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Atlético de Madrid - Girona (3-1) La fe de Morata arrastra al Atlético

Peleó por una pelota en la que nadie confiaba para dar el segundo gol a Correa. Griezmann marcó los otros dos en una gran remontada de los rojiblancos

Atlético de Madrid- Girona @Gonzalo Pérez Mata
Atlético de Madrid- Girona@Gonzalo Pérez Mata Gonzalo Pérez Mata Fotógrafos

Hay detalles que cambian un partido. Detalles como la fe que tuvo Morata para ir a buscar a la línea e fondo un balón que todo el mundo daba por perdido, pero él no. Morata lo salvó, se hizo sitio y puso un centro en la cabeza de Correa que valió el segundo gol del Atlético. La fe del capitán de la selección española hizo que el Atlético se marchara al descanso con ventaja después de marcar un gol en la prolongación de la primera parte y de remontar un partido que se le había complicado a su equipo con el gol de Dovbyk a los cuatro minutos.

Demasiadas cosas en un solo detalle como para no cambiar el partido. Morata había aparecido en los últimos minutos del primer tiempo en lugar de Saúl y lo hacía con el pelo rapado, como si los fantasmas que le impiden marcar gol en las últimas jornadas anduvieran enredados en su pelo y hubiera querido desterrarlos.

Con Morata en el campo, el Atlético dio la vuelta al partido y permitió que Griezmann jugara de interior. El francés, en realidad, juega donde quiere en cada momento, donde cree que es más necesario, pero con Morata y Correa en el centro del campo, su sitio estaba en la elaboración de juego. Y desde ahí siempre hace daño.

Griezmann crea el juego y lo remata. El gol del empate y el tercero fueron suyos. Otro detalle, un despiste, permitió al Atlético igualar el partido de penalti. Miguel Gutiérrez sacó la mano para despejar un remate de cabeza de Hermoso y el francés marcó desde los once metros.

El Girona pagó su debilidad defensiva, esa mano a destiempo, que nadie corriera con Morata a buscar el balón del segundo gol y algo parecido ocurrió en el tercero con una pelota suelta que enganchó Griezmann hacia la portería.

El equipo de Míchel cuenta con que le marquen goles pero con marcar más, pero también le faltó la contundencia necesaria arriba. Dovbyk se encontró con una pelota que sólo tenía que empujar, pero abrió mucho el pie y se le marchó fuera. También reclamaron los visitantes un penalti de Reinildo a Savinho que ni el árbitro ni el VAR estimaron.

Un segundo gol del Girona hubiera apretado mucho las cosas en los minutos finales para el Atlético. Pero las apreturas las sufrió al principio, con el gol de Dovbyk y con un sistema, el 4-4-2 que el Cholo había desterrado hacía tiempo para comenzar los partidos.

No le duró mucho el cambio. Acabó recurriendo a la defensa de cinco ya en la primera mitad. Con Riquelme en la izquierda –había comenzado como interior derecho– y con Reinildo de central.

Con el sistema de siempre y con Morata en el campo el Atlético fue más peligroso. Y se permitió remontar un partido que no comenzó bien y llevarse una victoria que significa mucho más que tres puntos en la pelea por la Liga de Campeones. Es también un impulso moral para el partido de vuelta del próximo martes contra el Dortmund. La certeza de que es capaz de reponerse a los golpes. Y la seguridad de que, cuando se pone, es capaz de ser uno de los mejores equipos de España y de Europa. Aunque a veces haga falta un momento de fe como el de Morata para cambiar un partido.

El penalti a Savinho

Antoine Griezmann marcó su segundo gol con la pierna derecha, la que sacó del partido contra el Dortmund protegida por hielo para cuidar su tobillo. «Un buen vendaje y listo», dice. Antes de ese gol, todavía con 1-1, el Girona reclamó un penalti de Reinildo a Savinho. «Ha sido una jugada muy rápida, no sé si dentro o fuera, no sé si falta, pero sí pareció por la intensidad de la jugada. La gente del VAR no sé qué le dijo», explicaba. «Creo que fue penalti de Reinildo», dijo tímidamente Savinho de la jugada que podía haber cambiado el partido. Pero el penalti no se señaló.