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Apoteosis en el Bernabéu

El planteamiento defensivo de la Fiorentina resistió 68 minutos, hasta que Di Stéfano, de penalti, abrió el partido. Gento lo cerró.

Imagen del Real Madrid que ganó la segunda Copa de Europa
Imagen del Real Madrid que ganó la segunda Copa de Europalarazon

El planteamiento defensivo de la Fiorentina resistió 68 minutos, hasta que Di Stéfano, de penalti, abrió el partido. Gento lo cerró.

El Real Madrid, el campeón de Europa, el equipo más temido del continente, casi se cae a las primeras de cambio, en los octavos de final, en la segunda edición de la máxima competición europea. El Rapid de Viena era el primer rival. En el primer partido en el Santiago Bernabéu, un gol de Giezer recortó la diferencia del Real Madrid y a punto estuvo de ser decisivo en el desenlace de la eliminatoria. En la vuelta, el equipo austriaco fue un huracán, convencido de que podía echar al conjunto de Di Stéfano. Llegó al descanso con un 3-0, lo que le daba la clasificación. Fue un gol de don Alfredo en la segunda mitad el que empató la eliminatoria (no contaban los goles en campo contrario). Hubo partido de desempate. El Madrid se movió bien y logró que se jugara en el Bernabéu, donde fue muy superior al rival y no pasó los problemas del choque anterior.

Mucho más sencillos fueron los cuartos de final, contra el Niza francés. El Madrid goleó en la ida a un equipo que sólo se intentó defender. Y en la vuelta, también le derrotó. La eliminatoria buena llegaría en semifinales: el Manchester United, que había eliminado al Athletic Club. Los inventores del fútbol contra el equipo que dominaba en Europa. En el Bernabéu, el Manchester dio la cara, pero perdió 3-1 gracias a un gol de Mateos ya al final. En la vuelta, el Madrid dio un golpe de mano. Nada de defender, al ataque, a demostrar quién era el Real Madrid. Se puso 0-2 en la primera parte. El Manchester de Bobby Charlton empató y salvó el honor, pero no la eliminatoria.

En la final, esperaba la Fiorentina italiana. El escenario no podía ser mejor. El Santiago Bernabéu, a tope, con 120.000 espectadores, confiaba en su equipo. Había pasado por todo tipo de experiencias en los partidos anteriores. Al jugar en casa, todo el mundo le daba el papel de favorito. Lo sabía la Fiorentina, que planteó un encuentro muy defensivo. Una final es una final y tampoco el Real Madrid estaba muy suelto, porque no quería que el rival le sorprendiese y el encuentro se le pusiese en contra.

La primera parte pasó sin muchos sobresaltos, con demasiadas precauciones. Nada parecía capaz de romper el empate. Hasta que en la segunda mitad, le hicieron un penalti a Mateos. Fue Di Stéfano quien lo marcó. El conjunto italiano tenía que cambiar de plan, tenía que abrirse y buscar la portería del Real Madrid. No le dio tiempo a hacerlo.

Gento marcaba el segundo y el delirio invadía las gradas del estadio madridista, orgullosas de ser de un equipo que ya dominaba en Europa.