Moto 2
Álex Márquez: El hermano de nadie
El pequeño de la saga más exitosa del motociclismo, siempre presionado por la sombra de Marc, se reivindica conquistando en Malasia el título mundial de la categoría intermedia
Marc y Álex son los Zipi y Zape del motociclismo. Siempre juntos y pendientes el uno del otro. Estos días ha sido el mayor el que ha estado cuidando del pequeño, porque los nervios le estaban atenazando en el momento de cerrar definitivamente el título de Moto2. Álex miraba el Twitter y no ponía buena cara. Marc, como un ángel de la guarda, le decía: «¿Tú me ves mirar mucho las redes sociales? No, ¿verdad? Pues eso, a lo tuyo», aconsejaba el número «93» al «74». Por eso, porque es consciente de que sus éxitos presionan sin quererlo a su hermano pequeño, el primogénito celebra casi con más ganas los éxitos del benjamín que los suyos propios. «No es el hermano de nadie, de ‘‘hermano de’’ tiene poco, es dos veces campeón del mundo. Sé que pesa ser mi hermano y que le aprietan, así que se lo merece. Soporta mucha presión en su espalda, hay comentarios en las redes sociales que hacen mucho daño a un piloto joven», aseguraba el octocampeón, reivindicando los méritos del bicampeón de la familia.
El padre, Juliá, todavía nervioso tras haber vivido el segundo puesto de Álex en Malasia por detrás de Binder y por delante de Luthi que le daba el título, se acordaba de «los que no creen» en el chico y que tras cinco cursos en Moto2 ha encontrado el segundo título mundial de su carrera. En 2014 se coronó en Moto3, en un año tan sensacional como este 2019, porque entonces Marc conseguía su segundo entorchado de MotoGP. No existe una pareja de hermanos como los Márquez, los únicos en la historia del motociclismo capaces de repetir éxito en el mismo año. Otro trofeo para la estantería del salón de la madre, Roser, que prefiere vivir las carreras más lejanas desde Cervera, apartada de los focos, pero tan nerviosa como si estuviera en el box. A ella y al abuelo Ramón irá Álex a ver nada más aterrice en España este lunes. El más tímido de los dos, menos efusivo que Marc y más cerebral, ya se ha hecho un hueco propio en los libros dorados del motociclismo. No ha querido subir a MotoGP a cualquier precio y en 2020 reconoce que será un reto bonito defender su título otra vez en Moto2. «Me van a mirar todos los rivales y seré la referencia, eso me motiva», admitía sin haberse recuperado todavía de una carrera tensa y disputada bajo el asfixiante calor húmedo de Sepang.
La celebración tuvo como leitmotiv un gigantesco dardo y una diana enorme, que hacían referencia al tiro ganador que había efectuado para certificar el Mundial. Un guiño también a la costumbre de los hermanos de echar una partida cuando acaban las sesiones más duras de gimnasio. Siempre jugando, siempre compitiendo, va en el ADN familiar.
No falló Álex en Malasia, donde quería dejar todo el trabajo hecho para no ir a Valencia con los nervios a flor de piel. La última carrera del año es especial, hay muchos invitados y la presión se multiplica, así que mejor acudir a Cheste sólo a disfrutar. Una semana antes, este sábado 9 de noviembre, la cita de los dos hermanos es en Cervera, con la tradicional rúa en autobús descapotable rodeados de la familia, los amigos y el club de fans. Será el día de la liberación, atrás quedarán los fallos de otros años que le apartaron del objetivo y los agobios del que ya no es el «hermano de», sólo es Álex Márquez.
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