mahuchikh, lideresa del ranking anual.

A ver si el sátrapa del Kremlin se entera de que es más edificante dirimir las rivalidades nacionales sobre el tartán y en próximos campeonatos nos asombramos con las hazañas de los atletas rusos, brillantes en los lanzamientos y dominadores de la marcha.