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Atlético de Madrid

Antoine Griezmann: Una final a la puerta de casa

Antoine Griezmann: Una final a la puerta de casa larazon

«Trata de que no haga demasiadas gilipolleces». Ésa fue la única petición del padre de Antoine Griezmann a Eric Olharts, el descubridor del delantero rojiblanco, cuando se lo llevó a San Sebastián para jugar en la Real. Han pasado quince años para que Griezmann pueda volver a casa a jugar una final a 70 kilómetros de Macon, el pueblo del que salió siendo un niño para cumplir sus sueños de futbolista. De pequeño dormía con un edredón del Olympique de Lyon y solía acudir al antiguo estadio Gerland para ver a su equipo. Allí vio cómo se proclamó campeón de Liga por primera vez en 2002 y creció admirando la capacidad goleadora de Sonny Anderson y el golpeo en las faltas de Juninho Pernambucano, aunque la camiseta que se compró fue la de Benzema. Y los goles los celebraba deslizándose por el césped sobre las rodillas, como vio hacer una vez a Fernando Torres.

Vivía obsesionado por el fútbol. En la escuela se sentaba cerca de la ventana y se pasaba el tiempo mirando por ella calculando cuánto faltaba para poder ir a jugar al fútbol. «Ni siquiera sé cómo logré obtener el diploma del primer ciclo de secundaria. Tuve la suerte de caer bien a mis profesores y de que ellos no fueran demasiado severos», cuenta en el libro «Antoine Griezmann. Detrás de una sonrisa». En el colegio, lo de menos eran las clases. «Antoine, ¿seguro que no se te olvida nada?», le preguntó un día su madre. «No, mamá. Llevo el balón», fue su respuesta. Se había dejado la cartera, pero eso era un detalle sin importancia para él.

Hoy regresan todos esos recuerdos, en el que puede ser su penúltimo partido con el Atlético. «Lo necesitamos y sabe lo importante que es aquí. Sólo le importa ganar», asume Gabi.